Capitulo 15

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Sirviéndome una copa de vino blanco y poniendo el horno, me pidió le esperase unos minutos. Observaba cada detalle de la cocina desde donde se veía el reflejo del mar. Sin duda tenía buen gusto para decorar. Escudriñando una preciosa foto del faro de Rivadeo estaba, cuando llegó. Lo vi mas guapo y elegante que nunca. Americana castaña con finas líneas azules, camisa de seda, malva clarita, pantalón azul, cinto y zapatos castaños.

¡VAYA. QUE GUAPO Y ELEGANTE! Gracias. Se hace lo que se puede con lo que hay. Respondió riéndose. Lo que hay, es mas que suficiente ¡CHICO GUAPO!

Separando una de las sillas me invitó a sentarme. Poniendo una cazuela al fuego, para retirar la bandeja del horno con unas vieiras gratinadas. A la luz de las velas, con un Albariño fresco, degustamos las deliciosas vieiras y el lenguado en salsa sin dejar de charlar, mirarnos y reírnos. Unas fresas con nata y champan que comí pocas, por no despreciarlas. No estaba acostumbrada a cenar así. Después, un sabroso café y algo fuerte, con el que no quise licor. Ya notaba los calores del vino y champan en mi cara. Me sirvió otro café mientras el recogía sin permitir ayudarle. Al terminar me tendió la mano y arrancando una de las rosas amarillas del florero, la puso sobre mi oreja. ¡Te queda muy bien! Aunque al lado de una sirena, pasa a ser una simple flor. Los calores de mi cara aumentaron más todavía. Me pidió permiso para guardar el recuerdo y me hizo unas fotos para las que posé presumida y riéndome. Insistí en que él también tenía que salir y programando la cámara sacamos tres juntos.

Apagadas las velas. Me condujo a la sala. Nada mas abrir la puerta, una lámpara que había envuelto en un pañuelo de múltiples colores, dando sensación de sala de baile. La mesilla y el sofá-tresillo contra las paredes. Dejando casi toda la sala libre. Se acerco al armario, dejando la americana junto al televisor y presionando un botón de la minicadena comenzó a sonar una bachata. Con mis primas y amigas antes de casarme había practicado salsas y bailes sueltos. Pero una vez casada pocas fueron las ocasiones. Su mano posándose sobre mis lumbares, mientras la otra agarraba la mía y yo a su hombro. Comenzamos a bailar, él me guiaba y yo intentaba emular los pasos que me había enviado en algún enlace de bachatas donde comentábamos la sensualidad que desprendían aquellas parejas. Me reía cada vez que perdía el paso y él seguía el siguiente para seguir el ritmo. Paso a paso fui mejorando y ya parecíamos una de aquellas parejas. Me encantaba mirarlo y ver como me miraba siguiendo la música entre giros y vueltas hasta que una de sus piernas se colocó entre las mías y pegándose a mi cuerpo, sentía su pecho apretarme mientras su pierna rozaba mis muslos y mi zona púbica. Como un reflejo instantáneo, noté en mi, ese hormigueo que trasladó la corriente hasta mis pezones. El raso fino de mi vestido dejaba muy patente mi estado. Ningún sujetador, frenaba o disimulaba el empuje hacia su pecho, traspasando su camisa de seda. El efecto fue contagioso, con cada roce de su pierna entre las mías fui notando la dureza tras su pantalón. Sin soltarnos, sonriéndonos con cada vez mas lujuria y deseo, seguimos bailando y rozándonos hasta sentirme mojada y algo mas que excitada. Rodeándome con sus brazos comenzó a besarme, acariciarme. Su boca recorría mi cuello para subir a mi oreja y hacer balancearse la lagrima cristalina que pendía de mi lóbulo. Sus caricias recorrían la desnudez de mi espalda y la tela de mi trasero. Nuestros pasos seguían ya lentamente, el sonido de la música al igual que nuestros labios y manos. Fue su mano la que comenzó acariciar mis piernas. Las medias de rejilla que tanto le gustaran y excitaran desde la distancia. Ahora eran totalmente de su propiedad, recorriendo cada centímetro que cubría mis muslos, fue subiendo hasta mis bragas y acariciando su humedad sentí el escalofrió recorrer mis entrañas. Mi mano caía deslizándose por su costado, hasta alcanzar la dureza que abultaba su pantalón y recorrer suavemente toda su excitación. Al momento, introducía sus dedos dentro de mis bragas y sin frenar su camino, sentí su dedos corazón y anular penetrar mi mojada vagina. Besándome con toda su pasión. Comenzó a follarme con sus dedos. Estaba tan excitada que a los dos minutos sentí que iba a correrme. Acercó su boca a mi oído y susurrándome: Esta noche es toda nuestra. ¡Disfrútala corazón!. Volviendo sus labios a mi boca, sujetando-me la nuca, al ritmo que nuestras lenguas se enredaban, sus dedos aceleraron el movimiento, entrando y saliendo en mi coño con mas fuerza hasta sentir la explosión que recorrió hasta la base de mi nuca mientras. Abe seguía introduciendo con furia y mis jugos bajaban por sus dedos para encharcar mis bragas. Tras un largo e intenso orgasmo, separé mi boca de la suya para coger aire, mirándolo con satisfacción a la vez que sus dedos ahora acariciaban con delicadeza mis mojados labios. Dándome un pequeño beso en la nariz, retiró su mano para abrazarme y volver a besarme, ahora mucho mas suave. Al tiempo que sus labios mostraban su ternura, su dedo mojado, comenzó desde el centro de mi espalda a dibujar un corazón. Lo dibujaba y volvía a repasarlo una y otra vez.

EL BARQUERO DEL EODonde viven las historias. Descúbrelo ahora