CapítuloII: Aquí vamos de nuevo

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-HOLA TIA CECILIA!!- Le grito a la madre de Marcela y entro corriendo para subir las escaleras que me llevan directo al cuarto de mi mejor amiga, su mensaje me dejó demasiado preocupada, tanto que ni siquiera me detuve para saludar a su madre lo cual casi nunca dejo de hacer ya que ella también es muy importante para mi.

La tía Cecilia siempre se ha encargado de hacer el papel de 2da madre debido a mi distanciamiento con mi mamá gracias a su trabajo y ahora también por mi hermana.

Abro la puerta del cuarto de Marcela y me encuentro con un desastre increíble sobre su cama teniendo de protagonistas a sus vestidos y zapatos, lo cual hace que mis ojos sangren internamente porque odio con todo mi corazón a las camas desordenadas, probablemente tuve un trauma de pequeña que no recuerdo. Para mi sorpresa lo único devastador con lo que me encontré fue el desorden del que hablé, no voy a hablar de los gritos de mi amiga porque ya estoy acostumbrada.

-NO SE QUE PONERME- Me grita Marcela con un chillido irritante q ha sido parte de mi vida creo que desde siempre justo cuando me ve

-Wowowowoowo cálmate maldita loca, primero que todo hola.

–Hola–Responde agitada

–No puedo entender nada si me hablas con muchos gritos y poco argumento. Quiero creer que no me hiciste parar de disfrutar mi magnífico domingo de vagancia con pijama solo porque no sabes que ponerte.-Exclamo entre risas y miradas de desaprobación hacia su desastre.

-No!!!! Es mucho más grave que tu domingo de tranquilidad derrumbado señora Reina de la vagancia.

-Oooook pues entonces deja de gritar y dime que pasa.

-Pasa que William me invitó al bautizo de su sobrino y no se que rayos ponerme para encontrarme con él después de siete malditos meses!!!– Me suelta la bomba con cada vez más gritos asesinos.

- QUEEEE!!(Y sí, ahora soy yo la que grita)
–Estamos hablando de William, TU WILLIAM!!?

-Si!!! Mi William!!! Porfa porfa no me mates, créeme ya se todo lo que me hizo y también estoy convencida de que es un cabronazo pero es muy sexy, eso equilibra la balanza.-Me dice con voz de niña pequeña.

-okok tu sabrás, pero luego no te quejes, te lo advierto.

-Ya que estás haciendo el papel de pepe grillo. ¿Por qué no vienes conmigo?- me dice con una mirada pícara porque sabe que odio esos encuentros familiares .

-Yo???? Ni de broma.

-Andaaa, sabes que es muy importante para mi que estés conmigo en momentos tan incómodos- Me hace puchero para intentar convencerme.

-Bueno vale, cuando es?-Respondo rodando los ojos como canicas.

-En dos horas.

-EN DOS HORAS??- Le grito sorprendida.

-Ves? Ahora la eufórica eres tu. Deja de quejarte y busquemos ropa.

Luego de una larga hora intentando arreglarnos terminamos de recoger el desorden que teníamos y nos miramos en el espejo para partir.
-No crees que estamos demasiado arregladas para una situación tan formal? Te recuerdo que vamos a un bautizo no a la alfombra roja de los Oscars Marcela.- Le digo con cara de desaprobación hacia nuestra ropa aunque he de decir que es hermosa.

-Mónica relájate, vamos a el bautizo del niño de la familia más prestigiosa de la ciudad. Que te hace pensar que los demás no estarán así de elegantes, además habrán periodistas. Créeme asi estamos perfectas.- Me dice estirando su hermoso vestido.

Asiento con la cabeza, realmente tiene razón. La familia Brown se ha caracterizado desde siempre por hacer de los eventos más sencillos los más conocidos y con clase, supongo que su imagen y posición económica se lo permite.

Salimos de la casa corriendo hacia donde nos espera el chófer porque solo nos quedan 30 minutos para llegar a la hora exacta.
Marcela tiene puesto un vestido rosa pastel ajustado que le llega hasta los tobillos, lo cual le hace resaltar las espectaculares curvas que tiene. Trae su pelo color zanahoria recogido en una coleta con una trenza en el medio, en otras palabras un peinado extremadamente elegante, sus tacones son finos de color plata y un poco más altos que los mios lo cual hace que nos veamos del mismo tamaño, pues yo soy la gigante en esta hermosa amistad.

En cambio yo voy con un vestido azul celeste con perlas en la parte del escote y con encajes a los lados y en la espalda haciendo que se vean partes de mi piel. Mis zapatos son blancos de tacón cuadrado y bajo, no me gusta usar tacones muy altos debido a mi estatura, llevo mi pelo naranja casi rubio amarrado en una coleta que deja caer dos mechones por mis mejillas y un pintalabios que apenas se ve.

-Hasta donde señoritas? Dice el chófer mirándonos de reojo por el retrovisor.

-Hacia la iglesia San Vicente por favor.

Llegamos y efectivamente las personas están jodidamente arregladas, hay cámaras por doquier y casi quiero vomitar producto de el montón de sonrisas hipócritas que he captado desde que me bajé del coche.

Caminamos pocos pasos y nos encontramos con William quien para mi sorpresa viene muy bien acompañado.

-Bienvenidas Florecillas.- Dice con una mirada arrogante mientras yo ruedo los ojos y noto como mi amiga se sonroja ante su estúpido comentario.

-Ay ahórrate tus comentarios cursis e irónicos príncipito de quinta.- Le digo con una sonrisa irónica que hace que su compañero sonría resaltando sus hoyuelos que acaban de dejarme imnotizada.

-Bueno pues tengo que decirles que mi madre hizo un comunicado y le dijo a los periodistas que tú Marcela según ella sigues siendo mi novia, por eso te dije que vinieras, además de que también les acaba de decir que tu amiga es la pareja de el-Dice señalando a quien lo acompaña.

-ESPERA QUE?- Gritamos ambas con una cara de desaprobación por mi parte mientras que Marcela frunce el ceño y se muerde el labio inferior.

Maldito hijo de.. ya todos sabemos la palabra que quiero usar, es el ultimo pensamiento que invade mi mente.

A merced de sus pecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora