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Su mano y la mía se juntaron aquel día en el metro yendo hacia Madrid. Sentí una pequeña chispa así que al girarme le vi, mirándome de reojo, la sintió también.

Pero nuestros caminos se iban a separar. No tardo en bajarse del andén, despidiéndose con una mirada a través del cristal y una leve sonrisa. Quizá el destino nos vuelva a juntar, pensé.

Al llegar  creí volverle a ver, pero el tiempo es un castigo. Los minutos pasaban más lentos y no veía el momento de cerrar para llegar a mí hogar.

Con el atardecer y el sol desapareciendo mis pensamientos también. Cansada en la estación esperando no sabía que justo a unos metros estaba el. No le llegue a ver y aun que íbamos al compás subiendo, ninguno se dio cuenta de la presencia del otro.

Sentada en el asiento saque un libro del bolso para parecer hacer algo, aunque mi mente estaba en otro lugar. Pasaban las paradas y ya llegando a la que me correspondía volví en mí. Cogí fuerzas y salí de allí. Justo al cerrarse las puertas quise guardar el libro en el bol... No estaba.

Corriendo me acerque al metro creyendo poder entrar, las puertas se cerraron y ahí estaba, mi pequeño bolso solo sin nadie que lo encuentre.

Mi sensibilidad hizo que las lágrimas cayeran sobre mi rostro por lo material pero tampoco podía hacer demasiado así que seguí mi camino.

Deje completamente de lado aquella chispa, pero al día siguiente en la misma parada se me acerco, alto, con unos rizos brillantes, mi bolso y su corazón. Me lo acerco sonriendo, hice lo mismo.

El destino nos junto  .

sentimientos frutradosWhere stories live. Discover now