Capítulo 22. Juramento Cumplido.

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Estaba haciendo las cosas mal, y era el momento de replantear mis decisiones. Levantarme con dolor de cabeza todos los días no era lo que quería para mi vida. En la mañana siguiente fui al bar, antes de darme cuenta estaba abriendo una nueva botella, recordé verme frente al espejo sin poder ponerme en pie, no, no estaba orgullosa. Fue cuando decidí ir a mi primera reunión de alcohólicos anónimos. La mayoría de los asistentes eran hombres de unos 60 años en adelante. Había otra mujer de unos 50 años, era muy amigable. Me senté a escuchar la vida de los desconocidos, no hablé. Al terminar la reunión la mujer se me acercó con una sonrisa. Su nombre era Antonella. El organizador la había designado como mi contacto de emergencia, es decir, que podía llamarla en cualquier momento del día que sintiera que la tentación me consumía.

—Eres joven —dijo con una sonrisa, me estaba preparando para inventar una explicación hasta que ella continuó— Y muy valiente.

—Gracias —respondí.

Caminamos en silencio, la acompañé hasta la parada del bus.

—¿Quiere que la lleve? —ofrecí.

—¿Tienes auto? —dijo asombrada.

—Sí —respondí sonriendo, la tomé del brazo y la llevé hacia mi auto, le abrí la puerta del copiloto y después fui al puesto de piloto— Póngase cómoda —le pedí la dirección y la anoté en el GPS para comenzar la marcha.

—Es un auto hermoso —dijo Antonella— Hace más de 20 años conocí a un hombre un poco mayor que tenía muchos autos tan hermosos como este.

—¿Y qué pasó? —pregunté interesada.

—Bueno, yo tenía esposo —dijo riendo— Tuvimos una noche mágica y todo terminó, supongo que en mi destino no estaba ser la esposa de un ricachón.

—¿Y su esposo?

—Él nunca supo —respondió con un poco de lástima.

Antonella me contó historias sobre su hijo mientras manejaba a su casa. Fue un buen pasatiempo, prometió cocinarme unas deliciosas galletas con chispas de chocolate (que eran las favoritas de su hijo) para la próxima vez que nos viéramos. Yo conduje de regreso al campus sintiendo que había sido un buen cambio.

Decidí enfocar mis energías en desenmascarar a la reina de diamantes. Hice una lista siguiendo a los sospechosos. Los trillizos y Dexter. Hice una lista de sus atributos, y posibles razones, le pedí a Georgina que los investigara a profundidad. A decir verdad, Thomas había actuado extraño cuando estábamos en su camioneta.

Alguien tocó la puerta del dormitorio, me levanté pensando en Thomas, podría ser él.

—¡Dany! —la voz de Shady me tomó por sorpresa— Me encanta verte —dijo entrando al dormitorio sin previo aviso.

—¿Qué haces aquí? ¿Acaso estás usando mi jean? —pregunté.

—Vine a devolverte el jean —dijo acercándose al escritorio. Sus ojos estaban algo enrojecidos. Estaba drogada.

—Espera —advertí, ella alcanzó a tomar las hojas del escritorio.

—¿Eres una acosadora, Dany? A ver. Shady Weber. Atributos: linda, poco preocupada, ¿caso perdido? bla, bla, bla. Razones para ser reina de diamantes: Ninguna —leía el perfil de ella, yo le quité las hojas de la mano.

—No puedes llegar a mi dormitorio y tomar mis cosas— jugué el papel de víctima.

—No me digas que tú también estás metida en los juegos de mi tío Ashton —se sentó sobre la cama.

—Algo así —respondí vagamente, tal vez las drogas le hicieran hablar de más— ¿Por qué?

—Uh, darle información a su competencia suena interesante —dijo con una sonrisa, le dio palmadas a la cama— Quieres información te la daré a cambio de algo —dijo mordiéndose el labio.

La Reina de DiamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora