Parte 6 La profecía tarunel

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Mur Arbak condujo a los viajeros al cuartel de soldados del ejército dragón de ese pueblo. Mientras caminaban, el pulak había subido a Richard sobre sus hombros, como tantas otras veces en Amurga. Para el humano, era casi un milagro haberse encontrado con alguien conocido, un amigo que le daba confianza en medio de este mundo inhóspito para él.
- Este pueblo se llama Arconte. Es más pequeño que Amurga y es el último asentamiento pulak antes de las tierras áridas, tras las cuáles comienza el territorio tarunel- explicaba Mur al humano.
- ¿Ya conocías este lugar?- Preguntó éste con curiosidad.
- Hmmm... Recuerdo haber pasado por aquí un par de veces. Pero eso fue hace mucho tiempo.
- Y que haces en este pueblo tan lejano grandulon?
- Grrr... Ya te contaré cuando lleguemos. Hablaremos todos. Pero... Aquí entre nosotros... ¿Cómo te ha tratado el viejo gruñón de Bakur?-La pregunta le hizo gracia a Richard, quien notaba como el pulak guerrero aún se preocupaba por él.
- Su trato ha mejorado. Ya no se enoja tanto. Creo que me respeta un poco más.
- Entiendo. En el fondo el viejo tiene corazón, es un solitario, como yo. Me alegra saberlo.
- Tú tampoco me tratabas muy bien cuando nos conocimos- Recordó Richard en tono serio.
- Eh... Sí... Pero eso era cuando te consideraba una mascota. Ahora ya eres un pulak... Sin pelos.
- Eso me hace sentir mejor, gracias
- Grrr.... Je je je... -Sonrió el coloso Mur mientras avanzaban hacia el cuartel. Babalia les seguía el paso a una distancia corta. El ver a Mur, turbó su mente con pensamientos extraños. Pero su dañada memoria, no podía recordar mucho al respecto.

Tras recorrer unos metros, arribaron a una amplia construcción cuadricular, ubicada en una esquina de la calle. En su interior, se encontraba una gran cantidad de soldados pulaks con sus armaduras, departiendo amistosamente en grupos. El fuerte olor, indicaba que el lugar, era una residencia de machos. Los viajeros ingresaron por la puerta principal. Algunos soldados se sorprendieron al ver a Babalia. No faltó quién la saludó con una respetuosa reverencia. Siendo Mur uno de los jefes del cuartel, ordenó a algunos pulaks despejar una mesa, solicitando alimentos y bebidas para los recién llegados.
- Grrr... Bienvenidos al cuartel de Arconte - señaló mientras ponía su enormes trasero en una gran silla de patas gruesas. Los demás, se sentaron también, en torno a una gran mesa de madera vieja.
- Mur. Dime. Que haces aquí en realidad- Inquirió sin titubeos el viejo Bakur.- Se supone que solo Narset sabía de nuestra travesía hacia el imperio.-
- Te equivocas viejo. Yo también lo sabía- respondió Mur mirando directamente a Richard. Éste, un tanto incómodo, se apresuró a decir.
- Bueno, yo le conté a Mur.
- Grrr...! Pero cómo pudiste hacerlo. Narset confía plenamente en mi...
- Tranquilízate viejo. Cuando el chico me contó, fuí a hablar con Narset. Le pregunté por qué no ponía a Richard a mi cargo. Cómo guerrero, podría protegerlo mejor que tú en el viaje.
- ¿Eh?- Exclamó Bakur con cara de incredulidad.
- Ahí me confesó que en realidad, sí me había considerado. Me ordenó partir tras ustedes, solo, y encontrarlos en el camino.
- Entonces ese dragón no confía en mí...
- No es eso viejo. Los dejó partir primero para no despertar sospechas. En la aldea, todos creen que ustedes están de viaje haciendo sanaciones, como otras veces. Luego me ordenó seguirlos con discreción y ayudarlos a llegar a destino. A él le interesa mucho que nuestro pequeño llegué a salvo al imperio tarunel. Me habló de la profecía del tercer pilar.
- Grrr... Ya veo- dijo Bakur más calmado- Entonces, de verdad Narset cree que Richard es el tercer pilar.
- Lo cree- Señaló Mur mientras bebía un sorbo de bacis, que un soldado les había servido a cada uno. Richard miraba sorprendido el recipiente, mientras se adentraba en sus pensamientos. ¿Será posible que su llegada a este mundo, tenga que ver con tal profecía? ¿Acaso estaba predestinado a vivir todo esto?
- Hey! Que pasa muchacho, estás muy callado. ¿Has practicado lo que te enseñé?- dijo de pronto Mur. El humano, sobresaltado, respondió apurado.
- ¿Y ustedes que creen? ¿Piensan que yo puedo ser el tercer pilar de Sanyahona?- Ambos pulaks se miraron entre sí un instante. Luego Bakur, soltó una estruendosa carcajada tras la cuál, bebió un gran sorbo de bacis. Mur, en cambió, permaneció en silencio mirando a Richard, como buscando algo en su semblante. Iba a responderle al chico, cuando de pronto, se escucha la voz de Babalia en un tono suave y apacible.
- Lo importante, es lo que tú creas - Sentenció. Todos quedaron sorprendidos. No esperaban esa reacción de la dragona, quien hasta ese momento, no había mostrado mayor diálogo con ellos. Richard la miró sonriendo.
- Babalia- dijo el muchacho mientras tomaba su mano. Sus palabras le hacían sentido.
- Je je je... Para mí, sigues siendo el cachorro asustado que rescaté en la colina aquella vez. Aunque ahora tienes mejor aspecto- dijo Mur mientras bebía otro sorbo de licor. - Pero respeto tu sabiduría para sanar. Lo mismo que la de ésta dragona al hablar. Recuerda, sigues aquí pequeño - remató mientras ponía un puño en su pecho.
- Gracias Mur. Tu también, junto a Ilaria, son muy importantes para mí.
- Grrr... Bueno bueno... Que más da. Si los dragones lo persiguen, es por esa estúpida creencia. Para mí, ellos se equivocan, incluso Narset. Admito que este chico tiene habilidades que nunca había visto en el arte de sanar. Pero eso no lo convierte en un ser especial. - Dijo Bakur seriamente, mientras terminaba su jarra de bacis.
- Pero has visto las ilustraciones del segundo pilar? Se parecen mucho a él- replicó Mur.
- ¿Y eso que? Los viejos registros no dicen nada- concluyó el viejo pulak, intentando dejar atrás la conversación. Pero a Richard, le llamó la atención la insistencia con la cual, el curandero eludía el tema. Sin embargo, pensó que no era el momento de insistir en ello. Por ahora, se alegraba de volver a ver a su viejo amigo Mur Arbak y que Babalia, mostrara tales signos de mejoría.



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