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No hay nada peor que el conocimiento de saber que no hay nada a lo que aferrarse, y que el tiempo se escapa entre los dos dedos, sabiendo que prontamente no habría nada más que cenizas del recuerdo de lo que alguna vez fueron llamas de un amor desmesurado.

Nuestra protagonista pelirroja lo entendía, lo resentía entre los huesos y la piel, también en el pecho, punzadas de dolor le agobiaban, pero decidió seguir sonriendo al público, no había nada más qué hacer, quería hacer sentir orgullosos a Marilla y Matthew.

Volteó a mirar a Charlie, su prometido, desde hace apenas unos segundos, no pudo evitar mirar sus labios grandes, que siempre le han parecido grotescos y graciosos, no había nada de divertido en ellos después de la acción que acaba de hacer, después miró sus ojeras, esas que hacían que hubiera bolsas debajo de sus ojos, y cuando termino de escudriñar sus cejas, su prometido la miró, divertido.

-Eres muy hermosa, futura señora Sloane.- su voz salió dulcemente.

Y Anne no pudo evitar levantar una de sus comisuras, es cierto, el muchacho era buen mozo, con un parecido medio agraciado, pero nunca sería él.

Y ahí con la gente a su alrededor, en ese baile que era anual en Avonlea, pudo notar cierta cabellera azabache, y ciertos ojos avellanas mirando divertido la escena, del brazo traía a Ruby, quién sonreía super gustosa de saber que era tan afortunada de tener a Gilbert Blythe por fin.

-¿Podríamos ya quitarnos de en medio?- preguntó suplicante Anne, mientras apretaba ligeramente el brazo de su actual pareja.

-Por supuesto.

Y la guío, a un pequeño grupo de personas, quienes no tardaron en felicitar a la feliz pareja comprometida. Anne había empezado a fingir, demasiado que ya era una experta, pero qué podría hacer si la única persona que le importa está a metros de ella danzando con una de sus amigas. Solo podía seguir apretando el brazo de su prometido, aquel que no podía seguir mirando más que un amigo, así le dijera entre susurros que lo quería, todo era un engaño, tan magistral, tal vez sí Gilbert no existiera, podría mirar a Charlie como lo que era, su prometido y futuro amado hasta la muerte.

-Creo que necesito un poco de aire- manifestó, le dió un último apretón al brazo de Sloane, antes de soltarlo- Iré afuera por un momento.

Charlie le miró preocupado.- ¿No quieres que te acompañe?

Anne negó con una sonrisa afable.- No querido, quédate aquí, ya vuelvo solo estoy un poco mareada por tanta emoción.

Charlie sonrió, mientras llevaba la mano de su prometida a sus labios, mirando al ras de sus cejas, Anne le devolvió la sonrisa, y cuando por fin pudo salir de aquel salón, pudo dejar de fingir y mirar al espacio. La maleza que crecía por todas partes, y no era de sorprender hacía una semana que había empezado el verano, pensando en que tendría que avisar a la Rachel Lynde, porque juraría escuchar como se lamentaría que todos los hubieran notado antes que ella.

Y entonces sintió la presión de unas manos calientes en su mano, y ese olor tan característico, canela y manzana. Y recargó su cuerpo hacía atrás al pecho de él.

-Tu novio si que sabe hacer un buen espectaculo.- le dijo el joven doctor al oído.

Anne suspiró derrotada.- Querrás decir prometido, Gil.

El agarre en sus cintura se intensificó, y esas mismas manos la hicieron girar sobre sus pies. Blythe retiró una de ellas para colocarla en el mentón de la chica, y levantar su cara, para que pudiera mirarlo a los ojos.

-No lo amas.

-¿Qué te hace creer eso?- le miró desafiante.

Gilbert río nasalmente, acercó su boca a la de ella.- Porque jamás te hará sentir la mitad de lo que te hago sentir yo.- estampo sus labios con los de ella, sus labios eran demandantes, como siempre, pero había algo diferente aquella noche, había algo más, parecía que la quería marcar, como si quisiera que sus labios llevaran tatuados los suyos, y ella realmente estaba dispuesta. Cuando por fin la dejó de aprisionar, besó la punta de su nariz, todavía con los ojos cerrados le sonrió.

-Tienes razón.

-Por supuesto que la tengo, Annie.

Por fin abrió los ojos y ahí estaban, esa preciosa mirada avellana.-¿Dónde está Ruby?- le preguntó mirando abajo, al pasto miel sobre el que estaban parados, realmente la señora Lynde se iba a dejar el pellejo tirando de todas esas malezas, al menos las enredaderas no quedaban tan feas, pero con ella nunca se sabía, era demasiado exigente.

Gilbert apoyó su frente con la de ella.- ¿Podemos no hablar de ella?- suspiró. Sintió como sus manos dejaron su anatomía, y ella sintió un malestar terrible, una punzada en el pecho. Lo ignoro. Ya se estaba acostumbrado a esa sensación.

Ella rodó los ojos.-Estamos hablando de mi amiga, Blythe.

El joven se separó de ella, y retrocedió un par de pasos, metió las manos en los bolsillos de su pantalón, mientras dirigía su mirada al horizonte - La dejé charlando con Josie Pye y Diana Barry.

A Anne le salió una mueca de solo escuchar los nombres de su mejor amiga con la chica que le hizo imposible la escuela juntos, en la misma oración.

-Te debe de estar extrañando deberías de entrar.

Volvió su mirada hacia ella.- ¿Cómo te vas a quitar a tu prometido de encima?

-¿Disculpa?

Gilbert la miró serio. Odiaba esa mirada.

-Vamos Shirley, ambos sabemos que no lo aguantas de novio, menos lo vas a soportar de prometido, no me quiero imaginar cómo sería si se casaran. Es una persona que no alimenta tu instinto de aventura, tu matrimonio está condenado al fracaso.

Ella rodó los ojos, cruzó los brazos.-¿Me lo dices como amigo o como amante?

-Te lo digo como ambos.

Lo miró pasar sus manos por esa cabellera oscura que tenía, y rememoró todas las veces que ella hizo lo mismo.

-Pues no estoy aceptando consejos esta noche, porque me acabo de comprometer con mi alma gemela.- en alto le mostró el anillo de su mano.-Y me hace feliz saber que al menos, decidió que era lo suficiente importante en su vida para proponerme seguir con él toda una vida.- una lágrima traicionera se deslizó por su mejilla.

Gilbert se apresuró a llegar a ella y limpiar esa lágrima.

-Ya te lo he dicho, él jamás te podrá hacer feliz.

Ella volteó su rostro, no quería escucharlo. Y sintió sus manos cálidas en sus mejillas, y como obligaban a su rostro a mirarlo. Para Blythe era difícil mirar esos ojos azules tan preciosos acuosos. Sabía que él siempre iba a ser el culpable.

-¿Y quién podría hacerme feliz?- le preguntó triste.- ¿Tú?- se rió, pero no era una risa divertida, era una carente de emoción.

Él la miró silencioso.

-Eso creí.- le espetó la pelirroja mientras se separaba de él ferozmente.-Será mejor que busques a Ruby, al menos a ella si elegiste hacerla feliz.-soltó con coraje eso mientras pasaba a un lado él, miró la silueta de ella entrar al baile.

Le dió una patada a la piedra más cercana a él.

Parecía que cada vez que quería acercarse a Anne, él mismo hacía que se separaran más. Tal vez algún día, lo haría mejor.

La maleza de tu jardín ||Completa||ShirbertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora