8.

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La boda se tuvo que posponer, por claras razones, Anne no estaba al cien por ciento cada vez que Charlie quería hablar de los planes de la boda.

Entonces llegó septiembre, el verano se había acabado, la pelirroja solo miraba a Gilbert los domingos en misa, y a veces ni siquiera lo miraba porque no asistía a la misa, por su parte ella se encargó de dar clases de nueva cuenta, sus alumnos nuevos parecían demasiado hiperactivos, pero solían mantenerla más ocupada y sin pensar en el terrible vacío que se sentía en Tejas Verdes, ni que aún podía escuchar a Marilla llorar por las noches.

No llegaba a casa hasta bien entrada la noche, pero no era porque estuviera en el consultorio de Gilbert, ahora se dedicaba en cuerpo y alma a la escuela, la limpiaba, revisaba los exámenes, leía un par de libros, planeaba la clase del día siguiente, revisaba sus apuntes de cada clase, donde se resaltaba el avance de cada niño.

Charlie estaba ocupado viajando de Charlottetown a Avonlea, por su oficio de abogado, lo cual agradeció de sobremanera, porque para ella ya se le estaba volviendo muy viejo estar con Charlie, solía quitarse su anillo de compromiso cuando las clases se acaban, era como quitarse un peso de encima.

Cada vez que pensaba en cómo decirle que ya no quería estar con él, se le revolvía el estómago y hacía lo mejor para sentarse, poner su mente en blanco, por último sólo cerrar sus ojos.

Le espantaba saber que tal vez toda su vida fuera de esa manera.

Los sábados eran días difíciles para ella, porque no había realmente un motivo para ir a la escuela, entonces revisaba todo el jardín de Tejas Verdes, revisando que no hubieran malezas que quitar, para su desgracia no había, parecía como si nunca hubieran existido en aquel pedazo de tierra.

Hasta que un sábado se le ocurrió una gran idea, escribiría todo lo que sentía en forma de poemas e historias, le hacían sentir mejor cuando todos sus sentimientos los escribía y encapsulaba en el papel con tinta.

Por octubre, cuando se sentía un poco más rehabilitada, pensó por un momento mandar sus escritos a uno de los periódicos más prestigiosos de Toronto, lo que le sorprendió fue que si les gustó, en la carta, la contraban para escribir mensualmente ese tipo de historias y poemas, y adjuntaba su primera paga que eran cien dólares, era más de lo que ganaba en dos meses enseñando.

Se encontró escribiendo casi a diario escritos, cuando ya no tenía nada que hacer, cuando estaba enfrascada en ese mundo, olvidaba sus problemas con Charlie que empezaban a incrementar constantemente, porque él quería que ya pusieran una fecha a la boda, ella se estaba cansando también, pero sentía que dentro de sí juntaba coraje para decirle que no sentía lo mismo que él, que su corazón siempre sería de su tormento y paraíso. Gilbert Blythe.

Hasta que un domingo en una comida que estaban llevando con Marilla en Tejas Verdes se encontró diciendo:

-¿Qué tal si la boda la hacemos en diciembre? en mi descanso de la escuela.

Charlie sorprendido, le apretó la mano dándole la sonrisa más brillante que le había mirado. Se sintió mal después de eso, así que se retiró diciendo que había tenido una jaqueca demasiado grande. Pero la verdad, es que primero se dirigió al baño y vomitó toda su comida, después fue a su baño.

Suspiró y se puso a escribir.

No le había dicho a nadie que en secreto escribía, se sentía cohibida cada vez que le iba a decir a Marilla, así que decidió ocultarlo.

Un día mientras escribía un trágico romance de una pareja, escuchó que tocaban a la puerta de la escuela.

Mientras se levantaba y escondía sus escritos con unos exámenes que ya había calificado, miraba el atardecer naranja de principios de noviembre, se preguntó quién podría ser.

La maleza de tu jardín ||Completa||ShirbertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora