5. Me estás desconcentrando

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L o y d

Lo dramática que era Arizona la había llevado a levantar la barbilla y cambiar de camino cada vez que me veía. ¿Periodismo? Debería estar estudiando arte dramático. Yo, haciendo el esfuerzo para llevarme más o menos bien con ella, y Arizona haciendo de actriz de telenovela de las cuatro de la tarde.

Había decidido ser un poco benevolente con ella después de enterarme de su tema con el vídeo y más después de que me contaran cómo había ocurrido. Era bastante asqueroso difundir el vídeo de tu hermanastra a toda la universidad y no dejaba de imaginarme que eso le ocurría a mi hermana.

El domingo por la tarde, el día siguiente de la dramática discusión con Arizona, quedé con los chicos en el Miller's, un bar al que íbamos desde el primer día de carrera. Era uno de los bares universitarios por excelencia porque tenía de todo: billares, futbolines, dianas, barra, mesas y gente de buena compañía. Oh, y lo más importante: era barato. El bolsillo de los estudiantes lo agradecía enormemente.

Cuando llegué allí con Pablo y Hunter, nos encontramos con el resto de los chicos: Dallas, Maverick y Ray. Los tres iban a la facultad de leyes pues estudiaban empresariales o leyes. Los conocimos en el Miller's cuando nos ganaron una partida de billar. Solo una, ojo, el resto las ganamos nosotros.

―¿Qué tal el trabajo? ―me preguntó Dallas cuando nos sentamos con ellos en las mesas con nuestras respectivas bebidas en mano.

―Bien, normalito ―respondí antes de dar un trago a mi cerveza.

Llevaba un año aproximadamente trabajando como entrenador de baloncesto en un pequeño club de Manhattan. Entrenaba a los chavales de doce a catorce años. La verdad es que no me podía quejar pues me pagaban lo suficiente como para vivir en Manhattan y comer diariamente. Para poco más. Por suerte tenía una beca académica y los estudios ya los tenía pagados; siempre y cuando sacara como mínimo un siete, que era la nota establecida para los becados de mi tipo.

Nos estuvimos poniendo al día pues la semana anterior no pudimos hacerlo. Cuando ya nos hubimos puesto a tono con tres cervezas cada uno, decidimos abandonar la mesa y trasladarnos a uno de los billares. Esa parte del bar no estaba muy llena, pero sí que había buen ambiente. La gente reía, de vez en cuando gritaba aunque no muy alto, hablaban... Lo mismo de siempre.

Mientras íbamos hacia los billares a esperar que alguien terminara su partida, algo llamó mi atención. En uno de ellos estaba Arizona Morris. Tenía un taco de billar en la mano y alzaba los brazos contenta, celebrando algo. Estaba jugando contra un chico que ya había visto anteriormente por allí. La mesa era rodeada por algunas personas, chicos en su mayoría.

―Interesante ―dijo Ray acercándose a la mesa.

Nosotros le seguimos.

El chico debía hacerse las uñas en el mismo lugar que ella porque las llevaba exactamente igual que ella pero de otro color. O quizás todas se hacían igual. Ay, mira, yo qué sé. No sé qué hacía fijándome en las uñas de la gente.

Éste golpeó la bola blanca con el taco y ésta le dio a una bola lisa verde. Se escuchó un "uhh" colectivo y él chasqueó la lengua. Si él era el de las bolas lisas, Arizona iba ganando claramente.

―Uh, Jaime, eres un completo paquete ―dijo Arizona rodeando la mesa para ver dónde se metía―. Un poco de espacio, por favor. No quiero a nadie detrás de mí porque llevo falda y me vais a ver las braguitas. Y no, gracias.

Le dio un golpecito con el taco a dos chicos para que se apartaran y ella se apoyó en la mesa. Golpeó la bola blanca, ésta a una amarilla y blanca, y ésta se fue directa hacia un agujero, metiendo una verde y blanca y a sí misma.

LOYD © (DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora