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|Aviso| Las partes escritas en letra cursiva son recuerdos

¿Una casualidad?

Mara se quedó hasta la hora del cierre en aquella biblioteca. Y a pesar de ello, no pudo terminar de leer todos los cómics, ya que tuvo que malgastar gran parte del tiempo en recogerlos para finalmente dejarlos en su lugar.

- Me llevo este libro - dijo preparada para irse, tras apoyar Extra ordinary en el mostrador . La bibliotecaria levantó lentamente la mirada. Sus gafas relucieron.

- ¿Tiene el carnet?

-¿Qué carnet? - preguntó distraída. Escuchó la pesada respiración de la mujer.

- El de la biblioteca.

- ¡Sí, perdón! - rebuscó en su bolsa y sacó el carnet ligeramente arrugado.

- Parece que tiene la cabeza en otro sitio, niña - observó serena tras sus gafas de media luna a la distraída chica. Después comprobó los datos, le dijo cuándo tendría que devolverlo y al fin, pudo marcharse.

El sonido de su bicicleta resonaba por las vacías calles de aquel pequeño pueblo. El sol ya se había ocultado horas atrás y desde que había salido del edificio, el temor de que sus padres ya hubiesen llegado a casa se iba incrementando con cada vuelta que daban los pedales.

Cuando llegó, dejó primero la bicicleta en el garaje. Ambos coches estaban allí.

- ¿Se puede saber qué horas de llegar son estas? - interpeló su madre al escuchar la puerta cerrarse. Se encontraba en la cocina con el ceño fruncido y los brazos cruzados. A su lado, su padre las miraba alternativamente sentado en una de las sillas con una taza blanca en la mano.

- Lo siento mucho, fui a la biblioteca a estudiar y se me fue la hora - se excusó descolgándose la mochila.
Si le decía la verdad no la creería e igualmente la regañaría. Así que optó por decir lo menos posible y agachar la
cabeza.

- ¡Y no eres capaz de dejar al menos una nota! ¿Sabes el susto que me he llevado al ver que no estabas en casa? - regañó cada vez más cabreada. Su padre se mantuvo callado.

No sabía que responder. Tenía razón. Se dejó llevar por las ganas de encontrar respuestas que cuando unas horas antes se alejaba pedaleando no pensó en avisar.

- ¡Que estemos mal no significa que descuides este tipo de cosas!

- Lo siento.

- ¡Te podría haber pasado algo! - continuó gritando. Mara aferraba cada vez con más fuerza la mochila que sostenía entre sus brazos.

- De verdad que lo siento.

- ¡Eso no basta! Sabes que no ha sido sólo esta vez. Siempre haces lo mismo y por más que te lo digo no lo entiendes - descruzó los brazos pero no se movió del sitio. La chica continuó bajo el umbral de la puerta, mirando al suelo.

- Podrías por una vez ponerte en nuestro lugar. Nos preocupas y te intentas convencer de lo contrario.

- Eso no es verdad - dijo casi en un susurro que solo alcanzó a escuchar su padre.

«¿Te estás cabreando?» inquirió una voz aguda y burlona que resonó en su cabeza. Provocándole una pequeña sacudida del susto.

- Estos días no eres tú misma y lo estás pagando con nosotros.

- No es cierto - volvió a susurrar, presionando los dedos contra la mochila. Notaba los latidos de su corazón golpeando su pecho con furia.

«Dile cómo te sientes. Que estás muy cabreada. Díselo » rio arrastrando las palabras.

Más allá de un sueño ;; TUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora