Uno de mis juegos favoritos de mesa son los rompecabezas. Se mezclan piezas, se pierden algunas.
Siempre harás el mismo que te sepas de memoria, o intentarás hacer el que te regalaron y nunca completaste. Quizá, te llevás una sorpresa, porque no te gusta, y volvés al mismo de siempre.
Capaz te das cuenta de que tu nuevo rompecabezas es mejor que el otro, y terminás dejando el anterior.
O te aburrís a medio hacerlo y lo volvés a guardar.
O capaz lo encontrás irresoluble, ya que son muchas piezas.
Rompecabezas hay de todos, hay que animarse a hacerlos.
La pregunta es:
¿Puede una persona, o la vida misma, ser un rompecabezas?
¿Por qué no podemos ser la pieza que otro perdió y necesita para completarse a sí mismo?
ESTÁS LEYENDO
Textos.
RandomNo me denunciés la historia, dejá que yo me preocupe por mi vida o mi muerte. Son textos tristes que explayan como estoy, si no te la vas a bancar salí de acá porque no quiero que me baneen la cuenta. Un besazo!