capítulo trece

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Hinata era una persona que no se rendía, era una persona que luchaba siempre por lo que quería, aunque sea alguien muy inestable cuando se presentaban situaciones difíciles. Se perjudicaba mucho el mismo, con sus tontos pensamientos, y su cabeza que pensaba más de lo que debería. Aún no sabía cómo lidear consigo mismo y el universo le había otorgado una semejante oportunidad. El soñó quería tener a su mejor amigo a su lado, sea romanticamente o no, para jugar voley, reír y insultarse.

Como una persona normal, como dos adolescentes normales tratando de enamorarse.

Se suponía que tenían que vivir por muchos años, ellos tenían que cumplir sus sueños, tenían que llegar a la selección de voley, tenían que trabajar en todos esos sentiemientos correspondidos, tenían que llegar a ser viejos y contarse estúpidas anécdotas. Aún tenía que derrotarlo, no podía irse así como si nada, con tantas cosas pendientes.

Aun tenían que cumplir con todo eso.

Se despertó otra mañana, con menos ánimo que los anteriores días, aún más cansado que el anterior. Reiniciaba otra vez, con la esperanza y el pensamiento , de que ya había entendido que le faltaba, que esta vez lo iba a lograr. Era ciertamente tonto, pero en serio estaba dando todo su esfuerzo para que se quedase consigo.

Su corazón sangraba con cada intento fallido, gritando ayuda en completo silencio.

_. Hay un blog que dice que el anana puede hacerte crecer.─Ya ni recordaba de qué fecha era ese blog, solo venía a su cabeza como tema de conversación cuando ya no sabía que decir.

Aun no entendía porque era todo tan repititivo, menos el, el siempre variaba, el siempre le sorprendía con una nueva actitud o siendo más cariñoso que antes. Siempre Saltaba con algo nuevo.

Como si ambos fueran los protagonistas de una historia y todo fuera una simulación.

Tenía que dejar de leer comics ficticios.

_. Dudo que algo pueda hacerte crecer a ti.─Bromeó, de tantas veces que escuchaba esa respuesta nunca dejó de molestarle, siempre pudo mostrar una reacción genuina, sacando un buen momento de ambos.

El siempre parecía verse bien, aveces se veía más cansado que otras veces, aveces lo descubría mirando con tristeza a la nada, y sonriendo sin razón alguna cuando lo veía. Luchaba por entenderlo, luchaba por descubrir que sucedía en su cabeza.

¿Porque tenía que costar tanto?

Pero... ¿y si no tenia salvación?¿y si era un estúpido bucle?

Se detuvó en seco al darse cuenta que había pensando más de la cuenta, más de lo que su pequeño cerebro podía procesar. Kageyama, al darse cuenta que el contrario no lo seguía, volteó a verlo. Le miró confundido, parecía estar en una especie de trance, metido en su mundo_. ¿que sucede?─La voz del pelinegro borró cualquier pensamiento de su cabeza, devolviendolo a la realidad_. ¿Estas bien?─Eso debería preguntarte a ti. Pensó.

_. Si... Solo... nada, me quede pensando idioteces del partido─Continuó caminando a su lado rumbo a la escuela. Era claro que ninguno de los dos tenia la fuerza mental suficiente para soportar todo lo que estaba pasado. Pero en estos momentos era claro quien se estaba por rendir.

Trato de no llorar en el entrenamiento, trato de no llorar cuando entró a los vestuarios a cambiarse, solo debía de aguantar a llegar a su casa para desahogarse, pero ni eso podía hacer. Tuvo que encerrarse en uno de los baños por un largo rato, para desahogar todo lo que tenía guardado en su interior, para que nadie se enterase. Aunque lo que hizo fue preocuparse a sus compañeros por su repentina desaparición.

No tardo mucho en salir, intentando disimular los ojos rojos y la seriedad que manejaba por tanto pensar.

Lo único que necesitaba era un abrazo.

_. ¿Hinata? ¿Donde estabas?─Llamó Kageyama, quien había estado preocupado. Por evidentes razones nunca le quitaba la mirada de encima. Shoyo se acercó sin decir nada, abrazandolo con fuerza. La mejor terapia eran sus abrazos_. ¿Quieres entrenar un poco mas?─asintió despegandose de el, desobedeciendo una vez más las órdenes de Daichi y su entrenador de no entrenar horas extras. Pero era por la salud de ambos, era por intentar ser ellos en la cancha. Por conectarse como la primera vez que lo habían hecho.

Tal vez sus corazones eran idénticos, latian por y para la misma persona, tal vez sus pensamientos eran igual de tontos que los del contrario, tal vez ambos habían nacido para encontrarse pero no para estar juntos.

La vida es cruel, la vida era injusta, la vida no era perfecta.

Tal vez por eso ellos pensaron de la misma forma.

Tal vez por eso, uno de ellos podía existir y el otro no en la misma línea.

Ojalá se hubiera dado cuenta antes de sus sentimientos, ojalá haber tenido el tiempo suficiente para poder crear una historia con el. Pero ellos nunca llegaron a crear su historia, ellos quedaron atrapados en el proceso. Sin la oportunidad de salvarse entre sí.

Vivían en un 99% de posibilidad te terminar en lo mismo.

Y solo por amar demasiado a una persona, tomaría la misma decisión que el mayor. Prefería salir de ese bucle, y dejar que Kageyama viviera.

Eso creían ambos, pero lo que hacían no era más que volver a entrar en ese ciclo.

A ambos solamente le quedaba disfrutar de aquella semana, aunque estuviera emocionalmente cansado, querer tratar de que en su cabeza solo quede aquel amargado pelinegro que demostraba todos los días quererle.

Tratar de que sonriera todos los días a pesar de ser alguien que no lo hacía.

_. ¿Vamos?─Hinata asintió más calmado, había decidido acabar con su propia vida y se encontraba más tranquilo que antes.

El amor te volvía loco.

_. Claro, no te quedes atrás ─comenzó a correr, consiguiendo ser perseguido al instante.

El amor te hacia tonto e irracional.

El amor te hacia vivir.

El amor te hacia vivir

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Capitulo editado: 23/06/2023

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