12|Buenas y malas personas

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Reese

Mientras Rory escucha el ritmo perfecto para su nuevo tema con los auriculares, ajeno a todo lo que pasa alrededor del mundo, yo camino cabizbaja por detrás.

Jake me lo ha confesado.

Eran sus padres.

Los que le tenían encerrado en su propia mente.

Intento imaginar lo que sería. Que las personas que te tienen que apoyar y que te han criado no te acepten. Un escalofrío me recorre el cuerpo al imaginarlo.

No podría pensar cómo me sentiría si mi familia no aceptara lo que me gusta, sería tan... tan... tan inhumano. Tan frustrante y tan rompedor. Mil preguntas pasan por mi mente, todas horribles y cada una más devastadora que la anterior. Todo lo que se me ocurre ahora es desesperanzador, y a pesar de que me ha dicho que bailará conmigo en la competición, y yo haya aceptado, se me han quitado todas las ganas de hacerlo.

—¿Quieres escucharlo? —me pregunta el músico girándose en mi dirección con los cascos listos para ponérmelos en los oídos.

—No gracias, ya la escucharé cuando esté lista —no tengo ánimos para nada ahora mismo.

—Sí, o cuando dejes de estar preocupada —contraataca. Me mira, y exploto.

Mi hermano Rory tiene algo, algo que me impide esconderle cosas, algo que hace que las personas tengan una confianza plena en él. Rory es responsable, es divertido, y carismático; y da los mejores consejos que haya escuchado nunca, por eso no puedo retener mucho más lo que guardo en mi interior.

—¿Por qué la vida es tan difícil a veces? —le cuestiono al chico del pelo negro, que tiene sus ojos azules fijos en mí —¿Por qué hay favoritos, Rory? ¿Es verdad eso de que sólo a las malas personas les ocurren cosas malas? Porque cada vez me voy dando cuenta de que no es cierto.

Le miro y tiene su ceño ligeramente fruncido, pero se relaja cuando termino mi frase.

—Bueno... —me dice —Lo cierto es que yo lo veo al revés, las mejores personas se llevan siempre lo malo.

—¿Y por qué? ¿Qué han hecho? No es justo —río sin ninguna gracia.

—Lo que estoy componiendo ahora habla de eso. —me informa, pero ve que eso no me anima, así que busca conectar nuestros ojos —Reese, la vida no es justa, con nadie. Parece que es buena y amable, pero en cuanto te das la vuelta te ha apuñalado mil veces y solo queda lamentarte. Pero bueno, siempre hay que intentar levantarse, porque así es como funcionamos, y de esta manera vivimos.

—Es que... —suspiro —Por ejemplo, Frost. Es una persona increíble, divertida y amable; ¿y cómo se lo pagó la vida? Con años de risas y abusos. No está bien, nadie merece eso, ni aun siendo la peor persona del mundo.

—Ya... Es duro. Pero las cosas cambian, Frost ahora nos tiene a nosotros, y parece muy feliz en la universidad.

—Ya... Pero sigue sin ser justo.

No parece conforme con mi respuesta, y creo que se está empezando a preocupar. Coge aire y lo suelta por la nariz lentamente.

—¿Te pasa algo, Reese? ¿Se meten contigo? —el chico me para poniéndose frente a mí y, apoyando sus manos en mis hombros, paramos de caminar. Su rostro está con una mueca extraña.

—¡No! Estoy bien. No me pasa nada. Es que... lo he pensado hoy.

—¿Sabes que yo me peleo con quien haga falta? —da saltitos imitando a un boxeador. Yo sonrío y pongo los ojos en blanco.

Bailar bajo el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora