Reese
El fin de semana ha terminado. Jake y yo ganamos aquella competición. Todo salió bien. La fiesta fue genial.
No hemos vuelto a hablar desde entonces, estaba muy liado con los exámenes.
Lo sabe. Sabe que me gusta, y yo sé que me gusta él.
Me levanto y bajo a desayunar, por primera vez, soy de las últimas en llegar, y Rory no es el definitivo, ya que se está comiendo una galleta ahora mismo.
—Hola —saludo y me siento en una silla frente al músico, quien comienza a ponerse cereales en un bol.
—Me pones enfermo —musita el ecologista, a lo que el chico levanta la vista. —La leche va primero.
Oh no, otra vez no.
Esta es la pelea de casi todas las mañanas, que al final no llega a ninguna parte. Mi casa se divide en distintos bandos que discuten sobre si se pone primero la leche o los cereales. Mis hermanos hablan a voces y se empujan entre ellos. A veces tengo la sensación de que la única que tiene neuronas en esta casa, soy yo. O sea, al principio sí que daba mis argumentos, pero luego empezaron a ser constantes y me agoté. Pero ellos no, siguen como el primer día.
—Bueno, me voy al instituto —anuncio mientras me tomo un último trago de leche.
—¿Y nosotros? —pregunta Ryder.
—Quiero llegar pronto para terminar una cosa.
—Ah, vale. —sonríe Rory. —Dale saludos a Jake.
—No voy a ver a Jake.
—No, claro que no —me guiña un ojo y yo ruedo los míos. Me pongo una chaqueta y cierro la puerta detrás de mí al salir.
Andar al instituto antes se hacía aburrido si estaba sola, pero ahora no. Creo que estoy empezando a ver todo distinto. Me fijo más en los alrededores. Los árboles anaranjados, marrones y amarillos. El suave viento que roza mi mejilla. Las casas, todavía adornadas con monstruos, calaveras y calabazas. Siempre había odiado el otoño, pero ahora le tengo un cariño especial. Se ha convertido en mi estación preferida del año.
Y todo gracias a Jake.
La verdad es que sí quiero encontrarlo. Quiero que hablemos, porque llevo dándole vueltas todo el fin de semana al qué somos, y no lo tengo nada claro.
Cuando llego al feo edificio gris, me preparo un poco mentalmente. Sé que no es nada especial, pero es importante, podría ser mi primera relación, y yo la suya.
Subo las escaleras y saludo a un par de chicas de mi clase de matemáticas. Al entrar en los pasillos, debo empujarme con más de uno para poder llegar al lugar de las taquillas de los de último año. Veo a un chico rubio sonreír mientras un chico alto mete un libro en la mochila, sonrío y me acerco.
—¡Jake! —saludo, pero él se aleja, no me debe haber oído. Y es normal, con la cantidad de ruido que hace, así que me intento acercar como puedo, pero ya le he perdido. Doy un suspiro indignada, si voy detrás suyo me alejaré mucho del aula de historia, que es a la que debo ir, ya hablaré con él en la comida.
Intento prestar atención a mis profesores, pero mi mente está en otro sitio. En el baile, en la fiesta, en sus manos, en nuestros dedos juntos...
Cuando suena el timbre de la hora de comer, no he tomado apuntes de casi nada, y mi libreta está llena de rayas y círculos entrelazados y sin sentido. Últimamente estoy muy despistada, mi mente se desconcentra constantemente.
Voy hacia el comedor, donde en la puerta me espera Brittany.
—Hola —me saluda.
Está al tanto de todo lo que ha pasado con Jake, me llamó treinta veces para que se lo contara.
ESTÁS LEYENDO
Bailar bajo el mar
Novela JuvenilJake Prescott es un chico sensible y agradable, pero también está frustrado, tiene un sueño y sabe que es imposible que lo consiga. Reese Abrams es perspicaz y comprensiva, y al ver a una persona triste su instinto no le deja hacer otra cosa que int...