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*Elena*

El ambiente dentro del auto era pesado, casi se podía cortar la tensión con una tijera. Nadie había dicho ni una palabra desde que habíamos dejado atrás al señor Carlos, nadie sabía que decir en esta situación.

Me sentía mal, me sentía responsable de lo que ocurrió. Desde pequeña siempre he sentido un instinto de protección por las personas que me importan, aunque casi nunca lo demostraba. A pesar de que al señor Carlos solo lo conocí por tres días él salvó a mis amigos y a mí, y me siento culpable de no haber hecho lo mismo por él.

Llevaba manejando cinco horas, ya nos habíamos alejado bastante de la ciudad. Ahora solo veíamos la carretera solitaria pasar frente nosotros y de vez en cuando ver a una persona infectada.

Sentía mi ansiedad aumentar a cada minuto que pasaba, estaba oscureciendo y no había señales de un lugar seguro donde pasar la noche. No quería que durmiéramos en el auto, sería peligroso. No solo era arriesgado por las personas infectadas, sino también por las personas que no lo estaban.

La conducta humana siempre ha sido impredecible ante situaciones de peligro. Cuando hay escenarios de alto riesgo las personas comenten actos de delincuencia, solo piensan en sí mismas y no les importa hacerle daño a otros mientras que ellos estén bien.

Claramente, esto no sería una excepción. Me preocupaba que intentaran robarnos el auto y nos dejaran en medio de la nada, o peor, que nos asesinaran solo para quedarse con lo poco que teníamos.

No había visto a nadie en todo el recorrido que llevábamos hasta ahora, pero no podía confiarme, no bajaría la guardia en ningún momento. Mi prioridad ahora son mis amigos, son mi familia. No me perdonaría nunca si algo les pasaba.

Al voltear un segundo para verlos me di cuenta de que ambos se estaban dormidos. Volví mi vista al frente y esboce una pequeña sonrisa. Ambos se veían tan tiernos durmiendo. Daniel tenía todo su cabello revuelto y un ligero rastro de saliva en su rostro; Gaby, al estar en la parte de atrás, se había acostado en los asientos, utilizaba su brazo como almohada y su cabello todo enredado cubría la mitad de su cara.

Ambos tenían una expresión de auténtica tranquilidad. Me daba algo de pena despertarlos pero debía hacerlo. Debíamos planear que hacer si no encontraba un lugar seguro para dormir.

--- ¿Chicos? Despierten. Daniel, Gaby, despierten –

Ellos comenzaron a despertar poco a poco. Espere unos cuantos minutos para que se despertaran por completo y pudiéramos hablar sobre el tema que me preocupaba.

--- ¿Qué ocurre? ¿Cuánto dormí? – Preguntó Gaby.

--- No sé cuánto durmieron los dos, pero ya está oscureciendo y debemos hablar sobre un tema que me preocupa.

--- ¿Cuál? – Indagó Daniel.

--- Está oscureciendo y no tenemos donde descansar. Y dormir en el auto es peligroso – Respondí.

--- Bueno, Gaby y yo creo que dormimos bastante, así que nosotros vigilamos mientras tú descansas – Propuso Daniel.

--- No, no me da confianza quedarnos en el auto. Seríamos muy vulnerables, y en caso de emergencia ustedes dos no saben conducir, perderíamos tiempo cambiándonos de asientos – Dije frustrada.

--- No tienes por qué preocuparte por eso Elena, mira allá – Señalo Gaby.

Enfoque mejor mi visión -pues ya había oscurecido bastante- y logre ver que más adelante en la carretera se encontraba lo que parecía ser una casa de hospedaje. Suspiré con alivio. Ya no tendríamos que pasar la noche en el auto.

--- Pero... ¿y si hay infectados adentro? – Preguntó Daniel.

Genial, ya no puedo tener ni diez segundos de tranquilidad – Pensé

--- Yo me encargo – Hable –. Iré a investigar, si esta solo les daré una señal, así sabrán si pueden entrar o no –

--- ¿Qué? ¿Y arriesgarte tanto? ¡Es peligroso! – Exclamó Daniel - ¿Si no está vacío que harás? ¿No has considerado eso? –

--- ¿Más peligroso de lo que hiciste tú? – Contraataque. Ya habíamos llegado, estacioné el auto un poco lejos del aparcamiento por seguridad –. No tenemos tiempo para debatir, lo haré y ya. No dejaré que ninguno de los dos haga esto –

Ambos se quedaron callados. Eran conscientes de que era inútil detenerme.

--- Espera – Intervino Gaby –. Sé que es imposible detenerte, pero si vas a ir, lleva esto – Me dio cuchillo bastante grande –. Por si acaso no está vacío – Susurro.

--- Gracias, Gaby – Le sonreí.

Abrí la puerta y salí con todo el cuidado posible de hacer demasiado ruido. Camine hasta la puerta del local, la abrí y me asegure de que no hubiera nadie cerca.

Tome una profunda respiración y entre.































Hola ¿Cómo están? Espero que muy bien c:

Si te gusto dale Eso me daría la motivación de seguir escribiendo y actualizar más seguido c:

Aclaro que no soy experta en la conducta humana, solo me guío por lo que he vivido y leído en internet. Así que si ven que cometí algún error al escribir esa parte pues es por eso.

¡Gracias por tomar parte de tu tiempo y leer!

Atte. Beatriz Molina

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