Sin ninguna palabra la había secuestrado de la oficina del Hokage, dónde se encontraba revisando unos documentos.
Tenía el rostro aparentemente enfurecido y la mirada severa.
Con fuerza la llevaba por las calles de Konoha.
No se molestó en preguntar dónde iban porque el trayecto le era familiar, además la expresión seria y tal vez enfurecida le hacía evitar palabra alguna.
Aunque sin saber el porqué de tan brusca reacción, ella sabía lo que él quería.
Cuando en sus ojos está ese brillo y sus movimientos son más violentos, apresurados…
Sabía que estaba en carencia de algo… Y ahora solucionaría ese problema
Callado hasta llegar a su apartamento derrumbó la puerta y la introdujo al interior.
Al cerrar la puerta la coloca entre su cuerpo y la pared con fuerza abriendo su Kimono sin compasión, destrozando trozos de la prenda en el proceso.
Atrapada entre Shikamaru y la pared, sentía como sus manos apresuradas subían por sus piernas en busca de sus bragas.
El sonido de un cierre siendo bajado con rudeza fue lo que escuchó antes que la tomara de las nalgas y levante su peso con sus manos.
Él no estaba para perder el tiempo. La necesitaba con urgencia.
Con un beso seco atrapó un gemido al ingresar dentro de ella.
El adaptarse a él aún le causaba algo de dolor, razón por la cual mordió su labio la sentirlo dentro.
Ella bebió de la sangre que brotó del labio herido.
Sus embestidas empezaron frenéticas, en un movimiento completamente dominado por el instinto, las ansias de alcanzar el placer y la liberación física.
Estaba como un animal desesperado, bombeando con fuerza y sin gentileza alguna.
Aunque no siempre había sido así.
La primera vez que tuvieron relaciones fue en Suna, mejor dicho en la Oficina del Kazekage. Estaban discutiendo sobre de unos papeles que debían presentar para los exámenes de Chunnin que se acercaban.
Lo que único que recuerda es que empezaron a pelear y luego las ropas esparcidas en el piso y él profundamente enterrado dentro de ella sobre la mesa del Kazekage.
Después de eso, ambos concordaron que aquello jamás se repetiría, que había sido sólo un impulso al que debieron controlar.
Dos semanas más tarde terminaron devorándose de nuevo en las afueras de Konoha.
Aunque nunca habían pautado nada oralmente, tenían una especie de acuerdo silencioso. Cuando él la deseba, él la tendría y cuando ella lo deseba, ella lo tendría. Sea la hora, situación o lugar que fuese.
Los primeros meses esto no fue inconveniente alguno para ella.
Pero eso cambiaría….