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Me encontraba en mi habitación terminando de hacer la tarea de matemáticas que el profesor había asignado hace unas semanas. Al terminar con mi deber cerré mi cuaderno y vi la hora en el reloj que estaba en mi escritorio, eran las seis de la tarde. Suspire con pesadez y me dirigí al baño para darme una ducha y relajarme. Mientras me quitaba los restos de jabón del cuerpo escuche que pasaron varios helicópteros, aunque no le tome mucha importancia pues los noticieros informaron que habría entrenamiento militar.

Al terminar salí del baño ya con mi pijama puesta, baje a la cocina a prepararme mi cena y volví a mi habitación. Cuando ya había acabado de comer recibí un mensaje de mi madre, decía que llegaría tarde hoy pues tenía que atender a más pacientes por causa de un supuesto nuevo virus.

Después de contestarle bloqueé mi celular y solté un suspiro. No era extraño que mi mamá llamara o escribiera para avisarme que llegaría tarde, ser la médica responsable ocupa una gran parte de su tiempo. Me acosté en la cama y encendí la televisión para distraerme un rato antes de dormir. Empecé a cambiar los canales buscando un programa de mi agrado. Decidí colocar el canal donde pasan series de criminología ya que no había ninguna película interesante para ver.

Después de un rato comencé a sentir sueño. Apague el televisor y me acomode en mi cama para dormir en una mejor posición. Mientras el sueño me iba ganando cada vez más logre escuchar que pasaba otro helicóptero.


***

¡Diablos! – Grite al despertarme asustada a causa del ruido que provocó mi despertador, indicándome que ya era hora de levantarme y alistarme para ir al instituto –. Debo cambiar esa cosa o me vendrá dando un infarto... susurré para mí misma.

Me levante de la cama, tome mi uniforme y me adentre al baño para tomar una ducha rápida. Al terminar de asearme me coloque con mi uniforme y me dirigí a la cocina. Cuando llegué a mi destino me encontré con mi madre, la cual ya estaba terminando con su desayuno.

– Buenos días, hija. ¿Cómo amaneciste hoy? Ya prepare tu desayuno, está en el microondas – Dijo dándole un sorbo a su jugo de naranja que tanto le gustaba.

– Buenos días, mamá. Bien – dije tomando mi desayuno y tomando lugar en la mesa – ¿Cómo te fue en el trabajo ayer, mamá?

– Bien, algo agotador pero, bien – Dijo acomodándose en su lugar –. Estos últimos días he tenido que hacerme cargo de muchos pacientes – Dice con algo de cansancio –. Al parecer es un nuevo virus como te comente ayer por mensaje.

– ¿Entonces si hay nuevo virus? – Pregunto recordando su mensaje y lo que me había comentado mi amiga Gaby hace unas semanas – ¿Cuáles son los síntomas, mamá? – Le pregunte.

– Hasta ahora solo son fiebres muy altas y vómitos.

– Y, ¿Cómo se transmite? – pregunto un poco preocupada.

– Creemos que por contacto directo, por eso mantenemos a los pacientes con esos síntomas aislados de los demás.

– Tengo cuidado, mamá. No quiero que te enfermes.

– Tranquila, cariño, estamos tomando medidas de seguridad para evitar contagiarnos –menciona mirando su reloj de pulsera –. Ya me tengo que ir, hija – Dice dándome un beso en la frente –. Cuídate y está atenta al transporte escolar. No quiero que te deje, otra vez – murmura lo último mientras sale de la cocina.

– ¡Adiós, te quiero! – Le grito para que me logre escuchar.

– ¡Yo más! – Grita mi madre desde la entrada de la casa.

InfectadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora