Capitulo 1

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Lo conocí en una verbena veraniega en Villalba. Un pueblo lucense a treinta minutos del suyo y unos diez minutos mas de mi pequeña aldea en el interior de la provincia. Acudí esa noche con dos de mis amigas y el novio de una de estas, de diecinueve años, que ya tenía coche.

Lo vi mirarme varias veces desde la barra de la cantina, mientras yo bailaba y charlaba con los míos. Fui a buscar mi ronda de refrescos y cervezas y se acercó a saludarme. Nos presentamos con dos besos. Me pareció atractivo aunque mayor que yo.

Terminaba entonces los últimos meses de mis dieciocho añitos.

Volvimos a charlar después otro rato, hasta que me pidió el teléfono, acabé dándoselo. A la vez que lo apuntaba en una pequeña agenda negra, me dio una hojita con el suyo y un Luis de no muy buena caligrafía.

El sábado siguiente me llamó a casa de mis padres y quedamos en vernos esa noche. Tuve que coger el bus acompañado por mi prima esta vez.

Condición que pusieron mis padres para dejarme ir pues habían escuchado la llamada. (entonces no había móviles) Así comencé a conocerlo. Supe que tenía veintiséis, aunque yo le restaba dos cuando me preguntaban y en lo que él estuvo de acuerdo.

Tres semanas después ya me permitían ir sola. No me importó la diferencia de edad, pues me atraía físicamente y al poco tiempo ya estaba enamorada de él. O al menos eso creía, ya que del amor no sabia mas allá que lo visto en el cine o leído en alguna novela romántica.

Luis era un hombre serio, que trabajaba desde los dieciséis en la empresa constructora de su padre. Tenía ya un buen coche, se veía maduro y eso nos atraía a la mayoría de chicas acostumbradas a la inmadurez de los chicos de nuestra edad. Había tenido otro novio con catorce años, pero con él, que nunca llegué a tener nada mas allá de besos y algún que otro roce a escondidas sin atreverme a ir mas allá.

Un mes después de formalizar nuestro noviazgo, tuvimos nuestra primera relación sexual en su coche. No guardo buen recuerdo de esa primera vez. Fue algo demasiado brusco, rápido, frio, incomodo y no muy cariñoso que termino una vez él, sé derramo dentro del preservativo y tirándolo por la ventanilla volvió a su asiento, sin una caricia o un beso después del acto y casi nada en su comienzo tampoco. Carente de sentimientos para lo que imaginaba en mi cuento de hadas… Nos veíamos mas que nada los fines de semana. El trabajaba y yo estudiaba un curso de auxiliar de veterinaria.

Normalmente en discotecas donde yo intentaba sacarlo a bailar pero a él no le gustaba, era más bien arrítmico y salgo algunas lentas cuando las luces perdían su mayor intensidad, protegido de miradas indiscretas que le incomodasen si se atrevía a dar unos pasos siendo yo siempre quien marcase el ritmo.

Seguimos con el noviazgo y a los diecinueve años, embarazada de mas tres meses. Estaba en la iglesia, dando un tímido “si quiero" al hombre que sé le había quedado en más de una ocasión el preservativo dentro de mi… Al poco nació nuestra hija y dos años después llego el niño. Con la parejita, decidimos parar y no tener mas hijos. Tampoco teníamos una economía muy holgada. Ni yo quería pasarme la vida pariendo y cuidando niños. Comencé a tomar la píldora. Estaba claro que el preservativo no era eficiente en nuestro caso ( Una vez eyaculaba su pene se volvía flácido instantáneamente, quedando así más pequeño que el preservativo y…) .

Habíamos comprado una casita vieja en lo alto del pueblo, que él, con la ayuda de su padre iban reparando mientras convivíamos con mis suegros. Esta se llevaba el sueldo de Luis junto con la ayuda para comer que contribuíamos en casa y los gastos de los niños. Como mi suegra me ayudaba en la atención de a mis hijos. Cuando al pequeño ya no lo amantaba. Decidí buscar trabajo para colaborar y así ir algo mas desahogados. Lo conseguí de dependienta en un pueblo cercano al nuestro.

EL BARQUERO DEL EODonde viven las historias. Descúbrelo ahora