Creerle a Georgina era arriesgado, más no me dejaba otra opción, ella había prestado sus servicios a la organización desde que tenía 15 años. Era cierto que, si un hombre de confianza de mi padre lo había traicionado, entonces la posibilidad de la traición de Georgina no era una ocurrencia. Decidí confiar en ella. Le pedí que revisara el sistema por si Charles había dejado algún programa espía o algo similar, ella afirmó que todo estaba bien. ¿Charles y Georgina podían ser aliados? Por supuesto que sí. Sin embargo, si ese fuera el caso, ambos obedecían a la reina de diamantes. Necesitaba encontrarla.
Volví a la universidad, presenté algunos exámenes que había dejado pendiente gracias a Ashton, no me fue de maravilla, no había terminado de leer todo el material bibliográfico de los cursos. Me fue lo suficientemente bien como para pasar los cortes. Ahora debía enfocar mi atención en la reina de diamantes. Recolecté toda la información que había sobre esa persona. Era poca, la muerte de mi madre y de 9 personas más... incluyendo a Margot. ¡Margot! Joder, lo había olvidado.
Tomé mis cosas con apuro y anoté los datos en una hoja. Abrí la puerta del dormitorio y me topé con Shantal.
—Luna no está —dije con una sonrisa falsa.
—Es una lástima, venía a ver cómo estaba, después de lo de anoche —respondió.
—Dijo que llegas... —miré mi reloj y volví a mirarla— ...dos días tarde. Si me disculpas.
—Regina te ha mandado esto —dijo entregándome una bolsa de color blanco.
—¿Por qué has venido tú en su lugar? —tomé la bolsa que me ofrecía.
—Porque necesitaba una excusa para verte —respondió con una sonrisa de oreja a oreja.
Mi mirada se quedó en sus labios por un breve lapso de tiempo. Debo ser fuerte, debo ser fuerte. Las tentaciones son malas.
—Después de tu cagada de anoche vas a necesitar más que una —dije pasando de largo.
Llegué al estacionamiento, me sentí un poco mal de que no me hubiera seguido, es decir, ¡Ella se había ido de madrugada incluso cuando le pedí que se quedara! Mi orgullo estaba herido. Decidí abrir la bolsa que había enviado Regina, dentro había un celular desechable, lo guardé en mi bolsillo y saqué las llaves del auto, activé la alarma porque no tenía ni la menor idea de dónde lo había estacionado Luna, para mi suerte no estaba muy lejos. Lo encontré al fondo del parqueadero, era un Audi R8. No estaba mal. Abría la puerta y después escuché un par de tacones. Reconocí su sonido, apoyé mi cabeza en el techo del auto y la observé acercarse. Iba vestida con un jean azul oscuro, un cinturón dorado, una blusa negra manga larga, unos botines negros y llevaba un pequeño bolso de mano con cadena. Su cabello rubio oscuro caía en cascadas sobre sus hombros, su maquillaje era suave. Se veía estupendamente bien... hasta que abrió su boca.
—¿Disfrutas de la vista, Dania?
—¿Qué quieres?
Shantal abrió la boca y una nueva voz la interrumpió.
—¡Shantal, mi amor! —¿mi qué? Un hombre alto y fornido se acercó al auto trotando y besó las mejillas de Shantal.
—León, estás más guapo que de costumbre —le respondió ella tocando sus brazos— ¿Has ido al gimnasio?
¡Claro que ha ido al gimnasio!
—Tú no te quedas atrás —respondió el tal León.
Entré al auto para no tener que ver a dos personas superficiales subiéndose el ego mutuamente. Como la persona lógica que soy arranqué el auto y seguí mi camino para encontrar respuestas, dejando que Shantal coqueteara con aquel sujeto desagradable; me hubiese gustado decir que eso fue lo que pasó, pero no fue exactamente así. Quité el techo del auto llamando la atención de ambos
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La Reina de Diamantes
RandomDania Vanessa de los Ángeles (literalmente, de los ángeles), es una chica normal, lo único que la diferencia del resto, es que tras la misteriosa muerte de su madre, se convierte en la líder del tercer clan más importante de mafia en su país, "Los á...