𝐄𝐥 𝐬𝐞ñ𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐦𝐚𝐫𝐞𝐬 _ 𝐘𝐢𝐳𝐡𝐚𝐧

9. CAPÍTULO FINAL.

Lleva musiquita ya saben pueden descargarla par sus sea más cómodo leer, ok? OK.

Pasaron al rededor de siete meses. El pelinegro no volvió a encontrarse con su "esposo" en ningún momento de su viaje de regreso al país del oriente.

Estuvo deprimido por tanto tiempo, negándose a comer. Cuando el médico reviso su estado de salud fue golpeado por la fuerte impresión de que un hombre estaba en cinta.

¡¡¿CÓMO MIERDA ERA ESL POSIBLE?!!

Él no lo sabía.

El Duque Xiao se canso en maldecir mil, millones de veces al pirata que había abusado de su amado hijo. Jiyang permaneció a su lado, ayudando a sobrellevar su tristeza, encerrado en la mansión del Duque del país del Este.

— He escuchado de muchos que el único hijo del Duque es bastante apuesto.

El Duque Xiao se atraganto con el té al escuchar al emperador decir esas palabras — Su alteza, el hijo de este sirviente heredó la belleza de su madre.

— Claro, claro... Los hijos son más propensos a ser igual a sus madres.

— Su alteza tiene la razón.

— ¿No vas a preguntar por qué te he convocado?

— Este siervo suyo no se atreve.

El emperador sonrió — Bien Duque Xiao, mi hijo mayor ha cumplido la mayoría de edad para casarse, pero a este hijo mío no le atraen las mujeres, así que mi hijo se casara con el hijo del Duque Xiao, si lo aprueba.

El rostro del Duque palidecio de inmediato, ¿cómo le iba a decir al emperador que su hijo esperaba un hijo de un vil pirata?

— Este sirviente agradece la amabilidad de su gran alteza, pero ¿su hijo esta dispuesto a cuidar a un hijo?

Antes de que el emperador expresará su duda, alguien abrió las grandes puertas del salón principal.

— ¡¡Emperador!!, ¡Informes de guerra! — el mensajero se veía realmente mal.

— Habla.

— El reino del Sur a caído por completo y... — las palabras no podían dejar su garganta — y... El ejército del enemigo ha enviado a un mensajero.

— ¿Qué?

— El líder del ejército que conquistó el país del sur solicita que el emperador escuche su deseo.

El emperador pareció pensar por un momento, analizando la situación.

— Entonces... Dejalo pasar.

— ¡Este sirviente toma la orden!

El guardia se fue, dejando un profundo e incómodo silencio. Poco tiempo después, las puertas se abrieron y dejaron pasar a un grupo de soldados que escoltaban a un hombre de apariencia excelente y muy atractiva. Parecía tan perverso.

— Este sirviente ofrece respetos a su alteza el emperador Mo —. Una sonrisa ladina jamás dejó su rostro y con su armadura, causaba escalofríos en todos — Mi señor el emperador del sur envía una carta a su alteza.

Le pasó la carta a uno de los sirvientes para que el emperador Mo pudiera leerla.
Esta decía.

"Tan elegantes las tierras del país del Este, con  grandes bosques de bambú y llanuras extensas, dispuestas para la batalla.

Este emperador quiere una tregua, sí, una tregua. El emperador Mo, un anciano que sabe lo que le conviene, sus soldados no derrotaran a mi ejército de hierro.