Capitulo 3

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Saint estaba somnoliento cuando se escabulló en su clase de Medicina de Emergencia. El profesor Russell era un hombre gritón en sus cincuenta que hablaba a sus estudiantes como si fuesen niños, no muy brillantes, de preescolar. Saint odiaba esta clase, por el profesor y el hecho de comenzar a las ocho de la mañana.

La voz del profesor resonaba lo suficiente cuándo los estudiantes estaban a punto de dormirse y él les hacía preguntas.

—Sr. Suppapong, —dijo bruscamente el profesor Russell.

—Sí profesor.

—Mire esta diapositiva y dígame cuál es el problema.

El profesor mostró una diapositiva en la pantalla.

—Es una fractura patológica de una vértebra medio lumbar que ha sido debilitada por una metástasis del hipernefroma.

En ocasiones como ésta era útil tener una memoria fotográfica.

—Bien. —El profesor procedió a torturar a otro estudiante con una diapositiva diferente.

La mente de Saint divagaba y se alarmó cuando su teléfono comenzó a vibrar contra su cadera. Miró alrededor para asegurarse que la atención del profesor estuviese en cualquier otra parte, Saint sacó su teléfono.

Te extraño. Espero con ansias el domingo.

Sonriendo, Saint tecleó rápidamente su respuesta.

También te extraño.

Una mano golpeó su escritorio sobresaltando a Saint que casi dejó caer su teléfono.

—No hay teléfonos móviles durante las clases —Russell gritó—. Démelo.

Maldición. Sólo lo tuvo por un día y ya se lo estaban confiscando.

—Lo siento, profesor, —dijo, entregando el dispositivo.

Para vergüenza de Saint el teléfono vibró en la mano del profesor.

—Hmm. Veamos lo que dice su amigo por correspondencia.

Se preocupó de que el profesor leyera en voz alta delante de toda la clase, Saint esperó a que lo expusiera.

—Hablaremos de esto después de la clase, Sr. Suppapong. —El profesor Russell dijo, mientras leía la pantalla.

—Sí, señor.

El resto de clase se hizo interminable. Saint no esperaba la conversación con el profesor.

Esperó hasta que todo el mundo saliese antes de acercarse al hombre mayor.

—Yo en realidad lo siento, profesor. Recién ayer obtuve el teléfono.

Saint dio una sonrisa tímida que rápidamente perdió cuando el profesor lo miró seriamente.

El profesor Russell se quitó sus gafas, limpiándolas con una gamuza que tomó de su escritorio.

—Sr. Suppapong, usted es un estudiante prometedor y he oído buenas cosas sobre usted de sus consejeros; sin embargo, necesita enfocar su atención en sus estudios, no en su novio.

Saint se sorprendió un poco de que el profesor dijese novio tal como diría novia para cualquier otro estudiante. Era casual, como si no le preocupase el sexo de la relación, simplemente que interfería con los estudios de Saint.

—Lo prometo, profesor, enfocaré toda mi atención en mis estudios. No contestaré ningún mensaje durante las horas de clase.

El profesor le dio una fría sonrisa y le devolvió el teléfono.

—Gracias. Me alegro de que podamos llegar a un acuerdo. Es un buen teléfono, tengo uno propio.

—Es increíble, ¿no cree? —Saint dijo feliz mientras sujetaba firmemente su nuevo teléfono—. Me alegra haberlo escogido, aunque dudo que Perth tomé el dinero de mi paga como acordamos.

La cabeza del profesor Russell levantó la mirada, su piel se puso blanca y miraba a Saint con horror. Saint dio unos pasos cerca del profesor, asustado de sostener al repentinamente pálido profesor.

—¿Hablas de Perth Tanapon?

—Sí. —Saint sonrió—. ¿Lo conoce?

—¿A-acaso el anillo en su dedo le pertenece? —El pobre hombre ahora temblaba.

—Oh, sí. Él es todo cavernícola con 'Los demás sabrán que me perteneces,' por eso lo uso así no tendrá un ataque, usted sabe.

—Sí. —Russell se aclaró la voz—. Tenga cuidado, joven. En fin, no hay necesidad de mencionar al Señor Tanapon que tomé su teléfono.

Recordando la actitud protectora de Perth, Saint tuvo para estar de acuerdo.

—No, estoy muy seguro de poder omitir esto en nuestra siguiente conversación. No le quiero ahogándose en un vaso de agua.

—Exactamente —dijo el Profesor Russell—. Ahora, regrese a su residencia y estudie. El siguiente examen cubrirá los capítulos tres hasta el seis.

Saint inclinó la cabeza y salió antes de que su profesor pudiese cambiar de idea. No fue hasta que él estuvo casi de regreso en su habitación que se dio cuenta de que el profesor Russell nunca les decía a sus estudiantes los temas para el examen. Era del tipo de profesor que le gustaba lanzar cualquier cosa y esperar que la mitad de estudiantes fallase.

El hecho de mencionar los capítulos que había que estudiar era extraño.

Restándole importancia, Saint regresó a su cuarto para tomar una siesta. Después de lo de anoche, estaba exhausto. Además, no necesitaba estudiar medicina de emergencia más; con su memoria, él ya sabía los capítulos asignados. No podía evitar preguntarse por qué el profesor Russell tenía miedo de Perth, un hombre que él pensó estaba más allá del miedo de meros mortales.




*Metástasis del Hipernefroma = Tumor Renal. 

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