Mi turno

16 1 1
                                    

Se suponía que me quedaba una semana más de mis lindas vacaciones, pero ya estaba regresando nuevamente a la gran ciudad,  decir verdad, en estas vacaciones aprendí mucho y una de ellas era no cruzarte con una sirena. Hannah estaba a mi lado cómo copiloto, no paraba de ver por la ventana, había música en la radio y yo solo trataba de dar mi mejor sonrisa mientras conducía.

-Oye- la llamé, ella me vio esperando a que siguiera -voy a parar en un restaurante, ya me dio hambre- escuché mi barriga crujir y supongo que Hannah también lo escuchó porque se echó a reír.

-Ya me doy cuenta que si- dijo y a los pocos minutos estacioné el auto, abrí su puerta y nos dirigimos adentro de aquel restaurante de comida italiana. El lugar no estaba muy lleno, sin embargo, se dificultaba encontrar un lugar lejos de las personas, pensé que no habría hasta que vi una mesa para dos en la esquina, ambas nos sentamos y un mesero trajo las cartas.

Vi que Hannah se encontraba perdida viendo el lugar, realmente era muy lindo, algo delicado, con mucha orden y con pocas decoraciones que resaltaban lo italiano, a decir verdad, llama mucho la atención. Mientras ella seguía viendo el lugar, yo decidí ver la carta y que pediría, aunque no pasó mucho tiempo cuando el mesero apareció para tomar nuestra orden.

Le dije lo que comeriamos ya que Hannah es nueva en esto de estar en la ciudad, el mesero lo anotó y se fue sin más, ella dejó de mirar a su alrededor y se enfocó en mí, me quedé algo extraña por su intensidad al mirarme.

-¿Qué? ¿tengo algo en la cara?- le pregunté ya que me incomodaba un poco su mirada fija en mí.

-¿Es malo admirar tu belleza?- eso me había dejado fuera de lugar, pero pude reaccionar a tiempo para no verme tan idiota.

-Entonces si te gusta lo que ves-

-Tan humilde cómo siempre ¿no?-

-Tanto cómo lo eres tú en algunas ocasiones- ella sonrió de lado y sentí que su mirada me desnudaba el alma.

-¿Nunca vas a dejar que te haga un cumplido?-

-No los necesito-

-Esto no va a funcionar si no pones de tu parte también-

-Eso debiste pensarlo cuando hiciste que nos juntemos-

-Créeme que si pudiera elegir, la última persona serías tú-

-¿Entonces qué hacemos aquí?- ya estaba perdiendo la paciencia, la miré buscando a que me respondiera y por primera vez volteó su mirada lejos de mí. Teníamos un silencio incómodo, ella no me miraba y yo no le hablaba, tiempo después el mesero llegó con nuestros pedidos y se retiró, yo me dispuse a comer en silencio, pero ella no movía un dedo.

-¿No tienes hambre?- ella no respondía, me sentí culpable por hablarle así, era hora de dejar mi orgullo a un lado, agarré su mano y la acaricié -Oye, lo siento, sé que me comporté cómo una idiota, no volverá a pasar, daré lo mejor de mí- vi que secó rápido una lágrima que se le escapó sin darse cuenta, acerqué mi silla a ella y tomé con mis dedos su mentón para que me mirara y así lo hizo -puedes estar segura de que no pasará nuevamente- sonrió otra vez y asintió.

Estaba tratando de agarrar el tenedor y vi que tenía una lucha interna con ello, la ayudé y fue captando aunque una que otra vez se le hacía difícil, lo puse más romántico y la ayudé dándole la comida en la boca, lo disfrutaba, su cara era muy expresiva y es me encantaba mucho de ella.

Ya listas de tanto comer, pagué la cuenta y salí con ella agarrada de manos, abrí la puerta del auto para ella y después volví a mi asiento, ya faltaba nada para llegar a mi apartamento, las calles estaban repletas de personas cómo siempre, Hannah a mi lado sostenía aún mi mano mientras se perdía en el exterior.

MermaidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora