*Elena*
--- ¡Rápido! ¡Si no nos damos prisa derribaran la reja! – Ordeno el Coronel García en un grito contenido.
Mi equipo y yo corrimos a las rejas con nuestras armas en mano y empezamos a dispararles a los infectados. Nuestras armas tenían silenciador, pues no queríamos que las personas del refugio entraran en pánico, y tampoco que más infectados aparecieran, ya era más que suficiente tener a una horda de unos cuarenta infectados enfrente de nosotros.
Cuando todos los infectados estaban en el suelo nos acercamos, apuntamos las armas a sus cabezas y les disparamos, pues según la experiencia de los militares, su punto débil era el cráneo, solo así caerían al suelo y jamás podrían levantarse de nuevo.
--- Muy buen trabajo –Hablo el coronel, guardando su arma en su cinturón –. Regresen a sus posiciones y estén muy alertas – Ordeno a los soldados y estos asintieron –. Los nuevos pueden regresar a sus habitaciones, y recuerden – Nos miró seriamente –. Ninguna palabra sobre esto. No quiero caos.
Nosotros asentimos y nos giramos en silencio para ir a nuestras habitaciones.
Estaba cansada, necesitaba descansar con urgencia. Muchas cosas habían pasado hoy. Entrene parte de la mañana con el General y cuando me disponía a descansar justo apareció una horda de infectados y me llamaron para defender el refugio con un grupo que el General había creado apenas horas antes.
Yo era la ayudante del líder del grupo, vaya puesto eh?
El líder era Adán, era un chico castaño muy alto y en buena forma física, lo había visto hace un par de días y, por lo que había escuchado, era hijo de un oficial de policía. Tal vez fue por eso que lo eligieron como el líder. Los otros miembros eran cuatro chicos y una chica, éramos siete en total. No sabía sus nombres pues apenas llegue al área donde me llamaron me dieron un arma y me ordenaron disparar. Tampoco es como si me interesara saber quiénes eran.
No me di cuenta en que momento llegue a mi habitación, solo abrí la puerta y entre, enseguida Daniel se lanzó a abrazarme.
--- Por Dios, Elena ¿Qué paso? ¿Por qué te fuiste así? ¿Estás bien? ¿Por qué el General te llamo de nuevo? – Daniel hacia una pregunta sobre otra, sin darme tiempo a responderle.
Mis amigos, las gemelas y Damián me miraban esperando una respuesta de mi parte. Tomando un largo suspiro dije:
--- Nada importante, el General formo un grupo y ahora seré la ayudante del líder – Dije mientras me senté en mi colchón y me quitaba las botas de seguridad.
--- ¿Cómo que nada? Te veías muy preocupada cuando saliste corriendo – Hablo Gaby un poco molesta. Ella odiaba cuando guardaba secretos.
--- Yo estaba limpiando el desastre del almacén de comida junto a otras chicas y escuchamos gruñidos, no pudimos ver nada pues en ese momento llegaron los soldados y nos ordenaron regresar a nuestras habitaciones – Dijo Jennie.
Cinco pares de ojos se posaron sobre mí, pidiéndome una explicación.
--- Ah, eso. Eran unos lobos – Mentí –. Casi muerden a un soldado, pero todo está bien. El General no quería que dijera nada, pues no quiere que nadie se preocupe – Intente decir lo más calmada posible para que me creyeran.
Las gemelas se calmaron y comenzaron a hablar entre ellas, y Damián tomo un libro y empezó a leerlo. Por lo visto me creyeron, aunque cuando voltee a ver a mis amigos supe que no convencí a todos.
Mierda.
Daniel se me acerco y susurro de modo que solo yo escuchara:
--- Ni creas que me convenciste, Elena. Cuando estemos solos nos dirás la verdad – Dijo molesto. Se alejó y se fue a una esquina a decirle algo a Gaby.Comprendía su molestia, nos habíamos prometido hace mucho que jamás nos mentiríamos o nos guardaríamos secretos. Pero, lo hago para que no se preocupe, les estoy mintiendo para protegerlos. ¿Acaso está mal eso?
--- Maldita sea – murmure para que nadie me escuchase.
Volví a ponerme mis botas de seguridad y salí de la habitación sin decir nada. No podía quedarme ahí, sentía la mirada de mis amigos taladrándome en la nuca.
Camine por el solitario pasillo. No me extraño no ver a nadie, el General había establecido un toque de queda hace unos días. Todos debían regresar a sus habitaciones antes del anochecer.
Continué mi camino hasta el comedor y me senté en una de las mesas, necesitaba pensar en que decirles a Gaby y Daniel. No podía decirles la verdad, no quería que se asustaran pero tampoco quería que se enfadasen conmigo por ocultarles lo que había pasado.
--- Eish, que problema – Rezongué.
--- ¿Qué ocurre, Elena? – Preguntaron a mis espaldas
--- Oh genial, lo que me faltaba – Pensé
Me gire en mi asiento para ver quién era y mandarlo al diablo. Estaba a punto de insultarlo cuando reconocí quien era.
--- Ah, eres tú, Adán. No me pasa nada – Respondí sin ganas. Él me agradaba pero no quería hablar con nadie.
--- ¿Nada? – Soltó una pequeña risa –. Adivinaré lo que pasó. Tus amigos no creyeron lo que sea que les hayas dicho – Término de decir con una sonrisa.
--- Se nota que tu padre te enseño muchas cosas – Dije rodando los ojos. Esa sonrisa burlesca me estaba enojando.
--- Eso, y que eres muy obvia – Dijo mientras se sentaba a mi lado.
--- ¿Qué quieres? Aparte de molestarme, claro – Bufe.
--- Mañana en la mañana hay entrenamiento con el equipo completo. Hasta ahora hemos entrenado por separado, así que el General nos ordenó entrenamiento en equipo – Contesto con seriedad –. Como eres la segunda al mando y la que tiene entrenamiento, debes ayudarme a entrenarlos.
--- Si, si, como digas, mañana temprano estaré ahí. Ahora vete, quiero estar sola –
--- De acuerdo, nos vemos en unas horas – Sonrió y se marchó.
Cuando me quede completamente sola en aquel comedor solté un suspiro y la primera lágrima resbaló por mi mejilla. Me sentía agotada, no solo físicamente, también me sentía agotada emocionalmente.
Habían ocurrido tantas cosas en esas semanas y yo ya estaba alcanzando mi límite. No había podido llorar la muerte de mi madre por mucho, pues tuve que encerrar mis emociones para no preocupar a mis amigos y tomar el control de la situación. Tampoco pude llorar la muerte del señor Carlos, a pesar de no haberlo conocido de toda mi vida, sin él hubiéramos muerto. Me sentía en deuda con él, quería salvarlo y no pude. También me afectaba lo que hice en esa casa de hospedaje, el tan solo pensar que esas cosas fueron personas con una vida y con una familia, me ponía muy mal.
Para cuando lo noté, mi cara era un mar lágrimas. Lloraba en silencio en aquel lugar, sola.
Quería que mi mamá estuviera ahí consolándome, pero ella ya no estaba. Quería que mis amigos me consolaran, pero no podía permitir que me vieran así, debía ser fuerte por ellos, debía mantenerme fuerte para ellos. No importaba si me lastimaba a mí misma sufriendo en silencio, mis amigos no me verían en ese estado.
Me dirigí a mi habitación y entre sigilosamente, procurando no despertar a nadie. Me quite mis botas y me acosté.
--- Nadie ve a ver mi lado débil, nunca – Pensé antes de quedarme dormida.
¡Hola! ¡Espero que les guste! Si es así dale★
Me desaparecí seis meses, nuevo record xd
Atte.: Beatriz LaUniversitaria xd
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Infectados
HorrorElena es una joven adolescente que lleva una vida normal y ordinaria como todos. Sin embargo, todo el mundo se vuelve un caos con la aparición de un nuevo y misterioso virus que vuelve a las personas violentas en demasía y con un apetito de carne hu...