23. Debe respetarme

8.5K 1.4K 635
                                    


La noticia me deja sin palabras. No estoy segura de cómo debería reaccionar. ¿Sería mejor que me viera alegre o preocupada? ¿Qué debo decir en momentos así? Definitivamente no estaba preparada para la situación.

Improvisar no es uno de mis puntos fuertes. Es más, temo que el día que presentemos el musical se me olvide una línea y quede paralizada sobre el escenario. Sé que eso no le ocurriría a otros actores más experimentados, pero yo memorizo lo que dice mi personaje y, si no recuerdo la palabra exacta, no logro pensar en una similar con la que seguir adelante. Ya he tenido ese problema en un par de ensayos.

Trago saliva y me quedo en silencio a la espera de alguna pista sobre la respuesta adecuada. Incómoda, desvío la mirada hacia Noah. Espero no ser demasiado obvia. Busco algo en su rostro que me ayude a descifrar qué debo contestar. En momentos como este desearía que él pudiera leerme la mente. O, mejor aún, que ambos fuéramos capaces de comunicarnos telepáticamente. ¿Por qué no se me ocurrió cuando pedí el deseo?

Él tiene razón en que he sido aburrida y plana a la hora de crearlo. Pedí perfección humana y exagerada, pero no le brindé ninguna capacidad especial. No soñé con un novio poderoso o mágico. Si Sebastián hubiese imaginado a su chica ideal, seguro tendría alas de demonio, piel azul, una varita mágica o quién sabe qué otra ridiculez imposible y única.

Si hubiera sabido que el deseo se haría realidad, o si me hubiesen dado más tiempo para pensarlo, quizá...

"Basta, Amelie", me reprendo. Los nervios hacen que me distraiga. Mi mente está bloqueada en lo que respecta a la situación que tengo frente a mí y eso causa que me ponga a divagar entre otros asuntos y temas que no vienen al caso. Es mi punto de fuga, mi escape a la realidad. Si pudiera, me abofetearía a mí misma para reaccionar. No lo hago porque sería obvio que tengo la cabeza en las nubes.

¿Qué puedo responder a lo que me acaban de contar? Es complicado. Podría equivocarme en la reacción. Si me pongo feliz, tal vez ellos estén tristes. Si parezco consternada, creerán que me opongo y que no me agrada algo que, quizá, les causa felicidad. Maldición.

—Pues... —murmura Sebastián de repente, y me regresa a la realidad—. No sé qué decir. Me han dejado mudo. ¡A mí! Increíble.

"Bien, no soy la única confundida", pienso, aliviada.

Azul me observa. Yo tengo los ojos en mi novio. Él le sonríe a Elliot. Mi mejor amigo pasa de un rostro al otro.

—Y... ¿quién más sabe sobre esto? —consulto con la esperanza de poder esconder mis dudas.

—Nadie —responde Azul.

—Mañana aprovecharemos las cenas familiares del día de Acción de gracias para contarlo a nuestras familias —añade Elliot.

—Espero que todo salga bien —desea Noah, sincero—. Un bebé es un gran cambio.

Hablamos en susurros para que nadie escuche. Después de todo, estamos en la escuela y los rumores se esparcen con prisa cuando uno no es cuidadoso.

Seré tía postiza en poco menos de siete meses. No estaba preparada para algo así, supongo que debí haber notado las señales, los pequeños cambios de comportamiento en mis amigos. Seguro se saltearon las películas de Halloween porque Azul estaba con náuseas.

—Lo sabemos, pero como es el último año escolar, al menos podremos graduarnos sin mayores problemas y luego ya veremos qué hacer con la universidad. Tal vez nos turnemos o esperemos un poco. —Ella se encoje de hombros—. Aunque haya sido un accidente, estoy contenta. No sé cómo explicarlo, ¿instinto maternal? Me siento bien. Estoy segura de que todo saldrá genial, aunque sea complicado al comienzo.

El chico que bajó de las estrellas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora