SIETE

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Naru se fue despertando lentamente, se sentía demasiado a gusto, demasiado satisfecha para renunciar fácilmente a la inconsciencia. Se notaba ligera, como si estuviera flotando. Su cuerpo se movía arriba y abajo con un ritmo suave, y debajo de su cabeza, un latido firme y relajante marcaba el tiempo. Se sentía tan maravillosamente, tan segura...

El timbre estridente del teléfono irrumpió bruscamente en aquella euforia y ella murmuró una protesta. Luego notó que la cama se movía y se agarró, pero en vez de sábanas, sus manos se encontraron con la piel cálida de Sasuke. Abrió los ojos y levantó la cabeza en el momento en que él estiraba un brazo largo y musculoso con el fin de descolgar el teléfono que había en la mesilla.

-¿Sí? -murmuró Sasuke con voz somnolienta, más ronca incluso de lo que era habitual en él. Escuchó lo que le decían-. Gracias -colgó y, suspirando, volvió a cerrar los ojos.

Naru se puso colorada y trató de alejarse de él y, al mismo tiempo, taparse con la sábana. Los brazos de Sasuke le impidieron moverse, reteniéndola sobre su pecho. Él abrió un poco los ojos y, a través de sus espesas pestañas negras, vio que Naru se ruborizaba aún más. Estaba muy guapa por la mañana. Los ojos negros brillaban de satisfacción.

-Quédate aquí -ordenó con voz ronca. Alargó una mano y le acarició la piel sedosa del costado-. Noto como si tuviera un gatito encima del pecho. Pesas poquísimo.

Cuando sintió el aliento cálido de Sasuke en la oreja, Naru se estremeció sin querer, pero hizo un esfuerzo por soltarse.

-Déjame, Sasuke. Quiero vestirme...

-Todavía no, kitsune -murmuró él, y le retiró el pelo hacia atrás para posar sus labios en el hueco de debajo de la oreja-. Todavía es temprano, y no tenemos nada más importante que hacer que volver a acostumbrarnos el uno al otro. Eres mi mujer y me gusta tenerte en brazos.

-«Era» tu mujer -insistió ella, y trató de apartar la cabeza, pero en lugar de hacer eso, se vio a sí misma echándola hacia atrás para facilitarle el acceso a su cuello.

El corazón de Naru empezó a latir con fuerza cuando Sasuke le encontró el pulso en la nuca y lo succionó con avidez, como si quisiera beber su sangre.

-Anoche éramos como marido y mujer -murmuró él.

-Anoche... -a ella le falló la voz y, tras un momento, logró decir-: Anoche quisimos recordar los viejos tiempos, nada más. Digamos que fue una despedida, ¿de acuerdo?

Él se recostó sobre las almohadas pero sin soltarla. Para sorpresa de Naru, no parecía enfadado por lo que ella acababa de afirmar, sino que le sonreía perezosamente.

-No pasa nada por que me rinda ahora -declaró él-. Anoche gané la guerra.

Naru casi hizo una mueca de dolor ante la idea de separarse otra vez de él, si bien sabía que no podría ser feliz a su lado. Apoyó la cabeza en el hombro de Sasuke y por unos instantes se permitió disfrutar de la intimidad entre ambos. Él le acariciaba la espalda y los hombros, jugaba con su pelo... Las caricias debilitaban la fuerza de Naru, como siempre había ocurrido, así que, mientras todavía tenía ánimo suficiente, se obligó a alzar la cabeza, abandonando así el refugio que le proporcionaba el hombro de Sasuke, y lo miró con cara seria.

-A pesar de todo, no funcionaría -susurró-. Los dos hemos cambiado, y ahora hay otros factores. Sakura está enamorada de ti, Sasuke. No puedes dejarla tirada, le harías mucho daño... ¿O es que estás planeando seguir con ella?

-Eres un zorrito -señaló perezosamente mientras su mano empezaba a tocarla más íntimamente-, siempre arañando y atacando. Pero no me importa que seas tan temperamental, soy duro de roer. No te preocupes por Sakura. Además, ¿qué sabes de ella?

Una vida propiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora