Carraspeé, dándole paso a mis padres para que entraran a la casa.Papá miraba a Christopher sin disimulo al igual que mi mamá, solo que ella estaba más que sorprendida.
—¿Qué está sucediendo, Kang Hyeji?— Preguntó papá a un lado y yo resoplé.
—Antes de que se hagan una idea equivocada, él es Bang Chan, el chico que está ayudando a Minhee con su problema de manco futbolero y amigo de Minho.— Lo presenté.
Bang Chan ni corto ni perezoso reverenció frente a papá, con todo el respeto que podría tener luego de andar burlándose de mí por jugar otomes.
—Mucho gusto señor.— Papá desconfiado le devolvió la reverencia sin quitarle la filosa mirada de encima.
—Ya veo...¿Y qué haces aquí? Minhee ni siquiera está en casa.— Atacó.
—A Minhee se le olvidó avisarle.— Me metí. Papá me miró mal y bufé.
Mi papá, mi viejo, mi pana, mi señor, el que me dió la vida y todas las formas en que le llamaba de un momento a otro se había transformado al típico padre intimidante. No voy a mentir, mi papá era joven y todavía tenía esa vibra de hombre cool. Recuerdo cuando recién estaba conociendo a Minho y me vivía diciendo lo genial que eran mis padres, sobre todo papá, diciendo que quería llegar a ser así a su edad. Pero, en este tipo de situaciones en donde involucraban a su princesita del pop—o sea yo—, papá se transformaba de papá genial te-armo-una-parrillada a papá intimidante si-miras-a-mi-hija-te-saco-los-ojos.
Y eso era justo lo que estaba pasando.
—Debiste avisarle tú.— Me culpó.
—Mala mía, viejo.— Bufé, parándome a un lado suyo y plantarle un beso en la mejilla antes de que se enojase.— ¿Qué hacen aquí? Pensé que estarían todo el día en la academia.
—Con tu mamá y los demás alumnos quedamos en hacer una pequeña fiesta, vinimos por algunas cosas y nos vamos.
Papá sonrió.
—¡Kang Hyeji!— El gritó de mamá me espantó y rápidamente me dirigí a donde creí que estaba.
Llegando a la cocina, comencé a rezar a todos los santos suplicando piedad por mi alma y por tener un funeral decente para mi cuerpo terrenal, implorando un mejor destino en mi otra vida.
Era mi final, tendría que despedirme de esta vida y de este lindo cuerpecito que tenía.
Adiós vida como Kang Hyeji, adiós mundo cruel.
Mamá me miraba con furia al lado del lavaplatos repleto hasta el tope con la caja de galletas vacía en la encimera del otro lado.
Sonreí con toda la valentía que el temor me permitió, prediciendo lo rara que me había salido con tanto temblor.
—¿A quién le tocan los platos?— Preguntó señalando la pila de platos sucios.
—A Minhee.— Descaradamente mentí como la gran profesional que era.
Mamá me miró de arriba a abajo dudosa, conociendo mi historial de mentiras desde la escuela media. Me permití respirar cuando vi que dejó el tema de los platos a un lado y tomó la caja de galletas vacías que por supuesto, me las había terminado yo.
Pero ella no tenía que enterarse.
—¿Quién se acabó la caja de galletas?— Preguntó.
—No sé.— Respondí rápido sin dejarle espacio a la duda, porque seguro mamá me descubría.
—Hoy vi a tu papá tomar una de la cajas y casualmente las conté.
Mujer astuta.
—Y...
—Ni tu papá ni yo hemos estado en la casa en todo el día, Minhee está en la escuela. De la mañana a ahora ya no hay nada, qué cosas ¿No?— Cínicamente colocó la caja vacía en mis manos y yo sonreí, sabiendo que mamá estaba ganado.
Pero una buena jugadora como yo, jugaba hasta el final.
—Sí, qué cosas. Alguien se las habrá acabado.
—Hyeji sé que fuiste tú.— Bufé indignada.
—¿Yo? ¿Por qué crees eso? Son falacias mamá.— Me iba a ir al infierno por mentirosa.
—Solo estabas tú ¿Quién más pudo ser? ¿Un duende?
Era mi momento.
—¡Tú qué sabes! Hoy en día puede ser cualquier cosa.— Mamá gruñó, cansada de mi patético intento de salvar mi trasero.
—Me dijeron que tener hijos sería lindo pero me terminó saliendo una mentirosa compulsiva por poco vestida de payaso a la primera.— Suspiró.— Y tú hermano no es como si se salvara...
—Perdoname mami, te prometo que te compraré otro paquete de galletas...mejor dos ¿Te parecen dos, mami?— Con la mejor voz de chupamedias y con las más lindas intenciones de acercarme a mi mamá para abrazarla y que me perdonara por mi pecado hablé. Mamá no se resistió al abrazo, acariciando mi cabeza.
—Vas a salir con nosotros a comprarlas ahora.— Sentenció.— además no creas que voy a pasar por desapercibido que estabas sola en casa con un chico.
—Mamá...
—¡Y para colmo tenías un chiquero formado en la sala! ¿Acaso eres un cerdo entre la mugre?— Mamá había hablado con la voz demasiado alta y justo ahora, me sentía avergonzada porque las paredes de mi casa eran tan delgadas que estoy segura que todo lo que dijo lo había escuchado Bang Chan.
—Mamá, no levantes la voz, por fa.— Supliqué entre dientes.
—¿Por qué? Si vas a invitar a alguien a casa al menos organiza si no quieres que te haga pasar pena.— Chillé ante su respuesta.
Yo ni siquiera había invitado a Bang Chan.
Mamá nos empujó a ambas fuera de la cocina y la imagen que había era simplemente increíble.
De nuevo, papá se había transformado. Ahora mismo estaba riendo de lo más cómodo con Chan quién le seguía la corriente. Me parecía increíble y me dejaba maravillada la manera en que había pasado de papá intimidante si-miras-a-mi-hija-te-saco-los-ojos a papá genial te-armo-una-parrillada en menos de media hora.
—Seojun, tu hija se comió las galletas.— Avisó mamá. Papá sin borrar su sonrisa miró a mamá.
—Ya veo, compremos otras, de todas maneras ya íbamos al centro comercial.— Terminó de conversar con mamá y se giró de nuevo al otro rubio.— ¿Te cuento lo que pasó en 2018?— Bang chan asintió amable.
Oh no, la historia de 2018, no.
—Ve a cambiarte.— Me ordenó mamá y estuve a punto de hacerle berrinche.—Ahora.
Resignada y sin poder cambiar mi destino me dirigí a las escaleras, pidiendo a súplicas a mamá lo que ambas sabíamos que no iba a pasar.
Porque ya era muy tarde, papá ya le estaba contando con todo y lujo de detalles a Bang Chan la historia de lo que pasó en 2018, dejando mi integridad por el piso, justo a unos pasos de mi dignidad.
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soulmates, peaches and cream ;; Bang Chan
FanfictionA soulmate relationship isn't only peaches and cream.