Capítulo I : Lago

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A veces necesito tomarme un tiempo de las cosas y de la gente cuando mi cabeza se vuelve un lugar inhabitable y caótico, cuando las olas son tan grandes que por más que corriese, jamás podría salir ilesa. Es lo que últimamente me estaba pasando, prefería aislarme de todos para no lastimar a nadie.
Prendo el celular, 15 llamadas perdidas de Cris.

-Acá estoy, estoy bien- le escribo y dejo el celular tirado en la cama, suena.

-Me habías asustado- pienso unos segundos antes de contestarle

-¿Querés que nos veamos?- texteo con las manos algo temblorosas de obtener una respuesta no deseada.

-No puedo, cariño, tengo que estudiar para un parcial, perdón- lo supuse.

-No pasa nada, otro día será :))- dejo el telefono en la cama y silenciado, voy al balcón a prenderme un cigarrillo y terminar el trabajo de arte, que ya debería hacer algo útil antes de bajar (peor) las notas.

Ser un caudal de emociones a veces me afecta demasiado, siento todo multiplicado, y actualmente, la tristeza me estaba consumiendo por dentro de una forma que ni yo era consciente que estaba pasando; no puedo pintar, no puedo pensar con claridad, tiemblo, mis pensamientos se ven sustituidos por otros más tétricos y abrumadores. La idea de no poder lidiar conmigo misma me asusta y me paraliza, suelto el pincel.

¿Y si prefiere estar sola antes de que estar conmigo?

Suspiro y aprieto los puños para intentar controlarme.

Aceptalo, ya no es lo mismo, va a terminar cansandose.

Pateo el atril con los ojos un poco aguados, el lienzo se cae al piso y se arruina por completo, agarro la campera y los auriculares para salir a caminar y despejarme un poco antes de cometer alguna locura.

Narrador omnisciente.

Joana sale bastante alterada y golpea la puerta del departamento detrás suyo, se le dificultaba respirar con normalidad, ya que sentía esa presión agobiante en el pecho, que le impedía ser totalmente ella.
Tenía miedo, miedo de a dónde la podían llevar sus propios pensamientos si no intentaba despejarlos, la música de forma aleatoria suena a través de los auriculares, mientras camina sin rumbo alguno y un cigarrillo se consume en su mano izquierda. Eso podía tranquilizarla, la música siempre fue su escape, y en estas situaciones, ayudaba bastante.
Su celular está en silencio, pero su madre (ya acostumbrada a que pasen esta clase de cosas) la llama de igual manera, con algo de agobio y preocupación, salir a caminar sola a las cuatro y media de la mañana no es una buena idea, y lamentablemente, menos para una chica.
Llámese destino o casualidad, termina en una especie de lago donde el viento es tan fuerte que genera pequeñas olas, y estas rompen contra unas piedras en la orilla.
Los cuerpos de agua siempre le generaron un tipo de paz interna, el escuchar el ruido del agua desplazándose y verla chocar en la orilla, lo consideraba una perfecta poesía.
Sería el momento perfecto para intentar aclarar sus emociones de forma sana, acallar sus demonios, e intenta respirar con calma, como aprendió en terapia; "Las crisis van a durar poco si intentas calmarte como te enseñé" se repetía una y otra vez a si misma las palabras de su psicóloga, respirar por la nariz, retener cinco segundos, exhalar por la boca, retener cinco segundos y volver a repetir ese bucle; por suerte después de unos minutos se encontraba mucho más calmada.
Se pone una canción que no le gusta, saca el teléfono del bolsillo para saltearla y ve la hora, 4:55 am, el tiempo pasaba volando, y ya se acercaba la hora del amanecer, decidió quedarse ahí, ya que los amaneceres cerca de los lagos eran la escena perfecta para una de sus pinturas, quizá con eso podia salvar al menos el semestre; además, volver con la luz del día, hacía menos peligrosa la vuelta a casa.
Prende otro cigarrillo solo por vicio,  (ahora sí) con una canción que le gustaba bastante y las olas de su interior muchisimo mas calmadas que hace una hora atrás, se decide a mirar el amanecer, siente calma interior cuando el sol empieza a asomarse por el Este, y empezar a sentir los primeros rayitos de sol de la mañana en su piel; la caminata sirvió de algo.

Llegó la hora de volver a casa, abrió google maps con la idea de estar bastante lejos de su casa, pero el destino es sabio, y solo estaba a siete cuadras de distancia, definitivamente y sin intenciones de hacerlo, Joana habia encontrado un lugar especial donde podía acudir siempre cuando sintiese que todo estaba yéndose de control.

"No veo la hora de traer a Cris y pasar el día juntas a la orilla del lago" pensaba mientras se devolvía a su casa y le nacía una sonrisa chiquita.

-Perdón mamá, necesitaba despejarme, pero ya está todo bien estoy volviendo a casa- texteó y antes de guardar el teléfono, envió otro mensaje más, pero esta vez, a otra persona.

-Te quiero un montón- escribió y envió ese mensaje para después mandar otro debajo - Encontré un lugar perfecto para llevarte el fin de semana de madrugada, estoy segura que te va a encantar ;)- le escribió a Cris y ahora si, guardó su celular, ya a menos distancia de su casa.

Con la escena del amanecer totalmente fresca en su mente, no sería difícil empezar y terminar el trabajo que debía entregar en algunas horas, no tenía mucho tiempo, pero si el justo y necesario como para entregarlo y obtener un notable, (aunque eso no cumpliera del todo con los estándares altos que ella misma se ponía), bastaba para salvar la materia y mantener su promedio, ya podría sacarse un buen sobresaliente en el próximo trabajo.

Llego a su casa y su madre la esperó con un café, sentada en la mesa del living.

—Perdón por irme así mamá, necesitaba tranquilizarme y no quería hacer algo de lo que después pudiera arrepentirme— dijo lavándose las manos y sentándose al lado de su madre, para darle un trago a la taza de café caliente —Arruiné el trabajo de artes, tengo que hacer otro y no creo poder dormir mucho, me salvaste con este café, gracias ma— dice sonriendo, agarrando la taza y dándole un beso en la frente a su madre para irse a su cuarto y así empezar a trabajar al fin en su proyecto, antes de cruzar la puerta de su habitación, su madre la detuvo.

—Joana, hija— ella se da vuelta para prestar atención a lo que ella tenía que decirle —Estoy orgullosa de vos, estás avanzando bastante— Joana sonríe, se devuelve para darle un abrazo a su mamá y ahora, un beso en la mejilla; sigue el paso hacía su cuarto, y comienza a pintar ese amanecer que (todavía) seguía totalmente intacto en los archivos de su mente.

For you~croanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora