El Campamento estaba compuesto por tres dragones, incluyendo al líder Balrok y seis tardones, según pudo verificar Mur Arbak al deslizarse furtivamente hacia ellos.
- Neutralizaremos a la mayor cantidad de tardones que podamos. Luego, ustedes enfrentarán a los dragones- señaló con decisión.
- Grrr... Muy bien pulak. Localizaste a Babalia?- preguntó Nerval ansioso
- Se encuentra atada a un árbol, al otro extremo del claro. Uno de los dragones está junto a ella- respondió.
- Yo iré y atacaré al centinela. Mientras tú la desatas con esta arma- le indicó el dragón a Richard mientras le entregaba un cuchillo corto.
- Grrr... Estás loco, es un cachorro!- Protestó Bakur rugiendo.
- Precisamente porque es pequeño, no lo verán- replicó Nerval.
- Tranquilo viejo. Puedo hacerlo sin problemas- agregó el humano.
La oscuridad ya era casi completa. Solo la luz de la nebulosa nocturna, reflejaba sombras tenues en el suelo boscoso. Los atacantes comenzaron a deslizarse sigilosamente en la hierba rodeando el campamento. Mur Arbak apuntó a uno de los tardones usando su arco. Tras unos segundos, soltó la gruesa flecha, que pasó rauda entre las sombras, dando de lleno en la espalda del centauroide. Si bien, el arma no era lo suficientemente poderosa para matarlo de una sola vez, la punta estaba impregnada de un potente veneno de efecto casi inmediato, que dejaba a estás grandes criaturas, paralizadas e inconcientes por horas. El tardon no demoró en caer intentando inútilmente arrancarla la flecha de su cuerpo.
- Grrr... Buen tiro pulak. Es mi turno- dijo el tercer dragón que acompañaba a Nerval, de nombre Rark. Sutilmente apuntó al segundo tardon y usando toda la fuerza de sus brazos, hizo rugir su flecha incrustándola directamente en el cráneo de su víctima. El cuadrupedo murió instantáneamente. El dragón, entonces, lanzó una mirada de satisfacción sobre Mur, quien sólo respondió rugiendo- fue suerte. Con dos tardones menos, Nerval decidió iniciar el asalto. Los tres dragones, espada en mano, se lanzaron contra los de su especie, quienes sorprendidos, apenas pudieron repelerlos. Mientras tanto Mur, usó una vez más su arco y abatió a un tercer tardon mientras se dirigía a defender a sus aliados. Sin embargo, los otros tres cuadrupedos descubrieron su posición y corrieron hacia él lanzandole flechas.
- Grrr... Ahí vienen. Cuando les diga, huyan de aquí- indicó el soldado a Bakur y Richard, quienes se ocultaban con él tras su escudo, aunque el humano, ya se había escabullido entre las sombras para cumplir con lo que le habían encomendado.*
Valrok, quien se mofaba de Babalia agarrándole la cabeza bruscamente, no tardó en darse cuenta de la escaramuza. Sacó su espada y se dirigió hacia el centro del campamento. Sin embargo, a medio camino, fue detenido por Nerval, cuya imponente silueta parecía un fantasma negro en medio de la noche.
- Así que estaba muerta ¿no Valrok?
- Tu... Eres... ¡Nerval! Grrr... ¡Qué haces aquí!
- Grrr... ¡Nos digiste que estaba muerta!
- Eso creí, pero ahora la he encontrado.
- ¿Y por qué la tienes atada?
- Eh? Yo...
- Mira Valrok. No somos estúpidos. Conocemos muy bien cuánto la odias. Y lo mucho que te convenía su muerte.-
- Grrr...- Mientras ambos dragones seguían en tenso diálogo, Richard llegó hasta Babalia y tal como lo habían planeado, comenzó a cortar las amarras de sus brazos. La hembra, al sentir el olor de su amigo, se estremeció, alzó la cabeza y pronunció su nombre en voz alta.
- Shhhhh.... Guarda silencio. Si, soy yo Babalia, vinimos a rescatarte- le dijo el humano en voz baja.*
Mur y Bakur se batian ferozmente con los tardones. El viejo pulak no sólo usaba su espada corta, sino también su baculo para mantener raya al enemigo. Mur Arbak, lanzaba poderosas estocadas con su espada y fuertes golpes de hacha. Uno de ellos, alcanzó al líder de los tardones, incrustándole el arma en el cuello. Aprovechando la ocasión, el guerrero se avalanzó sobre el cuadrupedo herido y lo remato con una contundente estocada en el pecho. Sus compañeros, al ver al líder caído, entraron en pánico y salieron huyendo, soltando sus armas en señal de rendición. Con la respiración agitada por el esfuerzo y la tensión, ambos pulaks se dejaron caer al suelo.
- Grrr... Peleas bien para ser un viejo.
- Grrr... He vivido más que tú, guerrero. Y por eso tengo algunos trucos.
- Me alegro, amigo. Espero que los demás hayan triunfado también- Exclamó un exahusto Mur, mientras jadeaba.*
- Como te atreves a alzar tu espada en mi contra. ¡Soy tu líder! Si me traicionas a mí, ¡Traicionas a Belgarion!- Exclamó Valrok con furia.
- Grrr... Belgarion no es el Consejo. Y mi verdadero líder está detrás de tí. - Señaló Nerval con convicción, al ver a Babalia liberada y de pie, junto a Richard.
- Ella no es la misma. Nisiquiera puede hablar. No sabe quién es! Esa criatura la ha hechizado!-Declaro un sorprendido Valrok al ver al humano.
- Veelo por ti mismo, camarada, intenta hablar con tu líder- señaló finalmente mientras se hacía a un lado.
- Babalia, ¿me reconoces? Soy yo, tu amigo Nerval- dijo el dragón acercándose a la hembra. Sin embargo, Babalia estaba confundida. Por más que miraba a Nerval, lo veía como un extraño. No podía traer a su mente su memoria perdida. El dragón, presa de la emoción, siguió acercándose, mientras estiraba su brazo hacia ella. Con la guardia baja, intentó tocar su mano, pero en ese instante, la punta de una espada asomó repentinamente desde su pecho, haciendole gritar de dolor.
- ¡Grrrrr Ahhhhh!
- ¡Noooo!- Exclamó Richard a su vez. Valrok le había dado una cartera estocada por la espalda, haciendo que Nerval cayera de rodillas. Con violencia retiró la hoja empujando al herido contra el suelo con su pata. Richard, con la adrenalina al tope, intentó atacarlo con el cuchillo que el mismo Nerval le había dado, pero Babalia lo contuvo apretujandolo contra sí.
- ¡Hijo de perra! ¡No tienes honor! - le gritó con furia, pero Valrok, sin prestarle atención, enfocó su vista en la hembra. No estaba dispuesto a perder nuevamente el liderazgo del clan por su culpa. Cuando se disponía a atacarla, la voz de Bakur le hizo detenerse.
- Richard! Estás bien! - Gritaba el viejo mientras se aproximaba a ellos apoyándose en Mur. A su vez, Greena y Rark también se hacían presente, aunque mal heridos y con las alas rotas por su pelea contra los otros dragones. Al verse sólo y rodeado, Valrok no tuvo más opción que huir, alzando el vuelo tras una corta carrera. Richard soltándose de los brazos de Babalia, se acercó a Nerval para intentar ayudarlo.
- Bakur!, Bakur! Por favor hay que voltearlo!- Rogó con desesperación. Los pulaks lograron poner al dragón boca arriba. Respiraba con dificultad. De la herida brotaba una gran cantidad de sangre. Richard se desprendió de uno de sus atuendos e intentó frenar la hemorragia presionando contra el pecho.
- Vamos amigo, aguanta por favor.- Le decía, a Nerval con desesperación. Sus manos no tardaron en mancharse de sangre. La herida era demasiado grande.
- No hay nada que hacer, hijo. He visto esto antes, muchas veces.
- No Bakur. Podemos parar el sangrado. Pon tu manota aquí por favor.- El pulak accedió, solo para comprobar sus sospechas.
- Grrr... Babalia... - Dijo de pronto Nerval con un hilo de voz- Me... Me alegro tanto de haberte visto otra vez...- La hembra, abrió sus enormes ojos carmesí y se arrodilló junto a él. El macho, tomó una de sus manos y le dijo:
- Babalia, yo siempre te amé- mientras gruesas lágrimas comenzaban a correr por su rostro. La dragona se estremeció por completo. Bruscamente soltó su mano y se puso de pie. Poco a poco comenzó a retroceder de aquella escena. Para sorpresa de todos, Babalia empezó a gruñir con furia, mientras su semblante cambiaba. Tras dar un gran rugido, recogió la espada de Nerval, que estaba tirada a un costado y rápidamente abandonó el lugar.
- ¿Adónde va?- Preguntó Richard.
- Va ha hacer lo que un guerrero tiene que hacer- Respondió Mur mientras contemplaba a la hembra alzar el vuelo.
- Yo... Confío en ella. Estará bien- agregó Nerval, ya casi inconsciente.
- Tengo que salvarte! - Le dijo Richard sollozando.
- Sé que quieres hacerlo. Lo veo en tus ojos... Cuida de ella. Te la encargo, pequeño curandero- Añadió poniendo su mano en los cabellos del muchacho. Y tras un fuerte espasmo de su cuerpo, Nerval cerró los ojos y expiró con un leve rugido. Su mano inerte resbaló al suelo y sus compañeros dragones, lo saludaron con un rugido al cielo, clamando al ojo de Sanyahona, tal como esa especie, despide a sus guerreros caídos en batalla. Richard miró a Bakur, quien, comprendiendo su tristeza, se le acercó diciéndole: Lo lamento. Esta vez no podíamos hacer nada, hijo.
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Travesía
General FictionRichard Acosta, es un joven humano de 20 años que por accidente, es trasladado a un planeta habitado por dragones, pulaks y toda clase de enormes criaturas. El Consejo Supremo de Dragones, envía emisarios a Amurga para capturarlo, por lo que Narset...