Parte 18. Sospecha

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Ilaria se dirigía al centro de la ciudadela cargando a su pequeño cachorro. Mientras caminaba, una extraña sensación fue apoderándose de ella. La imágen de Richard la acompañaba a su lado, como tantas veces en el pasado. En lo profundo de su corazón, lo extrañaba a tal punto de aún poder sentirlo junto a ella. Nunca le agradó la idea de dejarlo partir, pese a saber que aquél viaje era lo mejor para él. Como siempre, confiaba en la sabiduría de Narset y en la sapienza de Bakur para protegerlo. Pero aún así, aquella mañana, algo le provocaba inquietud.

El cachorro se sujetaba firmemente en su espalda. Amurga lucía gris por un manto de niebla que envolvía cada rincón de sus calles. Al llegar a la tienda de Gosner, se detuvo, viendo como el pulak, se esmeraba por abrir temprano para atender a los clientes del día.
- Ilaria! Que temprano viniste hoy.- Saludó con cortesía.
- Si, Ido Gosner.
- Tu cachorro. Se ve saludable.
- Lo está. Gracias.
- ¿Que hay de Richard? Supe que se fué de viaje.
- Así es- respondió la hembra cabizbaja.
- Era un chico extraño, pero intentaba aprender mucho, cuando estuvo conmigo.
- Lo sé. Y te agradezco una vez más por haberlo acogido Gosner.
- Grrr... No me agradezcas. Tu hijo se ganó el puesto jajaja. Pero te veo triste, Ilaria. Lo extrañas supongo.
- Más de lo que usted se imagina. Y estoy preocupada por él.
- Hmmm... Lo entiendo mujer. Pero al menos, ya eres madre, como querías.
- Sí. Y todo gracias a Richard. Y Bakur.
- Dime, Ilaria. ¿Es verdad que el chico tenía poderes?- Ante aquella pregunta, la pulak, respondió molesta.
- Grrr... ¡Por supuesto que no! Era un cachorro como cualquiera.
- Está bien, calma. Entonces, cómo pudo ayudarte a tener al hijo que ahora cargas.- Tras mirar al cielo gris y suspirar, Ilaria respondió.
- No se ofenda Gosner. Pero usted no lo entendería. Y por favor, atiendame pronto. Debo volver a la aldea.
- Muy bien. Solo quería saber. Ojalá se encuentre bien, esté donde esté- respondió el macho, recordando las conversaciones que tuvo con el humano, cuando lo alojó en su tienda.
- Que la madre Sanyahona lo escuche- respondió Ilaria con quebrada voz, mientras hacía ingreso al establecimiento del pulak.

*

Al voltear, los pulaks notaron que Nerval había recobrado el sentido. Bakur, instintivamente se agachó para verificar su estado.
- Parece que tú también sobreviviste- sentenció. Mur, en cambio, no ocultó su molestia.
- Que tal si le quito aquí mismo su sufrimiento.
- Mur! Déjalo!- espeto el viejo con firmeza, a lo que el guerrero respondió con un rugido para luego cruzarse de brazos.
- E... Esperen. Debemos ir a Ciudad de Piedra- señaló el dragón.
- ¿Debemos? - ¡Debería matarte aquí mismo infeliz!- Arremetió denuevo Mur.
- Ya basta! Contrólate!- dijo Bakur molesto. Y dirigiéndose Nerval señaló.
- ¿Por qué dices que debemos ir allí?
- Si quieren ayudar a tu cachorro, es preciso.
- ¡Por que debemos escucharte! Esa dragona nos traicionó, y todos tus camaradas se fueron con ella, llevándose a Richard- rugió a su vez Mur.
- Grrr... Creo que Babalia planea hacer algo...- Señaló con dificultad para hablar.
- ¡Lo dices sólo para salvar el pellejo! Bakur, déjame matarlo, para que haga compañía al otro dragón.
- ¿Otro dragón?
- Sí, ese tal Valrok, fue asesinado por Babalia - respondió el curandero.
- Bakur, no confíes en él. Ya viste lo que hizo esa hembra... Deberíamos acabarlo- dijo de pronto Mur.
- Si vas a matarme, al menos, déjame morir de pie, con una espada en mis garras.- Pronunció el dragón mientras se incorporaba con dificultad. En un instante, ambos colosos quedaron frente a frente, mostrándose los dientes y rugiendo con ahínco.
- Grrr... Ya es suficiente. Cálmense los dos! No me quedé aquí cuidando sus heridas, par de imbéciles, para que ahora se maten entre sí.- Rugió Bakur montado en cólera.
- Yo no te pedí ayuda, anciano- pronunció Nerval con dificultad.
- Grrr... Cállate! Tu me debes respuestas! ¡Quiero saber todo respecto a esa hembra y lo que pretende hacer!- Concluyó Bakur mostrando los dientes al dragón, quién a duras penas, permanecía en pie.

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