Eran hipócritas.
Los héroes eran todos unos hipócritas de mierda.
Abusaban de su poder. Perseguían el reconocimiento de la gente, por fama, un supuesto honor.
Desde pequeño, Tsukusama Kumo había sido gran fan de los héroes. Sin embargo, luego de un...
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Narrador: Omnisciente.
Se levantó de golpe, dando un grito grave y corto. El sudor corría por su frente y su cuerpo.
De nuevo aquél recuerdo que no lo dejaba dormir cómodamente. De nuevo era acosado por los fantasmas de su pasado, incluso entre sueños. Pocas eran las veces que podía conciliar el sueño rápidamente, pero cuando lo hacía, no dormía, no podía. Su tranquilidad duraba una hora o menos hasta que las pesadillas aparecían, teñidas de un color escarlata, se reían continuamente y lo atormentaban sin cesar desde hace 11 años.
Sentía sus tímpanos pitar, las risas aún continuaban taladrando contra sus oídos, inquietandolo demasiado todos los días al saber que tenía sueños tan vívidos. Cada palabra que recibía, las escuchaba como gritos a sus costados, cada cosa que tocaba, se desvanecía, y cada toque que recibía, era como una apuñalada, impregnandose en su cuerpo.
-"¿De nuevo?".-
Escucho una pequeña y preocupada voz que se acercaba a su lado. Aquél tono dulce con el que le habló, hizo que poco a poco se intentara calmar a si mismo. No quería que ella le viera en ese estado nuevamente. Descompuesto y débil.
Aunque bien sabía que lo podría sentir o ver incluso si no se lo decía.
-Si...De nuevo...¿Que hora es esta vez?.-
Su voz salió incluso más profunda y ronca que otras veces, llegandose a no conocer ni un poco a él mismo por momentos.
Carraspeo un par de veces mientras rozaba con cuidado sus pies en el suelo.
-"Son las seis de la mañana...Están todos en sus lugares, así que puedes levantarte tranquilamente".-
El joven asintió y se levantó aún así con cuidado, comenzando su rutina. Un baño caliente, lavado de dientes, limpieza en el departamento, un poco de ejercicio y luego un rápido desayuno.
Aveces, se podría decir que su vida era un poco monótona. Aburrida y sin sentido. El también lo pensaba. No le gustaba la monotonía, la detestaba. Sin embargo no hacía nada para cambiarla, nunca tenía la voluntad.
Ellos eran lo contrario. Ellos estaban constantemente impulsandolo a hacer cosas nuevas, a aprender, a cumplir su promesa, a tratar de que consiga un trabajo. Lo sacaban adelante. Eran su familia. Si no fuera por ellos, el muchacho hace mucho tiempo ya se hubiera rendido en la vida, intentando tirarse de algún edificio o frente a un camión, para que mentir.
Una vez terminada la rutina y su propia preparación se miró al espejo.
Su cabello negro caía por sus ojos, se encontraba algo despeinado, por lo que le daba un ligero aspecto rebelde.
Sus ojos brillaban en una tonalidad rojiza intensa al mirarse en aquél reflejo suyo. Esas esferas rubíes eran las únicas cosas que realmente amaba de él mismo. Cuidado, no era narcisista ni nada. Sólo le gustaba aquél brillo que se parecía fielmente a los de ella. Al tenerlos, sentía que poseía algo que los unía aún, una conexión única para ambos.