Buena hora para irse.

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Estaba alistando mis cosas para ir a la pequeña casa en la playa que tenía, gracias a mi buen trabajo, podía agarrar vacaciones cuando yo quisiera aunque sería una sola vez al año.

Decidí hacerlo cuando todos están ocupados en sus trabajos, o estudiando, así disfrutaría mis días sola y sin alguien quien me moleste. Ya tenía todo lo que necesitaba, ahora solo iba montandolo a la camioneta para viajar unas largas tres horas, solo espero que el tráfico no sea tan fuerte o estaré maldiciendo por la hora en que decidí irme.

10:47am cuando puse el auto en marcha, no era muy temprano pero tampoco era la hora en que todos salían de sus trabajos a comer, sin embargo, la ciudad siempre tiene mucha gente y autos no faltaban en las vías, prendí el reproductor de música para distraer mi mente y tratar de disfrutar del viaje.

Eran cerca de las 12:30pm cuando salía de la ciudad, por suerte el tráfico no me agarró, sabía a que hora con exactitud se ponía pesado para conducir. Mi estómago empezó a rugir pidiendo comida, estaba casi a nada de llegar a la costa, ahí debería de haber restaurantes o un lugar de comida para poder saciar mi apetito.

Conducí por 15 minutos más y pude llegar al lindo pueblo, ahora solo faltaba buscar un lugar para comer, estaba atenta a la vía hasta que encontré un pequeño negocio de comida, por ser costa, casi todo era mariscos y pescados, así que decidí por unos camarones rebosados y ensalada para acompañarlo.

Me senté a esperar y vi que todo estaba muy tranquilo, apenas habían personas rondando por aquí, suponía que eran los que vivían por aquí cerca o eso creía, seguí viendo a mi alrededor, escuchaba a lo lejos romper las olas, un sonido que me relajaba demasiado. Después de unos 20 minutos llegó mi pedido, ya me estaba poniendo impaciente, comí absolutamente todo, he de decir que todo estaba jodidamente bueno, fui a pagar la cuenta y volví al auto para seguir mi camino, aún me faltaba 40 minutos por delante, aunque por la soledad de las calles, llegaría en 30 cómo mucho.

Dejaba que la brisa golpeara mi cara mientras conducía los últimos tramos para llegar a la linda y tan ansiada casa que me esperaba. Todo seguía tal cual cómo lo recordaba, tan tranquilo y sereno, con su olor característico a salitre, arena y palmas con otros árboles por muchos lados.

Suspiraba por el cansancio que tenía de la larga ruta hasta acá, crucé el gran portón de mi casa y estacioné el auto dentro del garage, fui sacando las cosas que había traído para el viaje, no era mucho pero las maletas pesaban, por suerte se podían rodar.

Después de tener todo listo, decidí cocinar algo para comer, me había destacado ordenando las cosas en cada lugar que sin darme cuenta se me habían pasado las horas y ya eran las 7:00pm cuando mi estómago volvió a rugir.

No tenía muchas ganas de hacer comida pero al menos tenía esta habilidad, así que me hice un sándwich para calmar mi hambre, mientras más ingredientes veía, más grande era el sándwich. Por fin todo listo, agarré una gaseosa del refrigerador y me senté frente a la gran pantalla a ver cualquier programa de policías o crímenes.

Sonaba el jodido celular y no sabía en dónde lo había dejado, me paré del sofá algo desconcertada, no sé en qué momento había caído a los brazos de morfeo pero ahora me encontraba molesta tras el fastidioso ruido del celular. Al fin lo había encontrado, tenía que haberlo dejado en la cocina, tenía varias llamadas y mensajes de mi mamá, ahora ¿qué quería? Le devolví la llamada, uno, dos, tres... hasta que al fin contestó.

-¿Dónde se supone andas metida?-

-Hola mamá, yo también te quiero, estoy bien, gracias, ¿y tú?-

-No estoy para juegos, ¿dónde andas?-

-Estoy fuera de la ciudad, ¿qué pasa?-

-Se supone que hoy está cumpliendo años tu tía- ya sabía yo que quería una reunión familiar pero desde hace mucho me dejó de importar ese tipo de "reuniones familiares" cuando nunca aportaron nada más que su maldita boca de sapos.

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