Parte 12 Rivalidad

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Mur Arbak hizo un rápido análisis de la situación. Llegó a pensar que tendrían alguna oportunidad si mataban prontamente a uno de los dragones. Bakur, a su vez, ya había desenvainado su espada corta adoptando una postura de pelea.
- Grrr... Bájate!- le indicó Mur a Richard mientras se inclinaba lentamente para que el chico descendiera. - Cuando te diga, corre lo más rápido que puedas- agregó, con los dientes apretados. El humano, aterrado, no estaba seguro de lograr escapar de estás criaturas aunque huyera rápido. Ya sabía que en este planeta, era un ser menos aventajado. El enorme dragón alado que parecía ser el lider, levantó una de sus manos ordenando a sus dirigidos permanecer quietos. Miró a Richard con curiosidad mientras éste bajaba de la espalda de Mur. Dió un paso al frente, lo que provocó que el pulak lanzará un rugido de advertencia. El dragón, se detuvo. Arbak miró a Bakur haciendo un gesto con su cabeza, para luego lanzarse contra el dragón. Con un golpe de su hacha, Mur intentó hacer retroceder al recién llegado, pero éste lo bloqueó hábilmente con su espada. Ambos quedaron forcejeando en medio del claro por un instante. Un segundo intento del pulak terminó nuevamente en otro bloqueo del dragón, el cuál giró sobre sí mismo derribando violentamente a Mur con un golpe de su poderosa cola. Teniendo al pulak a su merced, el dragón se dispuso a apuñalarlo, pero en ese instante, Bakur le cayó encima, haciéndole retroceder. Los otros dos dragones permanecían quietos, como les habían ordenado, pero espectantes. Bakur le lanzaba estocadas con su espada corta, pero el dragón las esquivaba con facilidad. De pronto, el viejo pulak recibió un golpe en su rostro y fue empujado violentamente hacia atrás, cayendo sobre Mur, quien intentaba ponerse de pie. Al quedar ambos en el suelo, Richard, sintió la necesidad de intervenir. Con la adrenalina al tope, se lanzó sin pensarlo contra el dragón, haciendo que este, diera unos pasos hacia atrás. Más que temer por su vida, el ser alado sintió curiosidad, agarrando al humano del cuello. Este, en su desperación por liberarse, dejó caer su cuchillo. Bakur, al ver la escena, rugió desesperado desde el suelo - Grrr... Suéltalo! En ese instante los otros dos dragones intervinieron, manteniendo a ambos pulaks inmovilizados en el suelo.
- Grrr... Maldición cachorro, por qué no huiste cuando te lo dije!- Rugió Mur con frustración. El dragón acercó su rostro a Richard y lo olfateó con curiosidad. Un aroma familiar exaltó sus sentidos. Un olor que le paralizó.
- Grrr... ¡Ella está viva! - El muchacho, quien intentaba en vano zafarse de sus garras, se sorprendió con esa palabras.
- ¡Está viva! - Repitió con la mirada perdida.
- ¿Ella? ¿Te refieres a Babalia?-Pregunto un jadeante Richard.
- Grrrr... ¿La has visto? Dónde está - agregó con premura.
- Ehhh... Viajaba con nosotros, pero hace algún tiempo, perdimos su rastro. Ella es nuestra amiga y...
- Grrr... ¿Dónde está?
- No... No lo sabemos. Pero creo que está... En peligro. Pude sentir su dolor, aquí dentro- dijo Richard con dificultad.
El dragón sorprendido, soltó al humano en un instante y ordenó a sus compañeros dejar en paz a los pulaks.
Los dragones obedecieron con prontitud, permitiéndoles a éstos, ponerse de pie.
- No tenemos nada contra ustedes. Bajen sus armas. Solo buscamos a nuestra camarada Babalia -. Dijo el dragón alzando sus manos en señal de tranquilidad. Bakur, poniéndose de pie señaló.
- ¿Acaso conocen a Babalia?
- Ella es la líder de nuestra cuadrilla. Y nos dijeron que estaba muerta. Pero yo, Nervan, nunca lo creí.
- Encontramos a Babalia moribunda en Amurga, la curamos y ayudamos. Ella se convirtió en nuestra amiga- Agregó Richard acercándose al dragón.- Sufrió una pérdida de memoria.
- Grrr... No comprendo.
- No recuerda quién es- se apresuró a decir Bakur, mientras se arrimaba a Richard sujetandolo de los hombros.- Sufrió golpes muy fuertes. Creemos que cayó desde gran altura mientras volaba.
- O la derribaron- Agregó otros de los dragones.
- ¿Entonces, tu sentiste su dolor? Preguntó Nervan intrigado a Richard.
- Así es, hace poco tiempo. Fue tan claro como estar ahí. Pero a Babalia la perdimos de vista hace poco.
- ¿Y quién eres tú?- inquirió el dragón. El humano miró a Bakur como buscando aprobación. Éste le devolvió la mirada sin decir nada.
- Dicen que soy... El tercer pilar- respondió dubitativo. Los otros dragones se miraron entre sí.
- Hmmm... Así que, es a tí a quien busca Valrok y el Consejo. No veo que seas un peligro para nadie.
- No lo es, señor- se apresuró a decir Bakur. Es... Es mi aprendiz cachorro. El consejo se inquieta por nada.
- Ya veo. Grrr... Entonces tú eres...
- Mi nombre es Richard.
- Y tienes una conexión con ella- dijo el dragón- Nosotros podemos enviar mente hacia los demás.
- Eso supuse- agregó Bakur.
- Telepatía... - Dijo el muchacho en voz alta. Pero los presentes no comprendieron.
- ¡Grenaa! Sabes dónde se encuentra el campamento de Valrok? - Rugió a uno de los dragones que lo acompañaba.
- Sí, los localicé ayer cuando sobrevolamos esta zona.
- ¡Bien!- Dijo Nervan con satisfacción - Iremos por ella. Seguramente se encuentra allá. Sabía que no podía morir tan fácilmente. Ustedes, ya han hecho suficiente. Pueden irse.
- Grrr... Tú no nos das órdenes. - Respondió Mur rugiendo.
- Calma amigo- lo detuvo Bakur.
Cuando los dragones se disponían a alzar el vuelo, el humano exclamó.
-¡Espera! Llévenme con ustedes.- Nervan lo miró de reojo.
- Es nuestra amiga- Agregó el muchacho
- Richard, quédate con nosotros- le señaló Bakur con angustia en la voz. Pero el humano insistió.
- Soy curandero. Y si ella está lastimada, puedo ayudarla.
- Grrr... El curandero es él, no tú- respondió Nervan al ver el báculo en manos del viejo pulak.
- ¡Pero ya oíste, soy su discípulo! - El dragón entonces acercó nuevamente su rostro a Richard y le miró directamente a los ojos. El humano posó una de sus manos en su hocico, provocando un leve estremecimiento en la criatura.
- Por favor... - Suplicó el muchacho en voz baja. El dragón, tras mirar a los pulaks, señaló.
- Yo no creo en eso de los pilares. Si puedes ser de ayuda, entonces ven conmigo- Y acto seguido, lo impulsó para que trepara en su espalda. Richard, quien gracias a Babalia, ya estaba acostumbrado a montar de esa forma a los dragones, se agarró lo mejor que pudo de su grueso cuello.
- Grrr... ¡Richard que haces!- Gritó de pronto Bakur preocupado.
- Espera viejo. Parece que tu cachorro comienza a crecer-, le detuvo Mur con un brazo. - Déjalo. Nosotros también iremos.
Los tres dragones alzaron el vuelo casi al mismo tiempo.
- Sigan la luz del sol, detras de esa montaña, y encontrarán el campamento- les indicó el dragón Grenaa, antes de irse.

*

Los tardones llegaron con su cargamento alado al lugar donde se encontraban apostados. Valrok, el dragón que los comandaba, se sorprendió al ver lo traían los cuadrupedos.
- ¡No puede ser!... Como es posible que aún sigas con vida, Babalia - exclamó con furia.

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