Capítulo 4. Bajo Control

1.1K 84 3
                                    

Encontrar un espacio de estacionamiento en el campus a las 2:00am no fue una tarea fácil, con suerte encontramos uno en el espacio más recóndito del lugar. Le envié un mensaje a Kilian diciéndole que estaba bien, él se había intentado comunicar conmigo por el intercomunicador, pero la presencia de Shantal no me había dado la oportunidad de responder.

La fastidiosa voz de Shantal no se hizo presente en todo el camino, escuché un leve gruñido de su parte que ignoré completamente. Necesitaba ver su herida o llevarla a un hospital, aunque iba a esperar a que ella me lo pida, cosa que no pasará.

—¿Tienes algún problema? —pregunté recostándome sobre el capó, Shantal no había logrado bajar del auto, ahora que había pasado la adrenalina, el dolor iba a ser latente.

—Ninguno ¿tú? —siguió en su intento de bajar del auto sin ser lastimada, me moví hacia la ventanilla del asiento del conductor, aguardé el momento justo para hacer sonar el claxon y retuve mi risa al ver a Shantal caer sobre el pavimento.

—¿Segura? No te ves muy bien.

Confirmado, Shantal podía ser intimidante incluso estando indefensa en el suelo.

—Segura. ¿No tienes nada mejor que hacer, Dania?

—Por supuesto que sí —respondí con una sonrisa de oreja a oreja— Te veo luego.

Giré sobre mi eje y no logré ir más lejos, sonreí al escucharla decir mi nombre.

—Dania.

—¿Sí?

—Te recuerdo que tengo en mi poder una foto tuya que no es nada discreta —murmura— Si no quieres que tu foto esté por todo el campus a primera hora, será mejor que me ayudes.

Debe ser muy astuta para amenazarme con algo que no posee... o muy idiota.

—Las palabras que buscas son por favor —caminé hasta llegar ella— Y con gusto te ayudo, Shantal.

Si ella pudiera pararse, yo ya estaría muerta.

A primera vista la herida de Shantal no era muy grave, una bala había rozado uno de sus cuádriceps, se había hecho un flojo torniquete que me molesté en ajustar. No había perdido mucha sangre pero debíamos llegar a desinfectar la herida. Contra su voluntad, la lleve sobre mi espalda. A mitad de camino estaba exhausta y mis condiciones no eran las mejores.

—¿Sabes? Pesarías menos si hicieras algo en los entrenamientos.

Lo admito, lo dije con intención de molestarla.

—Ya hubiéramos llegado si no fueras tan floja —respondió.

—No estaríamos en estas si me hubieras hecho caso desde un principio.

—Si te hubiera seguido seguramente estaría muerta.

¿Insinuaba que era capaz de matarla? Imposible. No era como mis padres. No tenía sangre fría para matar a quienes se interpusieran con mis objetivos. Era mentira, tal vez sí era capaz de matar, sin dudarlo mataría a la persona que le había arrebatado la vida a Charlotte.

Terminamos frente a mi dormitorio, abrí la puerta y le indiqué que siguiera. Shantal entró milagrosamente sin quejarse. Fui por el botiquín que había en el baño, al salir Shantal estaba sentada sobre mi cama, sus ojos cafés estaban entretenidos en la habitación.

—¿Tu compañera de cuarto? —se atrevió a preguntar.

—No sé —respondí sentándome a su lado.

Permanecimos en silencio mientras yo limpiaba la herida de su pierna. Shantal apretaba sus puños con fuerza para no demostrar debilidad al quejarse. Absurdo a mi parecer. Terminé con su pierna. Seguía su rostro. Nuestras miradas se cruzaron, su mirada no me demostraba sus aires de superioridad como solía hacer, era diferente. Quise descifrarlo. Era consciente del tiempo que habíamos pasado mirándonos, 2 minutos eran más de lo normal.

La Reina de DiamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora