18. Debe ser paciente

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Tengo miedo de regresar a mi hogar. Sé que mis padres están enfadados y preocupados, que seguro querrán tener una charla extensa conmigo. Escapar del posible castigo es inevitable, al menos creo que me ha ido bien en el examen de Álgebra. Cuando comparé mis resultados y respuestas con las de Noah, solo dos de los veinte problemas me quedaron distintos. Y él es inteligente.

—Puedes mudarte a mi casa —bromea Sebastián mientras caminamos rumbo al estacionamiento—. Aunque seguro preferirías la de tu novio.

—Es mejor que se quede contigo —intercede Noah—. Sus padres se sentirían más cómodos si así fuera.

"Claro, porque las estrellas no tienen casas", pienso yo.

—Ay, no sean tan exagerados —intento obligarme a mantener la calma—. Estaré bien. No van a echarme a patadas ni tampoco me encerrarán en el sótano como para que luego desee huir. En el peor de los casos, me quedaré sin salidas de fines de semana hasta Navidad. Y sin mesada. ¿No?

—Quién sabe. —Sebastián me palmea el hombro—. Tu madre es un tanto exagerada a veces. Sin ofender, obvio. Pero se enoja mucho por tonterías y luego le es indiferente si haces algo grave. No entiendo bien su escala de prioridades. ¿No lavaste la ropa? ¡Diez días sin salir! ¿Te fuiste a un concierto a otro estado solo conmigo y hasta nos quedamos la noche en un hotel juntos? ¡No hay drama, confía en nosotros! En serio, es rara.

Noah se ríe por la comparación.

—Es cierto —afirmo—. Mamá se preocupa más por que tengamos la casa limpia que por las locuras que yo pueda hacer. El año pasado compramos algunas bebidas para probar en casa de Elliot y me puse ebria. Mamá no se enojó porque probé alcohol siendo menor de edad ni nada de eso, pero a la semana siguiente me dejó sin mesada porque no corté el césped.

Los tres reímos.

—Entonces, a ver si entiendo bien —mi novio piensa en voz alta—. Tu mamá no se va a enfadar porque pasaste el fin de semana conmigo o con tus amigos sin su permiso, pero es posible que te hayas metido en problemas por no haber ayudado durante la limpieza general del sábado. ¿Algo así?

—Eso mismo —afirmo.

—Wow, suena ridículo. —Noah alza una ceja.

—Lo es.

El sábado, luego de almorzar en el motel, le envié un mensaje a Victoria, desde el móvil de Noah, para avisarle que me había ido a estudiar a la casa de uno de mis amigos y que le dijera a mamá que no debía preocuparse porque estaba bien. Que solo necesitaba dedicarle tiempo a Álgebra para pasar el examen que me tenía preocupada.

Sebastián me llevará hoy a casa porque sé que mis padres confían plenamente en él y que se sentirán mejor si piensan que pasé el fin de semana con él que si digo que estuve a solas con Noah casi todo el tiempo.

Mi mejor amigo es casi un hermano o un primo, parte de la familia. Su presencia y su apoyo va a suavizar el humor de mamá antes de que me regañe.

—Gracias por ayudarme —le digo cuando alcanzamos su coche.

—Lo que sea por mi nakama —dice. En seguida, explica—. Algo así como mi camarada. No importa, sabes a lo que voy.

Sonrío porque jamás entiendo sus referencias.

—Luego me cuentan qué ocurrió —pide Noah, un poco preocupado—. Escríbeme si puedes.

—Si no me quitan el teléfono.

—Contáctame de alguna forma —insiste. Sé que se refiere al colgante.

—Lo haré. Gracias por la ayuda con mis estudios. —Abrazo fuerte a mi novio, Cada día que pasa me siento más a gusto con él—. Nos vemos mañana.

El chico que bajó de las estrellas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora