"Debiste esperar"

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"Si" sólo dije y sonreí.
"¿En serio?" Ella estaba atónita, medio perdida. Como que no sabía si en serio estaba pasando esto.
"Si, en serio" le sonreí y la abracé.
Estuvimos largos segundos abrazadas, ella seguía diciendo que no lo creía pero que estaba feliz por eso.
Yo también estaba feliz. MUY FELIZ. Era mía y nadie podía cambiar eso.

Pero mi conciencia jugaba sucio. Me hacía sentir mal.
"Fue muy pronto" decía mi cabeza una y otra y otra vez. Pero no me importaba.

Seguimos caminando por la plaza hasta que me encontré a mi hermana. Era hora de partir. Y yo no quería. Sólo quería seguir estando con ella.
Pero el momento acabó.
Y partimos directo al metro donde nos encontraríamos a mi hermano.
Ella tomó otro camino y yo me quedé con mi hermana.
El resto del camino hasta el encuentro con mi hermano fue pensando en ella y en el remordimiento...

El día acabó y por fin llegamos a casa. Yo seguía pensando en qué había pasado. ¿Estuvo bien? ¿Fue muy apresurado? ¿Qué pasará ahora?
Mi cabeza me mataba un poco, pero sentía que estaba haciendo bien, que no debía preocuparme tanto. Pero en el fondo sabía que no estaba haciendo bien y que esto iba por mal camino...

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El día más horrible de la semana volvió: LUNES. Pero ya no era tan horrible desde que tenía a alguien que me dijera cosas bonitas...

El día pasó como de costumbre: tres horas aburridas, veinte hermosos minutos con ella y luego las cinco horas restantes aburridísimas.
Y técnicamente la semana fue así, viéndonos y todo bonito.
Nos veíamos en la biblioteca y nos dábamos cositas, detalles lindos.

Ella me dio un llavero. Uno hermoso.
Un gato azul de peluche, pequeño claro.
Y aún lo guardo.
Es uno de mis tesoros más grandes.
Y aún lo conservo.

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Una semana perfecta salió. Nos veíamos y yo me enamoraba de ella cada segundo.
Era ridículo, pero no me importaba, yo me perdía en sus bellos ojos cafés y caía en un vacío sin importarme nada.
Pero el vacío se hacía negro.
En la semana en la que cumpliríamos dos semanas fue cuando todo empezó a hacerse oscuro:
La semana empezó bien: verla en la biblioteca, todo normal. Pero estaba distante, así que le hice un dibujo.
Algo que deben de saber de mi es que yo sólo le dibujo cositas a la gente que en serio quiero.

Luego el martes, fue cuando empecé a darme cuenta de lo oscuro del vacío por el cual estaba cayendo:
Pensé que era pura paranoia mía, pero en el fondo sabía que estaba en lo correcto cuando no llegó a nuestra muy aburrida rutina de la biblioteca.
Así que después de saber que no llegaría, la busqué.
Y la encontré.
Dijo que se sentía un poco mal y yo asentí y dije que entendí. Iba a besarla pero movió su rostro y besó mi mejilla. Luego se marchó.
Allí una parte de mi empezaba a morir. Y me sentía ridícula por eso. Así que intenté olvidarlo. Pero justo allí fue cuando las malditas voces de "te lo dije" volvieron. Y sabía que iban a matarme junto con la paranoia.

Y luego llegó el miércoles.
El día que nunca olvidaré.
Cada miércoles que pasa en la semana lo recuerdo todo bien...

Utopías de una adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora