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*Elena*


Sentí como alguien sacudía insistentemente mi brazo derecho. Entre despierta y dormida lance un golpe al aire intentando que me dejarán tranquila y seguir durmiendo tranquilamente.


– ¡Elena! ¡Despierta! –

Desperté sobresaltada cuando escuché la voz de Daniel.

– ¿¡Que ocurre!? – Grité.

– Mira – Dijo mientras señalaba hacia atrás.

Al voltear mi vista para ver lo que él veía abrí mi boca con sorpresa.

Autos militares y tres autobuses escolares conducían en dirección hacia nosotros.

Daniel se bajó del auto y yo lo imite. Gaby se desperto gracias al ruido que hicimos al cerrar las puertas e inmediatamente se bajó del mismo, aunque algo aturdida.

Los autos militares de detuvieron justo a nuestro lado. Tres hombres armados bajaron del primer auto blindado y dos de ellos nos apuntaron con sus armas.

Al ver eso rápidamente tome de los brazos a mis amigos y los jale detrás de mi, protegiéndolos con mi cuerpo. Miré desafiante a los tipos que me apuntaban con sus armas.

– Mi nombre es Alejandro Hernández, General del Ejército. ¿Quienes son ustedes? – Hablo el hombre que, claramente, estaba al mando.

– ... – No le respondí.

– ¿No quieres hablar? – Pregunto el General.

– No soy de hablar mucho cuando me apuntan con una jodida arma – Bufé molesta.

El General lo pensó un poco y asintió. Le hizo un gesto a sus hombres y estos bajaron sus armas.

– Me llamo Elena – Hablé finalmente –. Ellos son mis amigos, Daniel y Gaby –

– ¿Están armados? – Pregunto él.

– No tenemos pistolas, solo tenemos dos cuchillos – Conteste.

– ¿Han enfrentado a los infectados?

– Solo yo –

– De acuerdo – Hizo una pausa –. Estamos buscando sobrevivientes para llevarlos a los refugios que instalo el gobierno. Entre más personas rescatemos serán menos los muertos que tenemos que eliminar. ¿Vienen?

Lo pensé un momento.

Sentía alivio pero también desconfianza. Algo en ese hombre no me agradaba. Sin embargo, tenían armas y gente, mis amigos estarían a salvó y eso era lo que más me importaba.

Voltee a ver a mis amigos para saber  que opinaban.

– ¿Que dicen? – Susurré solo para que ellos me escucharan.

– Tienen armas y un refugio – Murmuro Gaby –. Creo que lo mejor es ir con ellos –

Daniel asintió, dándole razón a mi amiga.

Me volví y mire al hombre, asintiendo.

– Iremos con usted, General.

– Suban al tercer autobús. Si tienen cosas en su auto pueden llevarlas, nadie se las quitará.

Los tres tomamos lo poco que teníamos y subimos al autobús escolar.

El General y sus hombres subieron al primer vehículo y retomaron el camino.

Espero que esto no sea un error. Todo estará bien, ¿No?

***

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