7. Lo Nuestro Es La Pobreza.

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Un mes después.

Había estado ya un mes en esa Isla. Aprendió más de lo que esperaba. Las personas eran amables, cordiales y serviciales.

Las provisiones que trajo consigo YiBo, fueron lo suficientes para que todos obtuvieran una ración para sus familias y comer durante un mes.

Aunque los pequeños lugares de la isla en los que se podía sembrar arroz, no eran grandes pero las cosechas eran muy buenas, nadie tenía de qué quejarse.

Xiao Zhan se encargaba de la casa mientras el joven de cabellos largos iba a pescar algo para las personas.

Y tal como lo había pensado un mes antes. Su estimado y tierno sirviente se encontraba en un triangulo amoroso, bastante complicado.

Liu Haikuan y Wang Hao Xuan no podían verse en algún lugar porque comenzarían a luchar entre ellos o insultarse hasta la médula.

En alguna ocasión, incluso golpearon al pobre Song Jiyang. Este último se levantó furioso del suelo donde estaba tirado y se marchó.

Ambos idiotas que estaban luchando, se dieron cuenta de eso y fueron tras de él, pero quien iba a decir.

Jiyang, quien parecía que no quebraba ni un plato, rompió toda la vajilla completa. Los castigo arrodillados frente su propia habitación bajo el sol.

Después de haberles dado ese castigo, los instó a disculparse sin seriamente uno con el otro. En fin, seguía en un triangulo amoroso, siendo atendido por dos buenos caballeros.

— Joven Xiao, ¿escuchó lo que dije?

— ¿Ah?, no... Lo siento...

— El joven amo a llegado por usted.

— ¿Tan pronto?

— Eso parece.

— Pero yo aun no termino mi... — originalmente estaba ahí para tejer un sesto de bambú para las frutas, pero no hizo nada.

— Esta bien joven Xiao. Vaya con el amo, nos veremos después.

Xiao Zhan salió haciendo cortas reverencias en señal de disculpa.

— ¿Por qué te disculpas tanto?

— Yo... Mmm, bueno.

— Ten calma, te llevaré a un lugar.

— ¿Qué lugar es?

— Ya lo veras cuando estemos ahí.

Tomó su mano, entrelazando sus dedos. Caminaron por un tiempo por las pequeñas calles de esa aldea.

Salieron del lugar de habitación de las personas, introduciéndose en una parte de densos árboles y palmeras. El camino estaba limpio, pero el lugar era desolado.

— ¿Dónde vamos?

— Te llevaré a conocer un poco de nuestra cultura.

— OH...

Aún tomados de la mano siguieron avanzando, hasta llegar frente aún templo.

— En este templo adoramos a todos nuestros dioses pues has visto que no somos muy ricos.

— Impresionante.

Se adentraron al lugar. El templo era sencillo tenía un pequeño altar para ofrecer ofrendas para cada dios. Un pequeño lugar para la diosa de la lluvia, para el dios del agua, de la tierra, etc.

Pero el lugar más grande era para el emperador de Jade.

YiBo se inclino ante la estatua de ese dios, ofreciendo un poco de incienso.
— No te inclines si no quieres.

𝐄𝐥 𝐬𝐞ñ𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐦𝐚𝐫𝐞𝐬 _ 𝐘𝐢𝐳𝐡𝐚𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora