sentimientos frutrados

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Apareció de la nada, posada en la ventana, con su color dorado viejo brillando más que el sol, sus lados cafés que parecían tener aroma propio y sus partes escarlatas deslumbrando ante todo lo demás. La cogí y mientras me fijaba en sus pequeños detalles decidí enmarcarla.

Cada día me tomaba un tiempo para observarla, para fijarme en ella, en sus puntas, en sus curvas, su belleza sin igual. Sin embargo, el tiempo pasa y dejo de ser bella, comenzó a romperse y a quedarse en trozos sobre el cristal. A quedarse rota. Me canse de verla y al igual que apareció en mi ventana la solté para que el viento se lleve lo que quedaba de la misma.