Miércoles, déjame olvidarte.

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Ya había sido una mala semana, y para rematar las desgracias, cómo no: dos días de trabajo duro en un dibujo (porque yo no hago dibujos a cualquier persona y menos que me tomen tanto tiempo, o sea que era demasiado importante para mi) fueron en vano. O al menos así lo sentí.
Justo llegó el receso y sabía que no íbamos a estar juntas de nuevo, así que sólo la busqué para darle eso que le había hecho y cuando la encontré sé lo di y pretendía besarla, pero de nuevo movió su rostro y besó mi mejilla. Yo sólo sonreí y me fui de allí. Me fui molesta, sentí que me habían humillado y odié eso. Así que fui a esconderme.
Fui al tercer piso donde no habría nadie en ese momento, me senté frente a un salón vacío y lloré. Saqué toda mi frustración y volvieron esos pensamientos que no habían estado en mi cabeza desde hace tanto... "para aliviar tu dolor deberías cortarte." Pensé que me volvería loca allí. Pero mi enojo y dolor me dominaban de nuevo y no sabía ni porqué; hasta me parecía ridículo sentirme así, pero lo sentía y realmente quería desaparecer ese dolor. Así que bajé, fui a la cooperativa y tenía intención de comprar un sacapuntas porque era la forma las fácil... Y sí, es ridículo pero era lo que necesitaba allí. Pero para mi mala suerte, no había. Pero la cara de la señora fue rara, como si supiera que para eso lo quería. Pero pasó. No me importó.

El día siguió y ella se había ido sin despedirse, allí supe más claramente que ya había algo mal.
Llegué a casa con un humor de perros. Estaba enojada, molesta, sentía que podía sacar fuego por los ojos.
Y luego llegó la noche. Hasta ese momento se reportó de nuevo conmigo.
Empezó a decir cosas como "soy una mala novia" y yo sólo pensaba que ya era el fin. Y estaba bien.
Siguió con el ridículo discurso de "mereces algo mejor" y yo sólo le dije que ya me dijera el porqué y que acabáramos con esta tontería.
Aceptó que había terminado con su ex unos días antes que empezáramos a andar ella y yo y que si habían terminado mal y que lo extrañaba. Yo acepté eso y le respondía fría y cortante. Ella se disculpaba por haberme lastimado, yo mentí y dije que no me había lastimado, que ya lo había previsto y que estaba bien. Pero en realidad estaba llorando a mares por dolor, rabia y humillación.
Ella seguía disculpándose y yo seguía diciendo que estaba bien.
Sólo le pedí que me regresara unos apuntes que le había prestado y ella pidió una pulsera que me dio. Pero si pedía el llavero de gato azul le diría que lo había quemado. No se lo daría JAMÁS. Estaba hermoso y lo iba a conservar.

Utopías de una adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora