VII

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|Aviso| Las partes escritas en letra cursiva son recuerdos

Imaginación desbordante

Aquella misma noche, Mara caminaba de regreso a su casa. Al entrar, esta estaba demasiado silenciosa, y eso la alarmó.

Guardó las llaves, y sin decir nada avanzó hasta la cocina. No había nadie.

- ¿Hola? - preguntó finalmente con cierta cautela. Le tembló la voz aunque no se percató de ello.
No obtuvo respuesta.

Recorrió con la mirada los muebles a su alrededor, buscando algún indicio de que algo no andaba bien. No encontraba nada.
Así decidió recorrer cada una de las habitaciones de la casa. Pero antes de salir del cuarto escuchó un débil murmullo. Abrió uno de los cajones y sacó una sartén. «Por si acaso» se dijo sosteniéndola frente a ella con firmeza. Fue hacia el salón lentamente. A cada paso que daba, las voces se escuchaban con más claridad. Su corazón empezó a acelerar.
Con su mano libre comenzó a palpar la pared a su derecha. Tal vez tratando de comprobar que no se trataba de un sueño de nuevo.

Se aferró al umbral de la puerta. El miedo se hizo presente, pero eso era normal. Tenía que ser valiente, sólo tenía que asomarse ¿no? Dio un paso. Latidos. Otro paso. Más voces. Otro paso y ...

- ... las noticias, los saluda Katie Miller - sonaba de la televisión, Mara suspiró. No sabía si sentirse aliviada o más asustada -. Comenzamos con la noticia que ha acaparado la atención desde el pasado domingo. El excéntrico y misterioso millonario, Reginald Hargreeves, que adoptó a seis niños con capacidades sobrehumanas, falleció repentinamente en...

Pero Mara ya no escuchaba. Un ruido en el exterior llamó su atención. La puerta corredera que daba al patio estaba entreabierta y las cortinas se ondulaban con suavidad. Muchas cosas pasaron por su mente mientras se acercaba, con el corazón bombeándole en la garganta y la respiración acelerada.

Salió al exterior y la brisa nocturna le dio en la cara. Vio la luz de una linterna unos metros delante suya.

- ¡Mara! Por fin llegas, mira lo que ha preparado papá - dijo emocionada su hermana desde donde se encontraba. Mara dio un brinco y después suspiró aliviada -. ¿Qué llevas en la mano?

Sus padres voltearon a verla. La chica miró la sartén y a su familia alternativamente. Empezó a avergonzarse por asustarse sin sentido. «¿Por qué estoy en alerta últimamente?», se lamentó bajando la sartén.

- ¿Vas a venir o qué? - preguntó impaciente ante la falta de respuesta mientras volvía su atención a un objeto cilíndrico delante suya. Su madre sonrió en forma de saludo, antes de apartar la mirada y centrarse en Noah, que estaba en sus brazos. Y su padre, atendía a las preguntas de su hermana.

Cerca del muro al fondo del pequeño patio, Aria miraba con admiración por la mira de un telescopio. Este era de su altura, negro con algunas de sus piezas plateadas; estaba apoyado sobre un alto trípode. Sus padres se encontraban a ambos lados de esta. Había cuatro sillas, dos de ellas ocupadas por los mayores, y dos vacías, la que había quedado olvidada por la menor y la que había sido preparada para ella. Mara se acercó hacia ellos, sin poder evitar una sonrisa.

Ya casi no recordaba la última vez que pasaron un momento en familia, y mucho menos la primera vez que usaron aquel telescopio.
Se sintió melancólica por ello. Desde hace dos años, la situación con sus padres no era la misma, y ya casi no tenía tiempo para ellos y para sus hermanos. «Es culpa mía.» pensó cuando se sentó en la silla.

Más allá de un sueño ;; TUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora