Eran hipócritas.
Los héroes eran todos unos hipócritas de mierda.
Abusaban de su poder. Perseguían el reconocimiento de la gente, por fama, un supuesto honor.
Desde pequeño, Tsukusama Kumo había sido gran fan de los héroes. Sin embargo, luego de un...
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Narrador Omnisciente;
El tan aclamado día llegó por fin luego de interminables días de entrenamiento completamente exhaustivos para algunos estudiantes.
Entre ellos, Kumo. Quien no había casi dormido para poder aumentar tanto su resistencia física, como la durabilidad de su poder.
Si bien al principio estaba decidido a no participar, y quedarse sentado mientras contemplaba su televisor; Fue sacado a las patadas del departamento gracias a su abuela y o/amistades de ocho patas. Esos pequeños mordiscos en su nuca o manos, no fueron para nada agradables cabe destacar, incluso al día actual seguía teniendo unas pequeñas ronchas que afirmaban sobre el actuar de las pequeñas traidoras.
Así que tuvo que ponerse a entrenar durante esos días de descanso permisivo que le brindo la academia a sus queridos estudiantes.
Claro que quería volverse un "héroe", pero estaba muy seguro de que ese evento le traería problemas a más de uno, en especial a él. Por lo que trataría de llegar a cierto de punto donde su nombre no pudiera resaltar tanto.
Las exclamaciones de una multitud en lo alto del estadio logro hacerlo fruncir el ceño. Incluso aquel brillo cegador al pasar de los pasillos hacía el lugar donde se desarrollaría la presentación del evento.
Un suspiro de pesar salió de sus finos labios.
Miro el lugar mejor.
Al menos, debería de obtener una victoria en las luchas contra los otros estudiantes. Eso si que lo había prometido ante su abuela. Si no ganaba una, ella misma se encargaría de entrenarlo a golpes con su escoba la proxima vez.
[...]
Un quejido salió de sus labios.
— ¿Ya te cansaste?
Se burló sobre él cierto peli-morado.
Kumo ascendió su mirada hacia él, regalandole una fugaz pero divertida sonrisa, mientras continuaban corriendo en el estadio.
Oh, claro que sí. El pelinegro ya estaba al tanto de los poderes de su nuevo compañero. Se lo había comentado el día que salieron juntos del instituto a tomar unas malteadas-por so mismo evitaba contestar su pregunta-. De hecho, no fue la última que vez que se vieron. Luego de esa intensa e interesante charla para ambos en una cafetería, intercambiaron números. Y cada tanto, el de ojos rojizo le daba uno que otro consejo para el evento que se estaba desencadenando ahora mismo. Incluso entrenaron juntos un día. Quería ayudarlo sin duda alguna a ascender de rango en el instituto, que llegara al curso de héroes, aunque el contrario se negara a dicha ayuda. Sus motivos para convertirse en héroe habían logrado que se interesase medianamente en una cercanía con él, la había pasado mal con el tema de su poder, por un simple prejuicio que lo comparaban a un "villano", quería demostrarle a la sociedad y a los demás que podía ser alguien mejor que los estereotipos que le fueron marcados.