Más allá de un sueño ;; TUA

VIII

|Aviso|Las partes escritas en letra cursiva son recuerdos

Ella

-Ayuda - un hilo de voz salió de su garganta y cerró los ojos con fuerza. No pudo evitar temblar.

-¡Mara, vamos! Ponte debajo de la mesa - ordenaba Evan tirando de ella hasta colocarla junto a él. Los demás ya se encontraban allí, con el terror reflejado en sus rostros.

Cuando por fin logró reaccionar y recuperó todos sus sentidos, miró a sus compañeros. Se habían detenido las explosiones y el temblor había cesado.
Se miraron entre ellos esperando expectantes. Sonó un agudo pitido desde el pasillo.

- Por favor, manténganse todos en sus aulas y no salgan hasta que se les avise - comenzaron a decir por megafonía desde dirección -. Sigan las medidas que han sido establecidas de acuerdo con... - fue interrumpido por un fuerte estallido seguido de un temblor. Sintió el sobresalto de sus compañeros -. Pronto vendrá la policía.

-¿Estáis todos bien? - escuchó la segura voz de Evan al terminar el comunicado.

- Sí - murmuraron al unísono los dos restantes.

-¿Mara? - preguntó preocupado, agitando el hombro de la chica.

- El niño - recordó de repente.

- ¿De qué estás hablando?

- El niño del pasillo - repitió elevando la voz con más decisión. Y tras respirar profundo agregó - : Tengo que ayudarlo.

Se levantó como pudo del suelo, saliendo de debajo de la mesa. Evan la agarró de la muñeca.

- ¿Estás loca? No puedes irte. Es peligroso, podría volver a ocurrir - reprochó perplejo por su repentina actitud.

- He visto a un niño al venir - «Creo» pensó por un segundo. Y clavando su serena mirada en Evan añadió -: y no pienso dejar que le pase algo.

El chico la observó dubitativo. Entonces Bill posó su mano sobre el brazo de Evan, llamando su atención.

- Déjala. No le pasará nada.

Evan aflojó el agarre permitiendo a Mara soltarse. Le dedicó una sonrisa de agradecimiento a Bill y salió corriendo del aula. El chico la vio marchar y esta vez no se lo impidió, aunque en el fondo, se preguntaba si las cosas hubiesen sido diferentes de haberlo hecho.

Miles de pensamientos invadieron la mente de Mara. No sabía si aquel chico era real o no, pero no podía perder el tiempo para detenerse a pensarlo. No quería que al averiguarlo fuese demasiado tarde. «No me lo perdonaría» se dijo a sí misma.

Corrió evitando la gran grieta formada a lo largo de las baldosas que atravesaba el largo pasillo. ¿Cuál era su plan? ¿A dónde se dirigía realmente? Ni ella lo sabía. Se detuvo y respiró profundo. «Tal vez lo más sabio sea volver al aula, lo buscaré cuando todo esto pase» le decía la parte lógica de su cabeza. Estaba siendo incoherente y temeraria. Retrocedió un paso. Sin embargo, la parte impulsiva la incitaba a actuar.

Escuchó sirenas provenientes de la calle. Había llegado la policía. Escuchó sus lejanas voces.

- ¡Arriba las manos!

- Atrás, o hago pedazos el edificio - amenazó otro hombre, mostrando un pequeño detonador.

Mara entró con paso decidido a una de las aulas que daban visión a la calle, y se asomó a la ventana. Vio los coches patrulla, que alternaban sus luces entre el rojo y el azul, y unas cuantas personas que con expresión de horror y desconcierto observaban la escena. Los agentes apuntaban con sus pistolas al causante de aquel desastre. Estaba nervioso, sudaba y pasaba su peso de una pierna a otra.