La pequeña campana que colgaba sobre la puerta de la tienda repiqueteó alegremente cuando esta fue abierta, llenando el silencio que se extendía en el pequeño establecimiento.
Hoseok se adentró en él, con cautela, sin hacer demasiado ruido; como si no quisiese interrumpir la ligera reverberación metálica que todavía flotaba en el ambiente.
Olía a pan.
A pesar de las largas horas que habían transcurrido desde la mañana, todavía olía intensamente a pan recién hecho que acababa de ser sacado del horno.
Pudo imaginar quién era el responsable de ello; y casi sin quererlo, una sonrisa se extendió por su rostro y un agradable calor cosquilleó en su estómago.
Debía tener hambre.
—Hoseok—Saludó alegremente una mujer al adentrarse en la tienda desde detrás del mostrador.
Su voz y su tono juguetón inundaron la pequeña panadería vacía.
El muchacho sonrió con amplitud, provocando que sus labios formasen un corazón alrededor de sus alineados dientes antes de hacer una pronunciada reverencia.
—Buenas tardes, señora Min—Dijo, cuando sus ojos volvieron a encontrarse con los de la mujer, a la par que caminaba los escasos metros que le separaban de ella.
La madera resonó bajo su peso a cada paso que dio en su dirección.
—¿Cómo ha ido la mañana?—Preguntó, genuinamente curioso mientras se apoyaba contra el mostrador.
—Atareada, ya sabes, como siempre—Contestó, restándole importancia a sus palabras mientras sacudía el mandil que cubría su vestido azul—¿Vienes a ver a mi hijo?
Hoseok se preguntó si aquella cuestión necesitaba responderse verbalmente en realidad.
Y a pesar de ser consciente de que la mujer también conocía de antemano su respuesta, asintió.
La señora Min sonrió en su dirección, y no sin antes de darle una última mirada, volteó su cuerpo y descorrió la cortina que llevaba a la trastienda, de donde apenas un minuto atrás ella había salido.
—¡Yoongi!—Llamó—¡Tienes visita!
—Estoy ocupado—Pudieron escuchar ambos al muchacho exclamar de vuelta desde algún alejado rincón de la sala de hornos.
Su madre resopló, mirando al esbelto muchacho que la acompañaba por encima del hombro mientras negaba.
—¡Hoseok esta aquí! ¡No seas maleducado y sal a saludar a tu amigo!
El susodicho rio ante la escena; y tal y como la campana había repiqueteado entre los estantes del local, ahora lo hizo su alegre risa.
La vieja madera del suelo crujió y resonó; y solo unos segundos mas tarde, la cortina fue abierta de nuevo, dando paso a un delgado muchacho que les miró con atención.
Yoongi le dedicó una suave sonrisa, y antes siquiera de que pudiese dedicar una única palabra a su amigo, su madre ya se encontraba arreglando su alborotado cabello, peinándolo hacia los lados y repitiendo que debía dejar de ser un impresentable.
El más alto no pudo evitar volver a reír ante aquella nueva escena, enternecido por la familiar imagen de la mujer sacudiendo la ropa de su hijo.
Y se permitió observar detenidamente al chico; su pelo negro algo revuelto, su rostro redondo gracias a sus llenas mejillas, y su cuerpo alto y delgado.
Contrastaba enteramente con su madre; una mujer baja y algo robusta que siempre recogía su canoso cabello en un impecable moño.
Hoseok nunca había conocido al padre del mayor, pero según las palabras de la señora Min, su hijo era su vivo retrato; tan parecido a él que la mujer era capaz de asegurar que era exactamente igual a este en el día de su boda.

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silent love ◇YS◇
Kısa HikayeHoseok adoraba ver películas mudas con Yoongi, porque de ese mismo modo era su amor por él; silencioso. ◇ambientada en la década de 1930 ◇colección "maneras de decir te quiero" ◇dedicado a mi queride axel