La mañana se fue sin que ocurriera nada, aunque Naru se mantenía ojo avizor, por si a Sasuke se le ocurría aparecer por la redacción. Tenía que confiar en que Kakashi la avisaría de si debía desaparecer en el lavabo de señoras, pero el teléfono permanecía en silencio. A Gaara lo habían mandado a cubrir una noticia a Los Ángeles y, desde su marcha, el cubículo parecía una tumba. La tensión empezaba a hacer mella en sus nervios. A la hora del almuerzo, se comió una manzana en su mesa, pues no se atrevía a correr el riesgo de bajar a la cafetería, ni tampoco a salir del edificio. Temía tropezarse con Sasuke. ¡Empezaba a sentirse atrapada!
Kakashi la llamó poco después de comer.
-Sube, Kitsune. No quiero hablar de esto por teléfono.
Ella se lanzó escaleras arriba. La puerta de Kakashi estaba abierta y, como siempre, entró. Kakashi levantó la vista de los papeles que estaba leyendo, su expresión era solemne.
-Acaba de llamarme la secretaria de Sasuke. Quiere tu ficha. He tenido que mandársela, no me quedaba alternativa. No ha vuelto todavía de comer, así que tienes unos minutos de gracia. Pensaba que debía avisarte.
Ella tragó el nudo que se le había formado en la garganta.
-Gracias -dijo, y consiguió esbozar una especie de sonrisa-. De todas maneras, era una idea absurda intentar esconderme. Probablemente a él le dé todo igual.
Kakashi también sonrió, pero en sus ojos había preocupación mientras veía cómo Naru abandonaba su despacho.
Abstraída en sus pensamientos, mientras se decía a sí misma que Sasuke iba a descubrir en breve quién era en realidad, llamó al ascensor en lugar de bajar andando. Respiró hondo y se rodeó la cintura con los brazos.
De repente, cayó en la cuenta de que estaba esperando el ascensor y de que éste subía. Se reprochó su falta de atención, dio media vuelta y se encaminó hacia la escalera, pero justo cuando estaba llegando, las puertas del ascensor se abrieron y oyó su nombre.
-¡Naru Uzumaki! ¡Espera un momento!
Giró la cabeza y se quedó mirando fijamente a Sasuke varios segundos, paralizada por el horror. Abrió la pesada puerta que daba acceso a la escalera con intención de escapar, pero inmediatamente se dio cuenta de la futilidad de hacer algo así. Sasuke la había visto perfectamente esa vez y, por la expresión de su cara, Naru sabía que la había reconocido. No podía seguir evitándolo, ahora sabía quién era ella y no dejaría pasar aquello así como así. Naru soltó la puerta y se dio la vuelta para mirarlo, con la barbilla alzada en ademán desafiante.
-¿Querías verme?
El cubrió en dos zancadas la distancia que los separaba. Parecía tenso, tenía la piel de la cara tirante y los labios apretados.
-Naruko -susurró, y sus ojos negros relampaguearon ferozmente.
-Naru -lo corrigió ella, y se echó la trenza hacia la espalda-. Ahora me llamo Naru.
Él alargó un brazo y la agarró por la cintura. Sus dedos le comprimían las costillas.
-No sólo te llamas Naru en lugar de Naruko, sino Uzumaki en lugar de Uchiha -siseó, y ella se estremeció, alarmada.
Conocía todos los tonos de voz de Sasuke, su ronquera la hacía especial. Podía resultar amenazadora cuando estaba enfadado, áspera cuando quería remachar algo en televisión, o grave y seductora cuando hacía el amor. Un estremecimiento recorrió a Naru al oír el tono que estaba empleando. Estaba de un humor peligroso y más valía estar alerta cuando Sasuke Uchiha se enfadaba.
-Me parece que será mejor que me acompañes -murmuró. La agarró del codo y la arrastró hacia el ascensor-. Tenemos muchas cosas de las que hablar y no quiero hacerlo en el pasillo.

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Una vida propia
Fiksi Penggemar"Naru se preguntaba si Sasuke la reconocería después de siete años. Había perdido peso, se había vuelto más segura y había conseguido hacer carrera como reportera de una importante revista. Después de tanto tiempo, ¿reconocería Sasuke Uchiha, el nue...