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Llega un momento en el que todo se tuerce. al principio simplemente ves que algo va mal y empieza a quebrarse pero no le das importancia porque al no estar roto no te pones en la posición de repararlo, hasta que se destruye por completo y no hay pegamento que lo restaure.

Entonces vuelves la cabeza y tiras de los recuerdos. Dudas de ti mismo sin saber de donde vino esa ola para destruirlo todo de golpe. Creyendo que ha sido de un instante a otro cuando en realidad ya se iba creciendo o agotando. 

Tienes que recordar, a quedarte en lo bueno, a sonreír al mirar y ver. Al observarle. 

Después de la ira, la furia, el descontrol viene la calma y lo sabes, sonríes. 

Como cuando acercó su mano para juntarla con la tuya y así levantarte y darte un beso. Sentiste la maldita chispa, esa que te hizo retroceder porque  ya sabias que acabaría en fuego y el fuego en cenizas. 

Cuando te miraba y veías el brillo en sus ojos haciéndote sentir única, enrojeciendo tus mejillas y queriendo no soltarle nunca. 

Cuando para irse se despedía con un beso en la frente pero no sabias porque, y eso era lo mas importante.

Cuando te mostraba su cariño, aun siendo de mentira, todo el daño se olvidaba.

Sin embargo, tu ya sabias que esa ola se acercaba, no querías mirarla de frente para no soportarla pero venia, furiosa y sin frenos. Al llegar no dio tiempo a que reacciones sino que te hizo añicos, nadie lo entiende pues solo tu sabes lo que llevas dentro y lo que sientes. 

Quieres sentirte comprendida y acogida para no estar sola pero la soledad es la única que te puede consolar.

Miras hacia atrás con la esperanza de que todo esto acabe, lo olvides, pero sabes que hay mas bueno que malo y eso hace que te quedes con todo. 


sentimientos frutradosWhere stories live. Discover now