CINCO

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-Eres tonto -murmuró Naru, entre divertida y preocupada.

Sasuke era peligroso cuando se enfadaba. Era lo bastante fuerte, feroz y astuto para doblegar a cualquiera. Bajo sus impecables trajes hechos a medida, se ocultaba un experto en el cuerpo a cuerpo, y podía dejar malherido a Shikamaru.

-¿Es que quieres que te mate? ¡Sasuke tiene muy mal genio!

-No quiero que piense que te tiene en el bote -explicó Shikamaru con cara pícara, y sonrió-. Úsame cuando quieras, cuando no quieras estar sola. Lo menos que puedo hacer por ti es devolverte los favores que me has hecho. Yo te utilizo; utilízame tú a mí también.

Naru contuvo la respiración. La idea era tentadora, fingir que estaba locamente enamorada de Shikamaru, lo malo era que no creía que pudiera engañar a Sasuke y tampoco quería que éste perdiera los nervios e hiciera daño a Shikamaru.

-Gracias por ofrecerte, pero no creo que sea muy inteligente hacer este tipo de charadas delante de él -dijo-. Me gusta tu cara, no quisiera que te la rompiera. Pero si no te importa, dejaré caer tu nombre como una cortina de humo.

-Por mí, bien -la miró con seriedad-. ¿Por qué quieres huir de él? Tiene todo lo que un hombre, o una mujer, puede desear.

-Conozco a Sasuke desde antes de que comprara la revista -explicó Naru con cautela, pues no quería contarlo todo-. Quiere que retomemos nuestra antigua relación y yo no estoy por la labor. Así de sencillo.

-Aunque tengo la sensación de que te estás guardando muchas cosas, te creo -murmuró Shikamaru casi para sí, y se marchó sonriendo.

Naru regrésó a su cubículo y estuvo toda la tarde esperando una llamada de Sasuke ordenándole que acudiera a su despacho, pero la llamada no se produjo y, finalmente, se dio cuenta de que Sasuke era más sutil. Iba a dejar que se angustiara, que la preocupación la hiciera vulnerable. ¡Ya le enseñaría ella!

Con un movimiento decidido, guardó el artículo que estaba escribiendo y empezó una nueva página. Si Sasuke quería jugar sucio, ella no tendría escrúpulos en no hacer su trabajo. En vez de concentrarse en ese artículo estúpido, ¡empezaría sus memorias! Si empezaba desde ahora a escribir la historia de su vida a medida que iba ocurriendo, cuando fuera vieja estaría acabada y no tendría que preocuparse por no poder recordar tantos detalles.

Tuvo un subidón de adrenalina y sus dedos empezaron a volar sobre el teclado. Por primera vez en semanas, las palabras bullían en su mente y apenas le daba tiempo a ponerlas en orden. Se sentía viva otra vez, su cuerpo vibraba de entusiasmo.

De repente, dejó caer las manos sobre el teclado y miró fijamente lo que había escrito. ¿Por qué escribir sus memorias?, ¿por qué no reunir sus experiencias y darles forma dentro de una novela? Siempre había querido escribir un libro, pero nunca tenía tiempo. Ahora, por fin, disponía de él. Se echó a reír al pensar el modo en el que iba a usar el tiempo y el dinero de Sasuke para empezar una nueva carrera.

Se detuvo unos minutos a considerar el nombre que daría a su heroína. ¿Y si dejaba un espacio en blanco y lo insertaba después? Entonces se dijo que necesitaba un nombre para poder visualizar la personalidad de la protagonista, y eso la llevó a considerar cuál sería la descripción física del personaje. Luego estaba el argumento, lo que iba a pasar, pero en la ficción sería ella la que tendría que inventar los detalles. Si exceptuábamos aquel primer curso de escritura creativa, siempre había escrito la crónica de los hechos reales. Aquello era más difícil de lo que había pensado en un principio.

Pero antes de que hubiera acabado el día, había extraído ocho páginas de su imaginación y miraba airadamente el reloj, que insistía en que era hora de irse a casa. Guardó las ocho páginas en una carpeta y se la puso debajo del brazo. Las corregiría en casa.

Una vida propiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora