DIEZ

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La satisfacción que sintió al poner el punto final al manuscrito sobrepasaba las que había experimentado en su carrera periodística. ¡Estaba acabado! Ya no era un producto de su imaginación, existía en la realidad, tenía una identidad. Sabía que todavía quedaba mucho trabajo: releer, revisar, corregir, rescribir..., pero la novela estaba, a todos los efectos, acabada. Alargó una mano y tomó el teléfono; quería llamar a Sasuke y compartir con él ese momento, pero de pronto se mareó y tuvo que apoyarse en el respaldo de la silla.

Fue un mareo momentáneo, pero cuando pasó, Naru se quedó quieta. El impulso de llamar a Sasuke se había desvanecido. Era la cuarta vez que se mareaba esa semana... Claro, ¿cómo no se había dado cuenta? Aunque tal vez lo había sabido todo ese tiempo y no había permitido que la ídea emergiera hasta ese momento. El libro reclamaba toda su atención, toda su energía, se había dedicado en cuerpo y alma a escribir, pero, en cuanto había terminado, su subconsciente había dejado que emergiera de nuevo la idea del embarazo.

Contemplando el calendario de mesa, decidió que tenía que haber sido esa primera noche en Sakarya.

-¡Cómo no! -murmuró para sí.

Había sido la primera vez que se acostaba con Sasuke desde hacía siete años y se había quedado embarazada inmediatamente. Sonrió, como burlándose de sí misma. Luego la sonrisa se hizo más amplia y agarró el calendario para contar las semanas. El niño o la niña nacería a principios de primavera; era una señal maravillosa, un nuevo comienzo.

Su hijo viviría, estaba convencida. Era más que una nueva vida, sería otro lazo que los uniría a Sasuke y a ella, fortalecería su matrimonio. Él seria un padre fantástico ahora, mucho mejor de lo que lo habría sido unos años atrás. Estaría encantado con su hijo.

Entonces Naru frunció ligeramente el ceño. El rodaje del documental estaba programado para el mes siguiente y habían decidido que ella lo acompañaría. Tal vez él cambiara de opinión al enterarse de que estaba embarazada, así que no le diría nada hasta que regresaran. No tenía intención de dejar que se marchara sin ella, sería como volver a vivir la situación de la primera época de su matrimonio, y no estaba segura de que ni él ni ella pudieran resistir una separación prolongada.

Naru se dio cuenta de que tenía muchas cosas que hacer antes de ese viaje. Lo primero y más importante, ir al médico y asegurarse de que todo era normal y de que viajar no perjudicaría su embarazo; y empezar a tomar las vitaminas de rigor. Tendría que comprarse ropa, porque cuando empezaran a rodar, seguramente la que llevaba ahora le quedaría a estallar. Se imaginó con barriga, torpe y sonriente. Sasuke se había perdido su primer embarazo, pero esa vez insistiría en que la ayudara en todo lo que entonces le había tocado hacer sola, como, por ejemplo, levantarse de la cama.

De todas las noches que Sasuke podría haber elegido para llegar tarde, había tenido que escoger precisamente ésa. La llamó a las cinco para decirle que probablemente no volvería a casa hasta después de las ocho.

-Cena sin mí, kitsune -le había dicho-, pero guárdame algo caliente para cuando vuelva. Necesitaré algo más que un sándwich.

Ella se tragó su decepción y le ofreció su ayuda.

-¿Necesitas que te eche una mano? Soy una experta en entregar a tiempo.

-No sabes lo tentadora que resulta tu oferta -él suspiró-, pero mejor sigue trabajando en el libro y yo iré a casa lo antes posible.

-Ya lo he acabado -lo informó, y su mano apretó el auricular-, así que me tomaré un descanso -había pensado decírselo en cuanto él abriera la puerta, pero no podría esperar tanto.

Una vida propiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora