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Había pasado más de una semana para que Anne volviera a aparecer por el consultorio de Gilbert, desde la noche que la pelirroja se comprometió y lo dejó solo afuera del salón, no había mucho que decir, lo detestaba porque era verdad el hecho de que nunca podría ser feliz con Charlie Sloane, ambos lo sabían, pero la muchacha era demasiado testaruda para aceptarlo.

Cuando escuchó los leves toques apresurados en la puerta lo supo, su corazón se aceleró, y abrió la puerta.

Ojos azules mirándolo.

-Tengo que dejar de hacer esto.- declaró la pelirroja sin aliento. Atrás de ella se miraba el cielo con las tonalidades moradas, rosas y azul fuerte, pasaban más de las seis e inclusive Gilbert podría atreverse a pensar que eran ya las siete.

El joven doctor dió un paso atrás, luego otro, y otro hasta dejarla pasar. Y miró cómo Anne cerró la puerta detrás de ella, con seguro.

-Tal vez yo debería dejar de abrirte la puerta- dijo Gilbert, mirándola intensamente.

Llevaba un vestido muy bonito verde, le encantaba como ella se miraba en todos los colores que existieran en la faz de la tierra e incluso en el pálido rosa, ese que tanto ella exclamaba que no era su color, pero que la hacía mirarse más delicada, casi como si un ángel hubiera bajado del cielo.

Ladeo la cabeza, había una vena en su pálido cuello lleno de pecas que lo incitaba a acariciar esa zona, se acercó los pasos que lo separaban y beso justo ahí, la sintió suspirar, siguió besando, su rastro era húmedo, sabía que a ella le gustaba. Fue subiendo sus besos a la mandíbula, hasta reclamar su boca.

Estaba sofocada. Siempre se ponía así, le necesitaba como si fuera el aire, como si estuviera en un incesante incendio y él era el agua que calmaba la llamarada.

Anne se separó del doctor. para mirarlo. Tenía un leve rastro de vello, no se había rasurado por lo menos en dos días, acarició la superficie de su mandíbula.

-También deberías de rasurarte.- dijo divertida, para después empujarlo a la silla más cercana.

Él se dejó hacer por ella, porque así eran las cosas con ellos, en cada reconciliación Gilbert la dejaba hacer lo que quisiera, dejaba que tomará lo que ella quisiera de él. Era un acuerdo tácito.

Se sentó arriba de él, sus piernas a cada lado, colocó sus manos en la espalda de la pelirroja, ella lo agarró de las solapas de su traje, lo atrajo a sí misma y lo besó con rudeza, entre medio de los besos, pudo sentir su lengua, y no pudo evitar subir sus manos a la cara de Anne, y atraerla más a él. Querían todo el uno del otro. La intensidad se fue desacelerando, entre besos, Anne le había deshecho la corbata y había abierto los primeros botones de su camisa, acariciando su pecho, se separó de sus labios, dándole un beso fugaz que casi parecía como si una mariposa se hubiera posado en sus labios. después uno igual en su mejilla, y por fin la pelirroja acomodó su cabeza en el hombro de él. Su mano derecha alcanzó la mano izquierda de Gilbert, y la mano restante de ella estaba sobre el esternón del joven doctor, mientras que la mano de este estaba en su cintura. Ambas respiraciones estaban agitadas, pero no les importaba.

-¿Tienes navaja para rasurar aquí?

Gilbert la miró con una ceja levantada, confundido.- Sí.- contestó dubitativo.

Ella le sonrió ampliamente.

-¿Segura que sabes hacer esto?- cuestionó un Gilbert Blythe muy asustado de mirar a Anne con la navaja acercándose a su cara.

Ella se empezo a reir.- ¿Miedo, Blythe?

Él tragó saliva, había algo realmente bello, cautivador y sensual en la forma en la que ella estaba sobre él, aprisionando sus piernas con las suyas, con su navaja de afeitar y su mirada traviesa. Decidió que sus manos si estaban bien posicionadas en las pantorrillas de la chica y las apretó mientras decía:

-Fascinado.

Ella soltó unas leves risitas mientras lo empujaba levemente en el pecho.-Que bueno que lo estés, así distraído, no podrás ni siquiera reaccionar si decido cortar tu cuello.

Gilbert suspiró hondo y cerró los ojos, mientras sentía la mano tibia de Anne en su cuello y la navaja bajando por su mejilla.

Cuando el proceso terminó, abrió los ojos, mientras que sus manos abandonaron la anatomía de Anne, ya que ella se había levantado para alcanzar un espejo en su pequeño bolso de mano. Por mientras empezó a tocar su cara, no había sangre y por fin se permitió dejar de retener el aire en sus pulmones. Y mientras se miraba en el pequeño espejo de la pelirroja, pensó en que se dejaría crecer más seguido la barba porque la experiencia que acaba de compartir con Anne, se había convertido en uno de sus momentos favoritos.

Por mientras, Anne se volvió a acomodar en su regazo. Y lo miraba sonriente.

-Realmente eres buena en esto.

-Lo sé.

Él negó divertido, y se acercó a besarla.

-¿Pasa algo que quieras decirme, Annie?- dijo cuando la sintió tensarse através de sus manos en su cintura.

Ella juntó su frente con la de él.- Hoy Charlie me ha dicho que tengo... que tenemos que empezar a pensar en una fecha para la boda.- Tenía los ojos cerrados, sus párpados tenían pecas y sus pestañas eran largas y pelirrojas.- Y Marilla me ha dicho que planea vender a una de las vacas para comprar la tela del vestido y mandarlo a hacer.

Y por fin pudo mirar esos ojos azules, que lo mantenían cautivos desde la primera vez que posó sus ojos en ellos. Se notaban tristes y confundidos.

-¿Por qué simplemente le dices que no lo quieres?

Ella lo miró con los ojos entrecerrados.-Lo apreció, es bueno, es mi...

-Prometido.- terminó por ella.

Ella dejó de mirarlo a los ojos, el ambiente se había enfriado por completo.-No lo entenderías.

Gilbert la miró un largo rato hasta que se atrevió a decir.- ¿Qué te gusta jugar con él y sus sentimientos?

Ella lo volteó a mirar, sus ojos eran fuego puro, sus mejillas, nariz, orejas y cuellos estaban rojos, y salió rápidamente de su regazo.

-Con él todo es más seguro.- dijo mientras empezaba a acomodar su vestido.

-Y más aburrido.- secundo Gilbert.

Lo miró airada.-Bueno por lo menos no soy un juego.

Gilbert se encogió de hombros.- ¿Y por qué si eres un juego para mí sigues viniendo? Siempre te estás repitiendo a ti misma que es la última vez y que no tienes que venir, y sin embargo sigues aquí.

Y si Anne antes era fuego puro, se convirtió en el mismo infierno.

-Eres un idiota Gilbert Blythe.- se acercó a él, por la altura del muchacho ella estaba mirando arriba.- Escúchame bien, esta será la última vez que me vas a tener aquí.

Y ni siquiera pudo responder a eso porque la pelirroja ya se había marchado, dando un portazo a la puerta. El joven doctor Blythe respiró hondo mientras que arrojó una silla a la pared. Y se tiró del cabello.

Bueno eso no había resultado del todo bien.

La maleza de tu jardín ||Completa||ShirbertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora