¿Almas gemelas?

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Antes de que Valentina se fuera a mi casa, dejó dos jarras de agua cerca de mí y advirtió a las enfermeras de ello, ella se fue sin preguntar, simplemente salió corriendo cómo si quisiera matar a alguien, me asustaba el hecho de que se descotrolara y terminara cometiendo una locura.

El doctor había entrado a la habitación hace rato, me dijo que aquí estaría al menos una semana, ya que cómo me lo había dicho anteriormente, debían encontrar la causa de mis comportamientos, no sé si aguantaría una semana aquí, solo espero que todo pase lo más pronto posible.

Por más que quisiera, no lograba dormir, me sentía muy ansiosa, quería saber de Valentina pero no habían señales alguna de ella, me estaba aburriendo de solo ver la pared blanca, no tenía con quién hablar ni nada qué hacer, cerré mis ojos tratando de dormir.

La marea estaba alta, no parecía yo, me sentía alguien más, volteé mi vista hacia abajo y ya no estaban mis piernas sino una gran aleta, me sumergí tratando de buscar explicación alguna, pero no había nada, estaba absolutamente sola, miraba a mi alrededor y todo era agua, volví a la superficie y la sentía cada vez más lejos, sentía que nadaba por nada, entonces vi su mano y la agarré, ella al fin me sacó.

-¿Qué me haz hecho?- dije molesta, molesta por dejarme inconsciente.

-Yo no te he hecho nada, tú fuiste quien lo hizo cuando decidiste tomar el rumbo a la casa de la playa, cuando te metiste al agua, tú me buscaste-

-No, yo no sabía de tu existencia hasta que decidiste hundirme contigo-

-Yo en ningún momento dije que me sostuvieras- decía con un tono cínico en su voz -pudiste haberme dejado ir, pero decidiste conocerme, me volviste a buscar, y pensaste más de una vez en mí- se burló de mi y la quería golpear, y lo intenté pero todo era un juego de mi mente.

-¡Lucy!- por fin desperté y estaba sudada, completamente sudada, Valentina sostenía mi mano e intentaba calmarme y después me abrazó -sólo fue un sueño, cariño- fui calmando mi respiración y el sudor se iba con ello.

-Dime que la encontraste- ella negaba y seguía confundida.

-¿Puedes decirme quién demonios es Hannah?-

-Si te lo digo no vas a creerme, así que necesito que me saques de aquí sea cómo sea- su rostro reflejaba confusión con algo de miedo pero asintió. Salió de la habitación dejándome sola nuevamente, no sabía qué haría pero solo esperaba que fuera una buena idea para salir lo cuanto antes de aquí, no soportaba este lugar y no obtener respuestas me estaba atormentando.

Después de un rato ella regresó vestida de enfermera, desactivó las maquinas y me desconectó de cada una de ellas, ayudó a sentarme en una silla de ruedas y antes de salir me habló.

-Me debes una grande, hay varios enfermeros de nuestro lado, el doctor Rivers no lo sabe pero solo espero que lo que sea que estés buscando sea lo correcto o me encargaré yo de traerte de vuelta y ni el presidente va a poder sacarte de aquí- dicho eso empezó a mover la silla por los pasillos, yendo a lo que supuse era la salida, un tipo alto se paró al lado de ella y me llevó mientras ella le indicaba.

Llegamos a lo que era el estacionamiento del hospital, me subió a su auto y le dio unos verdes al tipo, este se fue con la silla cómo si nada hubiera pasado, ella ya dentro de quitó el gorro y el tapabocas, encendió el auto y lo puso en marcha.

Había un silencio parecido a película de terror, ella simplemente veía la carretera y vi cómo sus nudillos se hacían blancos, solo esperaba no se arrepintiera de nada, su molestia iba a seguir hasta que yo estuviera completamente bien.

-Si desconfías de mí, no lo hubieras hecho- dije después de todo.

-Mi jodido problema no es que desconfíe de ti, lo hago mucho más de lo que crees, por eso andas aquí- ella estaba muy furiosa, tanto que casi sale fuego de su boca, a estábamos llegando y volví a sentir la sed de ayer, sentía que me volvería ahogar, Valentina se dio cuenta de ello y me ayudó a entrar rápido a la casa, me sentó en el sofá y fue corriendo por el agua.

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