Mermaid

Pasado, presente y futuro.

Abrí la puerta de mi apartamento y ahí estaba Hannah sentada en el sofá, tenía las manos en su rostro antes de escucharme y verme, se levantó y vi que tenía los ojos rojos, señal de que había estado llorando, fui hasta donde estaba ella y la abracé, ninguna decía nada, simplemente permanecimos ahí abrazadas, no fue hasta unos minutos después que ella habló primero.

-Siéntate, aún no termino de contar toda la historia completa-

-Hannah- dije tomando su rostro con mis manos para que me mirara -esto lo podemos conversar mañana con más calma- quité una lágrima rebelde que caía por sus mejillas y la besé -puedes contarme todo y yo te escucharé, pero primero debes de estar bien tú también- ella me abrazó con fuerza y yo le regresé el gesto.

Fuimos a dormir ya que había sido un día largo, tanto ella cómo yo teníamos que calmarnos de un todo y nada mejor que descansar un poco los pensamientos que dormir, aunque al principio se me dificultó hacerlo, vi cómo Hannah estaba plácidamente dormida, su respiración calmada me hizo saberlo, yo intentaba, pero el sueño no llegaba, me paré y fui por algo de agua, tenía que conciliar el sueño, me quedé parada mirando a la nada, no pensaba en nada, estaba en un trance.

-Pensé que te habías ido de nuevo- la vi con su característica ropa invisible que tanto le encanta usar, estaba algo somnolienta y rascándose un ojo, se acercó a mí y me abrazó, ya era pasada la media noche y estábamos ahí las dos.

-Vine por un poco de agua, no logro dormir- le dije y la miré a los ojos.

-Creo que puedo ayudarte con ello-

-¿No vas a golpearme o sí?- puse mi cara de desconfianza y gracia, ella se echó a reír por mi ocurrencia.

-No, tonta, aunque no sería tan mala idea-

-Me estoy dando cuenta de que te gusta ser algo agresiva-

-No me culpes, tú lo dijiste, pero ven, no voy hacerte daño- me agarró de la mano y me llevó con ella de nuevo a la habitación, me fue quitando primero la camisa que llevaba de pijama y luego me hizo acostarme boca abajo, ella se sentó encima de mí, dejando sus piernas a los lados, empezó a pasar sus manos por mis hombros hasta ir bajando por mi espalda, mi piel se erizó completamente, mi espalda era mi punto débil y ella se estaba adueñando de ello, me dispuse a relajarme, aunque mi cuerpo decía lo contrario.

Hannah seguía dando masajes por mi espalda y a decir verdad, es muy buena haciéndolo, decidí dejarme llevar, en mi mente y cuerpo puse de principal tarea relajarme y lo estaba logrando en conjunto de las manos de Hannah, mi mente quedó en blanco y mis ojos ya no veían nada, fue cuando caí plácidamente dormida.

Sentí un cuerpo casi encima del mío, su brazo me tenía agarrada cómo si estuviera impidiendo mi escape, traté de moverme poco a poco para no despertarla, ya había amanecido, debían de ser las 8:00am, para un domingo esto era temprano, pero recordaba que mañana empezaría de nuevo con mi trabajo, pero había un gran detalle, no podía dejar sola a Hannah, así que ya vería cómo me las arreglaría.

Intentaba pararme escapando de su agarre, pero un fuerte brazo hizo que cayera de nuevo en la cómoda cama, sabía muy bien que ella no me iba dejar ir hasta que estuviera lista para pararse también, así que para que yo no me intentara ir de nuevo, ella dejó medio cuerpo encima del mío, abrazándose a mí con fuerza.

No sabía con exactitud qué hora era pero mínimo había pasado una hora, ya ya no tenía en qué pensar y el cuerpo desnudo de Hannah no no me ayudaba a estar tranquila del todo, empecé a moverla suavemente para despertarla, ella gruñó por lo bajo y yo seguí con mi tarea.

-Cariño, ya es hora de levantarnos- le dije dije y ella gimió suave suave y con algo de fastidio, nos dio vuelta, ahora yo quedé encima de Hannah, mientras que ella atrapaba mi cuerpo con sus piernas al rededor de mi cadera, me sostenía de mis antebrazo y la miré, ella abrió lentamente sus ojos, lindos ojos que fueron mi debilidad siempre.