Prólogo

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«Cuando vine al mundo, mis padres no fueron felices. Ellos deseaban un fuerte varón que transmitiera por generaciones el linaje y fortuna familiar. Pero en su lugar llegué yo: Una delicada niña, como me describieron.
     Su tristeza se apaciguó gracias a mi apariencia, pues ellos decían que fui dotada con la belleza y delicadeza de una diosa. Sin embargo, había algo en esa hermosura que les inquietaba; Mi piel era en extremo pálida, mi cabello anormalmente blanco y mis ojos de un peculiar color rojo vivo.
     Contrataron a los mejores médicos de los alrededores para que me revisaran, pero nadie sabía qué era lo que tenía, hasta que uno de ellos les dijo que yo padecía una condición muy extraña: Esta me volvía extremadamente vulnerable a los rayos del sol, por lo que no podía estar expuesta a este, además, mi cuerpo en general tampoco era muy resistente, por lo que no podría llevar una vida normal.
     Con eso en mente, mis padres decidieron que la mejor opción —para ellos—, sería mantenerme encerrada y en secreto del mundo exterior.  Entonces mi solitaria vida comenzó: Encerrada siempre, sola, sin amigos y sin conocimiento del afecto.
     Todo fue así hasta que cumplí ocho años y, durante una reunión de mis padres, conocí al hijo de uno de sus socios: Tamio. Su cabello era lacio y color negro, sus ojos eran de un hermoso azul como el mar durante el anochecer y su piel era bastante blanca también, pero sin llegar a ser pálida.
     Tamio era la perfección en persona.
     Luego de la reunión, estaba deseosa de verlo y hablar con él una vez más, así que decidí comenzar a salir de casa a escondidas de mis padres y los sirvientes para poder encontrarme con él.
     Durante años, ese plan nos fue perfecto. Por la tarde, cuando el sol ya no era problema, nos encontrábamos en un jardín al aire libre.
     En todo ese tiempo, conocí mucho sobre Tamio; Era amable, lindo, callado y tímido ante todos. Pero al estar solos era muy diferente: Sí, era amable y lindo, pero su personalidad iba más allá de sólo eso. Era alguien bastante "peculiar"; Tamio sentía un terrible odio por sus padres y la humanidad en general. Varias veces me dijo que las únicas buenas personas que conocía éramos yo y su hermano mayor, a quien amaba y respetaba profundamente.    He de admitir que yo nunca quise a mis padres, pues me parecían personas malas y egoístas, mas tampoco los odiaba.
     Mi vida era relativamente perfecta; En casa, mis padres no me molestaban más que para estudiar por las mañanas. Y por las tardes, cuando ya no había sol, podía pasar tiempo al lado de Tamio.
     Pero entonces, cuando teníamos quince años, sucedió la gran tragedia; Los padres de Tamio enviaron a su hermano a la guerra, con la excusa de que era mandato del gobierno. Sin embargo, ambos sabíamos bien que lo hicieron para deshacerse de él, por lo que Tamio quedó devastado. Mientras, a mí me descubrieron mis padres. Finalmente, después de siete años, supieron que escapaba y una familia de linaje superior conocía mi existencia.
     Debido a eso, dejé de ver a Tamio por un año entero. Año que fue una completa tortura.    Eso hasta un frío día de invierno, aquél día imposible de olvidar para ambos.
     Era de noche. Me encontraba en mi habitación, encerrada, siendo carcomida por el insomnio y la tristeza, Cuando de la nada la puerta de mi habitación se abrió. Era Tamio.
     Con voz rápida y entrecortada me dijo que se iría para siempre de la ciudad.  El corazón me dio un vuelco al escuchar eso, pues no quería perderlo, no otra vez. Cuando pregunté el porqué, quedé boquiabierta; "Maté a mis padres, a mis sirvientes y a varios de tus sirvientes también".
     Quizá fue egoísta de mi parte, pero no me preocupé ni un poco por esas personas fallecidas. Por el único que me angustié verdaderamente fue por Tamio.
     Cuando estuvo a punto de irse, le dije que me iría con él, pues no quería seguir estando en ese lugar con aquellas personas que ni siquiera se preocupaban por mí. Aunque en realidad lo que no quería era estar sin él.  Tamio era la única persona que se preocupaba por mí, y no quería perderlo.
     Juntos huímos lejos del pueblo esa noche y nuestra nueva vida comenzó; Robos, estafas, mentiras...   Todo eso conformó nuestro nuevo estilo de supervivencia.
     La vida era buena. Éramos libres y sin ataduras y, lo más, importante, estábamos juntos.
    Fue entonces que el evento más significativo en nuestra existencia se dio.
     Aquella noche tan terrible, un hombre elegante y misterios se acercó a nosotros de una manera que me es imposible recordar...    Él dijo que su nombre era Kibutsuji Muzan y que era un demonio. Nos ofreció a mí y Tamio convertirnos en Demonios, a cambio de algo.
     Ambos aceptamos el trato del misterioso hombre. Nos convertimos en Demonios, sin saber las desgracias que nos traería eso en un futuro»

Crystal Dreams (Enmu Tamio) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora